Mientras por estos días se espera el inicio en el Congreso gringo del juicio político contra Donald Trump relacionado con sus sucios manejos para obligar a las autoridades de Ucrania a investigar, por presumible corrupción, al hijo de su posible rival demócrata Joe Biden en los comicios de este año, el señor presidente de los norteamericanos acaba de entregarse a otra aventura de chantaje abierto y descarnado.
Se trata de su recién divulgado mensaje a Iraq de que verá obstaculizada su cuenta petrolera multimillonaria controlada por la Reserva Federal de los Estados Unidos, Fed, si se materializa la solicitud del parlamento de aquella nación árabe de expulsar a todas las tropas norteamericanas que aún permanecen en territorio nacional a dieciséis años de la invasión militar que derrocó al gobierno de Sadam Hussein bajo el pretexto de que poseía armas de destrucción masiva nunca localizadas.
El legislativo con sede en Bagdad votó días atrás una resolución en ese sentido luego del asesinato por la aviación gringa del general iraní Qasem Soleimani, jefe de las fuerzas Al Quds, y de varios de sus colaboradores en la lucha contra el terrorista Estado Islámico, creado, armado, pagado y entrenado por Washington y sus aliados como parte de sus planes hegemonistas en Oriente Medio y Asia Central.
Según se dijo, en un mensaje remitido desde la Casa Blanca a las oficinas iraquíes de gobierno, se amenazó abiertamente a Bagdad con bloquear su enorme cuenta petrolera en la Fed si los cinco mil 200 militares gringos que aún permanecen en Iraq son obligados a salir del país.
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Ello significaría, en términos redondos, privar a Iraq de la mayor parte de su presupuesto, toda vez que las ventas de petróleo representan noventa por ciento de sus ingresos anuales, unos 112 mil millones de dólares solo en el pasado 2019.
Fuentes iraquíes de diferentes tendencias dijeron que se trata de un evidente chantaje que provocaría la virtual paralización de la economía nacional.
El asunto es que luego de la Primera Guerra del Golfo, bajo la presidencia de George Bush padre, se estableció la manipulada resolución 1483 del Consejo de seguridad de Naciones Unidas, que condicionó “el alivio de las sanciones y el embargo petrolero impuesto a Irak tras la decisión de Sadam Hussein de invadir Kuwait” a la remisión a la Fed de todos los ingresos procedentes de las ventas de crudo iraquí, lo que puso en manos de Washington un claro control sobre los fondos mayoritarios de una nación ajena.
Eso ha permitido a Trump repetir sin pudor, ahora contra el parlamento iraquí, la extorsión que instrumentó tiempo atrás con Kíev, cuando condicionó la remisión de ayuda militar a Ucrania a que sus autoridades promovieran una inquisitoria contra el hijo del ex presidente Joe Biden para arruinar la posible candidatura demócrata de este último con vista a los comicios presidenciales de noviembre.
Según medios de prensa, la amenaza del mandatario gringo a Iraq apunta además contra ciertos cánones formales relativos a la Fed, que se supone “maneje sus actividades de forma independiente a las políticas externas del gobierno” de turno en Washington.
En ese sentido las fuentes precisaron además que con este nuevo acto de chantaje Trump ha vuelto a sacar la mano más allá de lo permitido, al politizar en demasía las operaciones monetarias de esa entidad financiera gringa “lo que afecta su prestigio y su integridad en su relación diaria con los clientes.”
Desde luego, semejante comportamiento no se trata de ninguna innovación presidencial de última hora. No es más, al decir de analistas, que la confirmación de que la extorsión, la compulsión, la cocacción y la imposición son y siguen siendo “pilares” históricos de una potencia sin ética ni decencia institucionales.
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