El 2020 resultó muy especial para Argentina, entre otros factores porque coincide con el primer año de gobierno progresista de Alberto Fernández y Cristina Fernández, quienes se propusieron transformaciones internas mucho más aceleradas que las impuestas por la COVID-19 y la situación mundial.
Se preveía por este binomio hacer mucho más para dejar atrás los estragos del régimen ultraderechista de Mauricio Macri, un mediocre presidente que volvió a endeudar la nación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en más de 60 000 millones de dólares que no pudo pagar.
Los Fernández, como suele llamarse al dúo presidencial que ganó la Casa Rosada con el Frente de Todos e imprimió un tinte progresista a sus plataformas oficiales, pensaban acelerar este primer año la reestructuración de la economía y su repercusión en la sociedad.
Es cierto que el pueblo argentino, que sufrió cuatro años de medidas neoliberales, esperaba mucho más del 2020, pero las circunstancias impidieron un mejor desempeño del Ejecutivo.
Nadie imaginó que apenas cuatro meses después de la asunción de los Fernández, la tierra del tango sería víctima de la COVID-19, una pandemia mundial que en la práctica inmovilizó el desempeño económico.
Desde marzo, cuando asomó el nuevo coronavirus, la catástrofe dejada por Macri era harto visible: profunda crisis económica con recesión, mayor pobreza, devaluación, inflación y deuda externa sin precedentes.
Un ejemplo de cómo afecta la COVID-19 a Argentina es que durante el primer semestre de este año la pobreza dejada por Macri era del 35,5 %, pero subió al 40,9 y al cierre del 2020 alcanza al 44,5 de la ciudadanía.
A pesar del terrible cuadro sanitario, el gobierno no se quedó quieto.
Una de sus grandes preocupaciones fueron los temas de trabajo y empleo y, en ese sentido, implementó políticas de acompañamiento social y económico, como fue la prohibición de dimisiones sin causa, acuerdos con el sector empresarial para asumir parte del salario de sus empleados, créditos para pequeñas y medianas empresas, y por corto tiempo dictó el ingreso familiar de emergencia para aliviar la situación de al menos el 25 % de la población.
Otras resoluciones fueron el congelamiento de los alquileres y situar precios fijos a los productos básicos familiares.
Este diciembre, los argentinos vislumbraron una esperanza en el inicio de la vacunación el próximo año, y para ello el presidente confirmó las gestiones para la adquisición del medicamento ruso Sputnik V.
Cuando este mes tenía solo 10 días, Fernández junto a su ministro de Salud, Ginés González, anunciaron el contrato firmado para recibir 600 000 dosis del fármaco a finales del año.
Magnífica noticia para un país que el pasado día 12 sumaba 1 489 328 positivos, de los cuales 1 324 792 son pacientes recuperados y 123 930 son confirmados activos. Los fallecidos se estimaban en 40 606.
Fernández se destacó, en la crisis sanitaria, como uno de los líderes de América Latina que mejor manejó la situación. Nunca minimizó la pandemia, decretó una cuarentena estricta, cerró fronteras y negoció con la oposición y consiguió su apoyo en esta delicada situación
Logró sortear las marchas contra tales medidas dirigidas por grupos opositores afines a Macri. Los manifestantes antiperonistas reclamaban una libertad que nunca estuvo en peligro en Argentina.
Uno de los grandes aciertos de este año, en que sería injusto un balance crítico de su administración aunque hubo algunas notas discordantes, como el desalojo de casi 2000 familias por la fuerza en la localidad de Guernica, en la provincia de Buenos Aires, fue elevar al Congreso Nacional el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que al cierre de esta nota ya se discutía en el Senado.
Sería quizás la victoria más importante de Fernández, que envió personalmente la solicitud al órgano legislativo y ganó la primera media ronda en Diputados, en medio del júbilo de millones de mujeres que reclamaban desde hace décadas la posibilidad de tener sus hijos en el momento deseado y no por imposición de anacrónicas decisiones oficiales.
Si se aprueba el documento antes de que finalice el año, tal como pretende el mandatario, se abren para las féminas argentinas nuevos caminos a futuro.
Asimismo, contra los pronósticos mas pesimistas, el gobierno logró reestructurar la deuda externa con los acreedores del FMI en condiciones muy favorables para el país.
