La estrategia de Estados Unidos con respecto a América Latina está repleta de “buenas intenciones” (lástima que en el lenguaje escrito no se pueda regular la dosis de ironía que lleva implícita esta frase). Y mientras no se asuma la unidad como única forma de enfrentar el poder del Norte, los pueblos del Sur sufrirán las consecuencias de esos “buenos actos”. Hugo Chávez Frías alertaba: “El ALBA continuará abriendo el camino contra el ALCA y el imperialismo. Los tratados de comercio de los pueblos continuarán naciendo y abriendo espacios para la liberación y el comercio justo, y nosotros, los hombres, las mujeres, los jóvenes de esta hora seguiremos uniéndonos en un abrazo de varias generaciones”. (ALBA: un nuevo modelo de integración contra el ALCA, La Habana, 29 de abril de 2006).
Sobre la política de Estados Unidos y sus afanes de dominación, conversamos en exclusiva para Cubahora, vía correo electrónico, con un fiel amigo de Cuba, Sergio Daniel Aronas, licenciado en Administración por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) de Argentina y asiduo escritor sobre economía e historia económica, quien desde Argentina nos ofrece sus impresiones: “Las relaciones entre los países de América Latina y Estados Unidos se han caracterizado por las profundas contradicciones, rivalidades, discrepancias y antagonismos a lo largo de más de 200 años de historia. Esto se puede comprobar desde la pasiva actitud de ese gobierno durante las guerras por la independencia de los pueblos latinoamericanos contra la sangrienta dominación española, como la llamaba el General José de San Martín”.
—¿Cuál es la situación actual de las relaciones de Estados Unidos con América Latina?
—Para analizar la situación actual de estas relaciones se debe partir de la base que todo estudio, tanto de mediano como de largo plazo, debe tener en consideración que el imperialismo estadounidense posee poderosas fuerzas políticas, económicas, financieras, diplomáticas y sobre todo militares con el fin de seguir manteniendo su sistema de dominación a escala internacional y en nuestra región en particular. Esto quiere decir que todas esas fuerzas están destinadas a ser utilizadas contra cualquier gobierno que Estados Unidos considere como una amenaza a su seguridad nacional, a sus intereses vitales y que ponga en peligro su estrategia global de primera y única potencia mundial. Esa política intervencionista es aplicada hacia naciones por más insignificante y pequeña que sea la posición que asuman hacia Estados Unidos. Y en caso de no poder justificar las causas que motivaran la reacción imperial de Washington, inventan falsos argumentos para la invasión en curso como muchas veces lo han realizado a lo largo de su historia.
—¿Considera, entonces, con plena vigencia la Doctrina Monroe?
—Estados Unidos desde la proclamación de la Doctrina Monroe ha determinado en forma unilateral que América Latina no solo es su “patio trasero”, sino su zona de influencia, promoviendo instituciones, planes y política para proyectar su expansión en la región. Terminada las guerras de independencia, el presidente de Estados Unidos James Monroe lanza la doctrina que lleva su nombre para presentarse en calidad de guardián del continente americano contra los intentos de las potencias europeas por reclamar territorios perdidos y suplantar a España como nación colonialista. Simón Bolívar advierte el peligro de que Estados Unidos llene de miserias nuestra región en nombre de la libertad y convoca en junio de 1826 a un Congreso en Panamá para discutir la unión de los pueblos americanos.
“La hipocresía de la doctrina Monroe queda al desnudo cuando Inglaterra ocupa por la violencia las Islas Malvinas, pertenecientes a Argentina, en enero de 1833, usurpación que aún perdura y que contó siempre con el firme apoyo de Estados Unidos, pues ellos mismos intentaron conquistarlas. Esta agresión envalentona a las demás potencias colonialista de la vieja Europa que se embarcan en misiones de reconquista aprovechando la debilidad de las fuerzas defensivas de las nacientes naciones independientes del continente americano”.
—¿Podría explicarnos cómo ve usted el proceso de dominación?
—La rápida movilización de la diplomacia inglesa le permite adueñarse de las economías de los países de América Latina, devastados por los años de la guerra por la emancipación. Con el objetivo de someter a los pueblos, y dividirlos por separado, se firmaron leoninos tratados de navegación y comercio que fueron la fuente originaria del endeudamiento externo de nuestros países y la implantación de un sistema de comercio internacional que prácticamente sigue vigente. Siete naciones americanas firmaron con Inglaterra doce empréstitos por un total de 22 634 571 libras, en la que puede considerarse la primera gran estafa de la historia de la deuda latinoamericana, porque Inglaterra transfirió muy poco y encima cobraba altísimos intereses.
