A pocos días de realizada la esperada reunión en Ginebra de los presidentes ruso, Vladímir Putin, y estadounidense, Joe Biden, no pocos analistas se preguntan qué finalmente Washington y sus aliados pretendieron con semejante espectáculo de pura mímica.
Y es que apenas a horas del cierre del encuentro cumbre y de las declaraciones triunfalistas de la Casa Blanca, las provocaciones, tensiones y actos concretos de amenaza y agresión contra Rusia provenientes desde los coaligados del oeste parecen haberse acelerado y ampliado, lo que reduce a mero teatro de zanahoria y garrote lo dicho y hecho por Biden en la cita ginebrina.
Ni siquiera la celebración por estos días del aniversario setenta y seis de la victoria soviética contra el fascismo germano, ni el ochenta del inicio de la Gran Guerra Patria, con toda la enorme carga —ambas— de penurias, destrucción, muerte, y enseñanzas políticas, militares y humanas parece inducir la más mínima pizca de raciocinio entre los medios hegemonistas y absolutistas de hechura Made in USA.
Así, las fórmulas devastadoras, violentas, oportunistas y demagógicas siguen llenando de manera preferente los espacios en el prontuario imperialista con relación al resto de la comunidad internacional.
De hecho, esta semana los Estados Unidos anunció el comienzo de la instalación de lanzaderas Aegis contra misiles balísticos en el territorio de Polonia, cerca de la localidad Redzikowo, con el propósito de intentar neutralizar cualquier respuesta de la defensa coheteril rusa ante un ataque de la OTAN.
Este despliegue forma parte del establecimiento del ya conocido “escudo antimisiles” norteamericano en Europa, que convierte además al oeste del Viejo Continente en blanco obligado de Rusia en caso de guerra.
Por demás, a la altura del Mar Negro, y frente a las costas de Crimea, la armada y la aviación militar de Rusia debieron realizar disparos de advertencia a un buque militar británico que irrumpió de manera provocadora en las aguas territoriales rusas.
El grave incidente se registra a pocos días de la realización, en tan conflictiva área, de los ejercicios militares occidentales Sea Breeze 2021, organizados por Ucrania y la Sexta Flota de los Estados Unidos, y que en esta ocasión sumará 5000 efectivos, 32 buques de guerra y 40 aeronaves de 32 países aliados de USA.
Desde Moscú las respuestas no tardaron. La jefatura de la armada rusa calificó de provocación deliberada la violación realizada por la nave de la Royal Navy, mientras que el vicetitular de exteriores, Serguéi Riabkov, insistió en que la “inviolabilidad” de las fronteras es un “imperativo absoluto”.
En consecuencia, añadió, “nuestro país defenderá su integridad territorial por todos los medios diplomáticos, políticos y, si es necesario, militares”.
La defensa rusa también dio a conocer la entrada en servicio activo de las primeras unidades del sistema de misiles S-500 que, según los especialistas, “aumentará significativamente la capacidad de defensa de Rusia”.
Los S-500 o “Prometheus”, como también se les conoce, integran la legendaria familia del arsenal antiaéreo y antimisiles de Rusia, y se caracterizan, entre otras opciones, por un alcance efectivo de hasta 600 kilómetros, poder batir simultáneamente diez blancos independientes, e interceptar y destruir misiles balísticos intercontinentales, así como misiles de crucero hipersónicos, aviones y helicópteros.
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