Salvo en la similitud del protocolo, la presencia este julio en la Casa Blanca del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, AMNLO para muchos de sus compatriotas, resultó diametralmente opuesta a las realizadas con antelación por algunos de sus pares regionales, sea el brasileño Jair Bolsonaro o el colombiano Iván Duque.
Esta vez Donald Trump no recibió a personajes obsequiosos y deseosos de empeñar la soberanía de sus naciones, sino a un estadista sereno, inteligente, firme y decente, ungido del deber de reafirmar la independencia de su nación y de su pueblo.
El motivo del encuentro resultó la implementación del tratado de libre comercio tripartido de América del Norte entre México, Canadá y los Estados Unidos, que sustituyó a un protocolo similar vigente desde años atrás, y que incitó el acérrimo rechazo del inquilino de la Oficina Oval tan pronto se vio instalado en el gabinete ejecutivo.
Vale indicar que luego de su anuncio oficial, el periplo del mandatario mexicano generó la mar de conjeturas en favor y en contra. Algunos lo percibieron como una pérdida de tiempo y hasta como un riesgo para la figura del estadista azteca, sin embargo, hay que decir que AMLO se robó la escena con una proyección sencilla, precisa y digna.
Los presentes en la cita indican que en la tribuna opacó en término mediáticos a su ególatra anfitrión Donald Trump, con un discurso donde puso los puntos sobre las íes en torno a la tortuosa relación histórica entre su país y el poderoso vecino del Norte. Así, citó las buenas y las malas de México en sus vínculos bilaterales con gobiernos republicanos y demócratas, y condenó la injerencista y caduca Doctrina Monroe.
La visita del mandatario azteca a los Estados Unidos refrendó además la política de Andrés Manuel López Obrador, apegada a la de los dos insignes presidentes mexicanos que constituyen sus referentes: el indígena Benito Juárez y el líder progresista Lázaro Cárdenas.
Corresponsales que reportaron el acontecimiento, precisaron que en su intervención pública AMLO destacó la importancia de los mexicanos en la economía estadunidense, no solo de los once millones de inmigrantes, sino de los más de treinta cuatro millones de personas de ese origen que quedaron del lado opuesto de la frontera nacional desde el siglo XIX, cuando Estados Unidos despojó a su vecino latinoamericano de la mitad de su territorio. A propósito le significó a Trump “que hay agravios que no se han olvidado”, y valoró que es necesaria una relación mutua equitativa y constructiva.
Según la prensa, el presidente Andrés Manuel López Obrador apareció en la Casa Blanca con una corbata adornada con las seis águilas presentes en la bandera nacional desde que México se hizo independiente de España, en lo que fue interpretado como la reafirmación de la soberanía de su país en plena Casa Blanca.
Por lo demás, AMLO se mostró como una figura de alto vuelo político a la altura de las circunstancias históricas en lo que se refiere a los vínculos con los Estados Unidos. Y es que nadie, y mucho menos los mexicanos patriotas, pueden obviar el voluminoso despojo territorial de los Estados Unidos a su vecino, bien por guerras provocadas con ese fin, bien con la invasión de colonos anglos para luego “rebelarse” contra autoridades locales pretendidamente “pusilánimes” e “incapaces”.
Tampoco pueden pasarse por alto el inmenso agobio y el océano de presiones que pesan sobre México como la única y gran frontera terrestre de América Latina con el poderoso, belicoso, agresivo y prepotente vecino del Norte, y los inevitables y complicados lazos que esa posición geográfica ha generado entre un país menos avanzado y la inmediata primera potencia capitalista.
Y ciertamente, y a pesar de todo, los mexicanos, incluso los “sobrepasados por la frontera expansionista gringa”, han logrado sobrevivir a los embates, reconfirmar sus raíces nacionales y culturales, y guardar con celo su personalidad y su legado para seguir siendo hijos legítimos de su tierra a pesar de un tortuoso devenir.
Como bien ha apuntado un AMLO objetivo y de acertadas miras estratégicas, quien no desistió nunca de viajar a Washington a pesar de solicitudes y críticas, “aunque tengamos posturas ideológicas distintas, si se pone por delante el interés de las naciones se puede llegar a acuerdos sin prepotencia, sin extremismos, y buscando siempre la conciliación, el diálogo, el respeto mutuo”.
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