No sé qué escribirán los historiadores dentro de unos años, pero si de verdad se atañen a lo acontecido y no son de los que se apegan a repetir los corolarios fabricados y pagados por ciertos intereses, tendrán que alabar a Siria como el país y el pueblo que puso freno al más reciente desmadre hegemonista norteamericano en Oriente Medio y Asia Central.
La carrera Made in USA calculada desde decenios atrás, y que encontró en los controvertidos atentados del 11 de septiembre de 2001 el pretexto para su desboque sobre escenarios estratégicos para Washington, tuvo ciertamente en Siria un severo muro de contención, en cuya resistente amalgama cupo a esa nación un costo supremo, pero también un papel descollante y de primerísima línea.
Todo marchaba viento en popa luego del presunto “avionetazo” de Al Qaeda. El Afganistán de los talibanes, hijastros, protegidos y aliados de la Casa Blanca en una época, cedió a la invasión “antiterrorista” norteamericana.
Irak fue devastado y ocupado a nombre de la destrucción de presuntas “armas de exterminio masivo” que hasta hoy nunca han sido halladas ni presentadas por los atacantes.
Libia sucumbió ante la agresión armada externa coaligada con grupos facciosos locales, y la atomización del área debería concluir con el desmembramiento sirio y el abrupto final de un país con una trayectoria firme y persistente ante las andanadas de traidores regionales, del sionismo israelí, y de las fuerzas sionistas y hegemonistas por hacerse del control de un espacio más que apetecible por su ubicación geográfica y sus enormes riquezas energéticas.
Solo la resistencia y la respuesta decidida a todos los contratiempos y dramas de una guerra, que ronda el decenio con múltiples bajas humanas y copiosas destrucciones, ha permitido no ya la supervivencia de Siria, sino su victoria casi total contra todos los complots en su contra.
La causa del pueblo sirio ha otorgado otros bienes. Entre ellos, la convergencia en su territorio, previa autorización nacional, de actores globales que como Rusia, Irán y el Hizbulá libanés componen junto a Damasco una fuerza decisiva en el nuevo destino de la nación y de toda la región circundante.
El Frente de la Resistencia ha colaborado activamente con el ejército local en la liberación de la mayoría del suelo nacional, la consolidación del trabajo de reconstrucción, la contención de las renovadas apetencias de grupos armados títeres, agrupaciones terroristas y de sus respectivos promotores externos, y ha confirmado más de una vez junto a Damasco que no habrá licencia frente a los agresores que, como las tropas de los Estados Unidos, se dedican hoy a patrullar ilegalmente espacios locales y a robar el petróleo sirio por mandato expreso de Donald Trump.
En consecuencia, los combatientes sirios, conscientes de que son los máximos responsables de la seguridad e integridad de la patria, mantienen por estos días una fuerte y alentadora ofensiva sobre las agrupaciones terroristas que en la región de Idlib operan con anuencia turca.
- Consulte además: Siria: plan fracaso
Medios de prensa indican que las exitosas operaciones, apoyadas por artillería, aviación y blindados, han hecho severa mella en las filas de la facción terrorista Hayat Tahrir al-Sham, liderada por el Frente Al-Nusra, y afiliada como este último a Al-Qaeda. Las fuentes confirman textualmente que “el intenso bombardeo de los militares sirios contra el enemigo se ha producido en represalia a las repetidas violaciones del alto el fuego por las agrupaciones ultraviolentas respaldadas por Turquía en Idlib, las cuales han intensificado sus ataques contra las áreas bajo el control del gobierno de Damasco”. En la zona se había establecido una tregua desde el pasado 5 de marzo, pactada entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.
Frente a los actos punitivos de los “rebeldes” ligados a Ankara, dijo Damasco, se instrumentó la nueva ofensiva militar “como evidencia de la tolerancia cero a los terroristas en el país, y del compromiso de liberar cada centímetro del territorio nacional de la presencia de los extremistas, así como de cualquier otro ocupante, sea quien sea”.
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