//

sábado, 2 de noviembre de 2024

De burla y hostilidad

Washington nunca renunció a convertir a Rusia en un gigante cargado de debilidades...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 08/12/2020
0 comentarios
Flota Rusa-Otan Mar Negro
Crimea ve intensificarse la amenaza militar de la OTAN en sus cercanías, a la vez que Rusia advierte que responderá con firmeza a toda agresión en el Mar Negro.

Se sabe que a meses del derrumbe de la Unión Soviética, entonces bajo el liderazgo de Mijaíl Gorbachov, la Casa Blanca prometió al entonces secretario general del PCUS que un cambio político a la derecha en el entonces Campo Socialista nunca implicaría el avance de la OTAN sobre las fronteras occidentales del gigante euroasiático.

Lo que deliberadamente se ocultó al Kremlin en esos aciagos días fue que tales votos eran solo una tomadura de pelo, porque los círculos de poder estadounidenses ya habían sentenciado que, descoyuntada la pretendida “cortina de hierro comunista”, era un imperativo para Washington evitar a toda costa el resurgimiento e instalación de otra u otras potencias adversarias a escala global.

El “cuento Made in USA” tendría después prolongación en otros asuntos altamente sensibles, como la burda intención de convencer al Kremlin de que el sistema antimisiles gringo no estaba dirigido contra Rusia, sino contra posibles “Estados fallidos” que optaran por obtener el arma atómica.

De todas formas, la nefasta realidad no tardaría en imponerse, y la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte liderada por USA, incluiría finalmente en su nómina a casi todos los países de Europa del Este que poco antes fungían como aliados de los soviéticos.

En pocas palabras, el camino expedito hacia las divisorias rusas, y la prueba absoluta de que, llámese URSS o Rusia, y mucho más luego del descalabro del tormentoso y denigrante período de gobierno de Boris Yeltsin, el vasto espacio geográfico que se extiende desde suelo europeo hasta los mares aledaños a Japón, seguiría siendo para los hegemonistas un obstáculo a batir más allá de sus preferencias políticas nacionales.

Y si en términos concretos la antigua URSS enfrentó una virtual sangría territorial con el desgajamiento de varias de las repúblicas que la integraban, el belicismo occidental no ha dejado de persistir en encimarse a las actuales divisorias rusas.

Caso concreto, la inducida “revolución de colores”, por cierto bien violenta, que convirtió a Ucrania en un peón anti ruso, y la intensa campaña de sanciones y demandas contra Moscú ante la decisión de reincorporar a su territorio a la Península de Crimea, en pleno Mar Negro, luego de un referendo que otorgó a esa opción el voto mayoritario de la población local.

Desde entonces a acá los Estados Unidos y sus restantes aliados no han cesado de atacar la decisión del Kremlin e incentivar las tensiones en torno a ese territorio.

Bajo la hoy saliente presidencia de Donald Trump, por ejemplo, el exsecretario de defensa, James Mattis, llegó a promover “la entrega de armamento letal a Kiev para enfrentar la invasión rusa”, y enfatizó que “los Estados Unidos nunca aceptará la vuelta de Crimea a la geografía de Rusia”, aun cuando ella obedezca a la voluntad soberana de sus ciudadanos.

Por demás, hace apenas unos días, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, volvió a acusar a Rusia de “incrementar su poder militar en la península de Crimea y en el mar Negro”, y subrayó que “la Alianza militar de países occidentales, encabezada por Washington, responde a esto reforzando su presencia en tierra, mar y aire” en esa sensible zona.

Por su parte, parlamentarios rusos indicaron que semejante acusación pretende demonizar el despliegue defensivo ruso en torno a una parte inalienable de su territorio, y recordaron que la Alianza Atlántica insiste en desplazar sus efectivos y medios de combate hacia naciones europeas fronterizas con Rusia a todo lo largo de la divisoria común.

Se trata de acantonamiento de efectivos, creación de bases militares de varias armas, y ubicación de lanzaderas de misiles y de elementos de la titulada defensa anti coheteril gringa en territorios como Polonia, las ex repúblicas bálticas de la extinta URSS y las cercanías de Crimea.

Rusia, dijeron las fuentes, no representa una amenaza para otros Estados, actúa en legítima e irrenunciable defensa, condena el desborde de la OTAN sobre sus fronteras occidentales, y responderá con todos sus medios al militarismo de Washington y sus restantes aliados en la región.


Compartir

Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


Deja tu comentario

Condición de protección de datos