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viernes, 1 de noviembre de 2024

¿Cazafantasmas?

Washington parece empeñado en poner al rojo los vínculos con Moscú...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 11/03/2021
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Rusia-demonizan-sancionan
Rusia es y será un hueso muy difícil de roer, algo que no deberían tomarse a la ligera aquellos que la demonizan y sancionan. (Tomada de sputnik.com)

A ver… no se trata de que la administración de Joe Biden inaugure épocas difíciles con relación a Rusia.

Es que, sencillamente, y como corresponde a un gobierno defensor del “sistema”, está dando continuidad a la larga y permanente campaña gringa contra el gigante euroasiático, un tradicional obstáculo de los planes hegemonistas Made in USA desde los tiempos de la URSS hasta nuestros días, obviando, si acaso, el breve lapso de la turbulenta jefatura del beodo Boris Yeltsin al frente del Kremlin.

Así, hace pocos días, el presidente Vladímir Putin hacía notar este “recorrido oficial norteamericano”, cuando ante la junta del Servicio Federal de Seguridad, y según reportes de prensa, indicaba que su país está enfrentando una absoluta “política de contención” liderada por los Estados Unidos.

“Se trata de una línea de conducta consistente y bastante agresiva, destinada a interrumpir nuestro desarrollo, a ralentizarlo, para crear problemas en el perímetro exterior, desencadenar inestabilidad interna, socavar los valores que unen a nuestra sociedad y, en última instancia, debilitar a Rusia y ponerla bajo control externo”, añadía el líder del Kremlin.

Y no deja de ser cierto. Las trazas de ese plan intentan explotar la siembra en el imaginario mundial de un “régimen ruso” tenebroso, demoníaco, expansionista y burdo, empeñado en desintegrar la alianza occidental, y que, por tanto, debe ser enfrentado —ha dicho el propio Biden a sus socios de la OTAN— por una comunidad trasatlántica unida. Y para ello se remarca en cercanas “experiencias claves” con respecto a Moscú como sus “hostilidad” contra Ucrania, su pretendida “anexión” de Crimea, o la “injerencia” en Siria.

Sin embargo, lo cierto, según analistas, es que Rusia resulta temida por tratarse de una nación “consolidada como la mayor potencia euroasiática; una superpotencia militar hipersónica; y con habilidades diplomáticas inigualables, apreciadas en todo el Sur Mundial”.

Y como estos “argumentos” no suelen ser abiertamente expuestos por los hegemonistas, tanto con respecto a Rusia como a China, la justificación del inusitado despliegue militar occidental se sustenta en la demonización de los enemigos con el propósito de dar pretendido valor “lógico” al nuevo concepto estratégico denominado “OTAN 2030: unidos por una nueva era”.

Ahora mismo, por ejemplo, y a partir de recientes disloques informáticos en varias instituciones norteamericanas, el rotativo The New York Times reveló que la administración demócrata planea “acciones clandestinas” contra los sistemas cibernéticos de algunas entidades oficiales de Rusia, toda vez que considera lo acontecido en los Estados Unidos como un “nuevo ataque de hackers rusos”, aún cuando no exhiba ninguna prueba al respecto.

Un plan que Moscú ha calificado como “neto ciberdelito internacional” que, sin dudas, hará más tensas las relaciones bilaterales ya altamente deterioradas en los últimos tiempos.

Y, en esta disputa, lamentablemente Washington vuelve a pasar por alto una incontrastable realidad de nuestra época. Y es que si Donald Trump fue considerado por más de un experto como el presidente bajo cuyo mandato se inició el objetivo e inexorable declive de los Estados Unidos como primera potencia global, a Biden le tocará ser el segundo mandatario en andar por esa misma pendiente, a menos que los verdaderos sectores gringos de poder opten por el camino de una loca guerra generalizada donde no sobrevivirá nadie para contar la historia.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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