En agosto culminó una renegociación tensa plagada de regodeos. El acuerdo resultó un alivio para el exjefe de gabinete del fallecido presidente Néstor Kirchner, el primero que salvó a Argentina de la ruina debido a los préstamos no pagados por su antecesor en el cargo, el también derechista Carlos Menem.
Nunca pensó la ciudadanía que el grueso error de Menem volvería a repetirse, y tampoco que Fernández, la mano derecha de Kirchner, sacaría a los argentinos del entuerto económico. Las palmas para el ministro de Economía, Martín Guzmán, uno de los que también puso el pecho en las conversaciones con el poderoso organismo capitalista.
Al respecto, el presidente afirmó que “con mucho esfuerzo, hicimos un gran trabajo, y gracias a los argentinos que nos acompañaron, a pesar de los que por otro lado no lo hicieron”, dijo en referencias a las corrientes de la derecha que también sustentaron una sublevación anticuarentena en una estrategia de desestabilización nacional.
Las columnas derechistas y antiperonistas libran una guerra sin cuartel contra el binomio Fernández y los principales ministros y gobernadores del Frente de Todos. Para ello han adoptado actitudes crispantes, en especial en las redes sociales, como negarse a la vacunación contra la COVID-19, incumplir las cuarentenas ordenadas, rechazar todo lo que sea diferente a lo sucedido durante el régimen anterior, siempre en contra de una mayoría.
LA COVID-19 CONTRA EL DESARROLLO
Pero este primer año de mandato, en que los votantes esperaban ver cristalizadas algunas promesas de campaña, los planes debieron posponerse ante la imposibilidad de reuniones debido a la pandemia. A medias el gobierno y otros poderes siguieron funcionando con altas y bajas.
El Congreso argentino, donde el Frente de Todos posee mayoría, convirtió en ley en noviembre un impuesto extraordinario “a las 12 000 personas” de mayor fortuna para solventar la lucha contra la COVID-19, otorgar subsidios a la pobreza y créditos a las pequeñas y medianas empresas (pymes).
El llamado aporte solidario, por única vez, tratará de recaudar el equivalente a unos 3 000 millones de pesos (moneda nacional).
En la cuerda de equilibrar la justicia social, a principios de septiembre Fernández sorprendió al establecer un cupo inédito para que, por lo menos, un uno por ciento de la administración pública sea ocupado por personas travestis, transexuales y transgénero.
También por decreto, el mandatario legalizó en noviembre el autocultivo de marihuana con fines medicinales. Se trata de un antiguo anhelo de los sectores progresistas que buscaban modificar las políticas de drogas llamadas inofensivas, consumidas con fines medicinales.
A pesar de que el gobierno no pudo trabajar a plena capacidad, los debates internos no se detuvieron.
La negativa a celebrar Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), con vistas a la elección de diputados y senadores en 2022 fue expuesta por gobernadores y legisladores del Frente para la Victoria (FVP) y otras fuerzas políticas, dado su alto costo y la presencia de la pandemia y sus riesgos.
Para la elección de diputados y senadores en 2022, las PASO, comicios internos de los partidos para escoger sus candidatos a elecciones, están previstas para agosto de 2021 con vistas a la renovación del Congreso Nacional.
Al respecto, Fernández expresó durante una entrevista radial que el proyecto presentado al Legislativo “toma en cuenta que en un contexto de pandemia, cuanto menos se movilice a la gente, mejor”. Las PASO, dijo, requieren un gasto de unos 158 millones de dólares, los que servirían para cubrir gastos fundamentales, como la compra de vacunas.
Alineado a las políticas progresistas mundiales, el gobierno de los Fernández intenta devolver el prestigio internacional perdido con Macri y además d mostrar signos de solidaridad con determinadas causas, batalla por el retorno de organismos de integración perdidos durante el neoliberalismo.
Este año 2020 también dejó dolores a quienes perdieron sus seres queridos por la pandemia. Inesperado causante de una gran conmoción nacional fue el fallecimiento de Diego Armando Maradona a los 60 años, con razón llamado Rey, y Pibe de Oro del fútbol mundial. De humildísima procedencia social, identificado con los gobiernos de izquierda y la gente más pobre, dejó de luto a sus millones de seguidores en el mundo y su velatorio en Buenos Aires hizo olvidar a los argentinos algunas horas el diario bregar y los esfuerzos de un gobierno popular por proteger a los suyos. La vida paró cuando se fue Maradona.
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