“La primera víctima del expansionismo de Estados Unidos fue México, que en 1846/48 sufrió una devastadora guerra y la imposición del Tratado Guadalupe-Hidalgo con la pérdida de más de la mitad de su territorio. El “Destino Manifiesto” anuncia una nueva era de la política exterior de Estados Unidos que se lanza a la conquista de América Central. A su vez, las potencias colonialistas europeas agreden a varias naciones latinoamericanas en medio de la guerra civil en EE.UU.: en 1861, España ocupa Santo Domingo; en 1862, Francia invade México, donde por primera vez el repudio de la deuda externa provoca la agresión militar europea; en 1864, otra vez España entra en guerra contra Perú ocupando las islas Chinchas y bombardeando el puerto de El Callao; España ataca a Chile bombardeando Valparaíso (en ambas acciones vencieron los pueblos de América).
"Por estos hechos es que se convoca a un Congreso de la Unión de los Pueblos Hispanoamericanos en 1865. Tiene lugar la guerra de la triple Alianza que destruyó a Paraguay, provocada por Inglaterra, porque no podía vender sus productos en la nación guaraní, que tenía su propio sistema económico muy avanzado. Entre 1879 y 1884 ocurre la guerra del Pacífico entre Chile, Perú y Bolivia, país que pierde su litoral marítimo. En Cuba estalla la primera guerra libertadora dirigida por Carlos Manuel de Céspedes.
”Estados Unidos al llegar tarde al reparto colonial mundial en Asia y África se apodera de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 y las naciones centroamericanas comienzan a ser invadidas por las tropas norteamericanas, las que tuvieron que soportar las intervenciones yanquis por más de 50 años. Un hecho que revela su política imperialista fue la separación de Panamá de Colombia en 1903 para que tenga las manos libres para construir y apoderarse por otros 100 años del canal. En 1927 surge la resistencia en Nicaragua con el General Sandino con su ejército de campesinos. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos diseña la estrategia de ejercer el saqueo y la explotación en América Latina por varias vías: la diplomática, a través de la OEA, como su ministerio de las colonias; por la vía financiera, mediante los créditos stand by, a cargo del FMI, y el BID, que permite el desembarco de miles de empresas estadounidenses en la región; por la vía militar, por medio del Pacto de Río de Janeiro y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca para someter a nuestros pueblos e impedir los cambios revolucionarios que las masas populares vienen exigiendo desde hace décadas; y por vía económica, aplicando un comercio totalmente desigual que favorece únicamente a las multinacionales del imperio y que controlan la producción de cada país”.
—¿En la administración de Trump cómo se ha recrudecido la Doctrina Monroe?
—La consigna de Trump en su campaña electoral fue “Primero América”. El recrudecimiento de la Doctrina Monroe se puede apreciar claramente en la guerra comercial con China, en las sanciones a Venezuela, en el bloqueo a Cuba, en los tratados bilaterales de comercio, en los intentos de destruir a Mercosur, en la guerra comercial con sus aliados en la OTAN, en los créditos del FMI para someter a los países latinoamericanos y en las negociaciones por la deuda para que los deudores no dejen de pagar. Además, se ve cuando Estados Unidos impide el arribo de buques a puertos de Cuba y Venezuela, en la ayuda militar a Colombia y sus métodos para combatir al narcotráfico que ellos promueven y en su demencial tratamiento a la pandemia y su salida de la OMS.
—En medio de este contexto internacional, ¿qué piensa de la Revolución Cubana?
—Cuando triunfa la gran Revolución Cubana, en enero de 1959, se produce un impacto colosal y un cambio radical y profundo en la consciencia, en los métodos de lucha y en las necesidades históricas de los trabajadores y campesinos, que renacen con la esperanza de que los imperialistas no podrán imponer más sus pretensiones de dominio y hacer prevalecer su arrogancia agresiva.
“A partir de este momento, la relaciones entre América Latina y Estados Unidos cambian para siempre porque por primera vez aparece una pequeña gran nación que no le teme a la prepotencia imperialista y está decidida con el firme apoyo de su pueblo a construir una nueva sociedad, sobre nuevas bases y nuevos principios que hoy se mantiene en el derecho a sostener su autodeterminación, su independencia y soberanía”.
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