La existencia de traidores y quinta columnistas no es algo inusual en los conflictos internos, regionales o globales.
Al parecer es común que ciertos individuos o grupos, interesados más en sus ambiciones y en las posibles dádivas de sus “empleadores” que en el bienestar de sus respectivas patrias, sean capaces de aliarse con intereses ajenos y recabar su apoyo contra sus propios conciudadanos.
Y, por estos días, y tras casi un decenio de agresión terrorista externa, Siria experimenta otro capítulo de tan inescrupuloso desmadre de apostasía.
Según medios de prensa internacionales, el autodenominado opositor Frente de Salvación Sirio, donde se funden extremistas islámicos, políticos corruptos y estamentos terroristas propuso por estos días al régimen de Tel Aviv una más estrecha colaboración para que prosiga su apoyo a las bandas armadas que han intentado derrocar al gobierno legítimo de la nación árabe.
Y hablamos de “proseguir”, porque sin pudor alguno Israel no solo ha entregado pertrechos y entrenamiento a los grupos sediciosos sirios, sino incluso ha procurado atención médica para sus bajas en combate trasladadas de corre corre a centros hospitalarios sionistas, y visitadas más de una vez en su convalecencia —con programada cara compungida— por el mismísimo Benjamín Netanyahu.
Desde luego, la “asistencia” redoblada por la que claman los presuntos rebeldes no es gratuita.
Las monedas de cambio son varias y, sin dudas, para observadores y gentes decentes, evidencian claramente la hechura de los especímenes a que hacemos referencia.
Según los propios peticionarios, la misión se enfoca en establecer contactos con el gobierno, los partidos políticos y el parlamento de Israel, a fin de recuperar la “paz y la cooperación” entre la “Nueva Siria” y el Estado sionista.
Los “rebeldes” destacarían un representante permanente dentro de los territorios sirios ocupados por Tel Aviv y apoyarían la depredación sionista en el espacio mesoriental, reconocerían oficialmente al régimen de Netanyahu, trabajarían por estrechas relaciones mutuas, y se mostrarían cooperativos y conciliadores con relación al despojo del Golán sirio por el Estado hebreo desde la guerra de la década de los setenta.
En fin, todo un enjundioso paquete de “golosinas” para el ambicioso aliado de los Estados Unidos en el Oriente Medio.
Analistas indican que toda esta artimaña encaja perfectamente con los propósitos del titulado programa norteamericano para la consolidación y eternización del Israel sionista, y que abarca el descalabro de gobiernos independientes del área, el acoso de Irán, la propia agresión a Siria, la demolición del movimiento de resistencia palestino, y la santificación del despojo territorial de Tel Aviv a cuenta de ese heroico pueblo y de las naciones árabes vecinas.
En ese sentido, las mismas fuentes recuerdan que desde el estallido de la crisis siria en 2011, “el régimen de Israel ha alentado la destrucción de Siria mediante el apoyo logístico que ha ofrecido a los grupos armados que operan contra el Gobierno de Damasco”.
Es más, subrayan, el sionismo “no ha dudado en armar a los terroristas y atacar las posiciones de las Fuerzas Armadas sirias con el total consentimiento de Washington”.
Y ahora, con la soga al cuello, los “combatientes por la libertad” en Siria ponen sobre la mesa, sin pudor alguno, un cheque en blanco a favor de Tel Aviv para que siga insistiendo en su añejo y brutal padrinazgo.
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