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jueves, 31 de octubre de 2024

De trampas y golpes

La OTAN liderada por Washington se irá de Afganistán, mientras en Iraq la resistencia local acrece...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 20/04/2021
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Soldados en Guerra de Afganistán
USA y sus aliados programan irse de Afganistán, mientras en otros patios crecen las acciones armadas contra tan perniciosa presencia

Ridículos o desjetados, la Casa Banca y sus socios de la OTAN acaban de anunciar que en fecha cercana comenzarán el retiro de los casi diez mil efectivos que, luego de veinte años de ocupación armada, permanecen aún en Afganistán, de los cuales unos tres mil son estadounidenses.

Todo empezó tiempo atrás, cuando a semanas de su derrota electoral, Donald Trump agitó un pretendido acuerdo de paz con los Talibanes y la salida de los militares gringos en fecha breve (este mayo). Ahora Joe Biden habla de mudarlos para septiembre, y sus aliados repiten que harán lo mismo en similar intervalo.

Lo llamativo es que ambos agresores coaligados pretextan para su decisión un argumento que es harto conocido y repetido casi desde los inicios de la agresión contra suelo afgano en 2001: “No hay solución militar”. La guerra “solo ha dado  gastos y problemas”, así que  tras dos decenios de destrucción, muerte, desmanes, torturas y genocidio, los muchachos occidentales recogerán bártulos y volverán a casa con su correspondiente carga de traumas, mientras los afganos deberán vérselas solos con tan nefasta herencia…y “chirrín, chirrán”… aquí no ha pasado nada.

Sencillo, simple…y hartamente desvergonzado y brutal…pero qué esperar de semejantes especímenes mundiales.

Claro, el dilema de la ocupación de espacios mesorientales y centroasiáticos no es solo el desgaste y el atascamiento de los invasores en medio de la rocosa y escarpada geografía afgana, sino el hecho de que las “gloriosas victorias antiterroristas” iniciadas en los tiempos de George W. Bush han derivado en un insoportable y extendido aprieto cuyo final incluso el soberbio Trump batuqueó como una  sensible promesa en sus diatribas pre electorales.

En Afganistán,  el inicial maridaje con la terrorista Al Qaeda de Bin Laden y los chicos de las “madrazas” que conformaron el extremista movimiento Talibán, finalmente no logró los frutos deseados por Washington, ni mucho menos lo hicieron los masivos ataques posteriores al episodio de las Torres Gemelas, el pretexto sempiterno para otras tropelías injerencistas en Iraq, Libia y Siria.

Tampoco ha servido de nada, en los planes desintegradores de la Casa Blanca y sus aliados con respeto  a Oriente Medio y Asia Central, el distendido comadreo con el Estado Islámico, al cual, a cambio de una oportunista alianza, se le otorgó en sus inicios la segura oportunidad de establecer un flamante  califato sobre tierras usurpadas a Iraq y Siria.

Todo ello, con una inevitable y elevadísima cuota de vidas humanas e incontables pérdidas materiales, ha puesto en evidencia que la presencia de tropas norteamericanas y otanistas en aquellos estratégicos escenarios, son la causa fundamental de lo sufrido hasta hoy y de la desestabilización regional permanente.

De ahí que en Iraq, que ha solicitado más de una vez oficialmente el retiro de las fuerzas militares gringas y de sus aliados, sean cada vez más frecuentes los golpes de las milicias populares locales contra los establecimientos de los invasores.

Solo en los últimos días, según recopilación de la prensa, tres drones de la resistencia iraquí que burlaron los  sofisticados medios norteamericanos de detección, bombardearon la base aérea estadounidense Ain al-Asad, en la provincia de Al-Anbar, en el oeste de aquel país.

Días antes, otro aparato no tripulado había atacado instalaciones militares gringas en el aeropuerto de la ciudad de Erebil, capital del Kurdistán iraquí, mientras descargas de artillería y misiles hicieron blanco en la base norteamericana de Al-Balad, en la provincia central de Salah-al-Din, y se reportó un ataque similar contra un convoy bélico en el oriente.

En pocas palabras, todo un notorio paquete de razones que de alguna manera evidencia que largarse de una vez de ciertos puntos calientes no es para los hegemonistas una cuestión de “razonable objetividad”, sino un imperativo ante el olor creciente a nuevas complicaciones que pueden ser mucho más costosas e inciertas para los creadores universales de estropicios.

¿Ah… y que hay con los ilegales contingentes militares norteamericanos  que hoy roban el petróleo sirio?


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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