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viernes, 1 de noviembre de 2024

Hondureños protagonizan primera caravana de emigrantes del 2021

La nación centroamericana es víctima de los grandes males que azotan a esa región...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 18/01/2021
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Caravana de migrantes hacia EE.UU
Por una carretera en El Florido, Guatemala, la nueva caravana centroamericana se dirige hacia los Estados Unidos el 16 de enero de 2021 (Foto: AP)

Dispuestos a sacrificar sus vidas y la de sus hijos, más de 5000 hondureños protagonizan la primera caravana de emigrantes de este 2021, en el interés de llegar a Estados Unidos para tratar de mejorar su vida, si eso es posible. Entrevistados por medios de comunicación, la mayoría destacó que en Honduras nada hay para ellos, por lo que prefieren arriesgarse junto a sus seres queridos a los peligros del camino y las adversidades que generará su llegada a otros países fronterizos, comprometidos con Washington en evitar su paso hasta el antiguo país de los aztecas.

Mujeres y niños, algunos muy pequeños, son mayoría de ese conglomerado humano que el pasado jueves partió de la ciudad de San Pedro Sula apenas con la ropa puesta. Sin viviendas, trabajo, protección contra la COVID-19 y expuestos a la muerte por la violencia sistémica; ellos prefieren aventurarse en las carreteras que retornar a una nación donde las familias pobres son ignoradas por los gobiernos, atacadas y asesinadas por grupos paramilitares o mafiosos.

El año 2020 fue particularmente tenso para los poco más de 9 000 000 millones de hondureños que sobreviven sobre una base política dictatorial, desigual y mortífera, que dura 11 años, representada ahora por el presidente Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, indicado por corrupción.

La crisis política, económica, social y de derechos humanos instalada en Honduras se recrudeció con el brote de la COVID-19 y el paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre pasado, que dejaron un país de tierra arrasada. A su paso por Honduras, los ciclones dejaron daños materiales por 1800 millones de dólares, con un impacto del 0,8 % en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), y graves pérdidas sufridas por la agricultura, la ganadería y la minería.

Pero si alto fue el costo del paso de los dos ciclones también lo fueron las consecuencias humanitarias. Más de 4 000 000 de personas fueron afectadas, con 2,5 millones durmiendo bajo el cielo y otras 92 000 en albergues, ya que 62 000 viviendas quedaron destruidas. Aún en esas condiciones, los damnificados solo poseen el mínimo resguardo ante la pandemia, como el uso de mascarillas.

Al duro golpe que representó el paso de los huracanes y el desinterés oficial en la recuperación de las zonas afectadas, sin solución a la vista, se une la trágica cifra de muertos y contagiados por la pandemia, en una nación sin estructura sanitaria capaz de enfrentar la situación.

En Honduras 9 de cada 10 personas no están cubiertas por un seguro social y alrededor de 1,5 millones carece de acceso a la salud. A ello se le suma la baja contratación de personal de salud —médicos y enfermeros— y carencia de camas para los que requieren ingreso. En ese país solo hay cinco hospitales regionales para toda la población.

La primera vez que un personal de salud cubano viajó a Honduras fue en 1989, luego del azote del huracán Mitch. En septiembre pasado, para aliviar los estragos humanos generados por la pandemia, Cuba envió a Honduras una brigada del contingente médico Henry Reeve, especializada en epidemias y graves desastres naturales, como parte de la solidaria política del gobierno de La Habana.

El equipo isleño, que viajó a solicitud de las autoridades, regresó a Cuba luego de cuatro meses de colaboración contra la COVID-19, en especial en el área de prevención y manejo de la dolencia, confirmó a Prensa Latina la embajada de la isla en la capital hondureña.

Cifras oficiales indican que el pasado día 14 esa empobrecida nación rozaba los 132 000 contagiados por el nuevo coronavirus y 3335 fallecidos...

SIEMPRE HACIA ADELANTE

La primera caravana de emigrantes hondureños se encontraba el sábado último en Guatemala, a pesar de las amenazas de las autoridades locales de que no los dejarían pasar. La desesperación de los caravanistas fue tal, según testigos, que las fuerzas del orden desplegadas en la frontera se echaron a un lado, dejándoles el camino libre. Hasta entonces habían recorrido más de 200 kilómetros, la mayoría a pie.

Por orden presidencial, los efectivos guatemaltecos acompañan ahora a los dos grupos de caravanistas, de 3000 personas cada uno, para evitar confrontaciones en las carreteras. El Instituto Guatemalteco de Migración indicó que es “la primera vez” que una multitud migrante ingresa por el puesto fronterizo El Florido, pues “en ocasiones anteriores” lo hacían por los pasos de El Corinto y Aguacaliente.

Ahora es quizás el momento decisivo para esas personas que ansían llegar a suelo mexicano, aunque tengan que enfrentarse a las tropas movilizadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien sostuvo el pasado viernes una conversación al respecto con el electo presidente estadounidense Joe Biden.

Nadie olvida el tratamiento de “animales, violadores, ladrones” que el saliente ultraderechista Donald Trump dio a quienes en 2018 y 2019 buscaban mejorar su situación personal en el llamado “país de las oportunidades”. Sin embargo, el político que quiso levantar un muro de concreto para separar las fronteras mexicanas y estadounidenses deportó a quienes pudieron sobrepasar las dificultades, separó a los niños de sus padres y los enjauló como a bestias.

Nadie sabe cómo quedará la situación de los nuevos desplazados, aun cuando Biden prometió hace pocos días una solución para quienes huyen del hambre, la miseria y la violencia. Pero un adelanto de la embajada norteamericana en México nada bueno augura, pues advirtió que mantendría sus políticas migratorias al margen del nuevo mandatario demócrata.

Las políticas de la Casa Blanca incluyen “las restricciones de cruce fronterizo, las expulsiones inmediatas debido a la COVID-19 y los protocolos de protección al migrante”, dijo Edgar Ramírez, agregado del Departamento de Seguridad Interior en la sede diplomática de Washington en México D.F. Establecen, además, que los solicitantes de asilo llegados por su frontera sur deben esperar en territorio mexicano la resolución de sus casos, lo que, según informa el gobierno de López Obrador, debe cumplirse.

Sin embargo, autoridades mexicanas desplegaron unos 500 agentes migratorios en su frontera con Guatemala, informó Aristeo Taboada, delegado regional del Instituto Nacional de Migración (INM), quien aseguró que buscarán impedir el paso del posible “flujo migratorio masivo”.

Tras las multitudinarias caravanas de finales de 2018 y principios de 2019, Trump amenazó a México con sanciones comerciales si no tomaba medidas para detener la oleada migratoria. Su agónico gobierno firmó este viernes 15 acuerdos con autoridades locales y estatales, en lo que parece un esfuerzo para hacer más difícil a Biden cumplir con su promesa de detener las deportaciones y flexibilizar las peticiones de asilo, informó BuzzFeed.

Según documentos obtenidos por este medio periodístico, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) suscribió pactos con las autoridades de Arizona, Luisiana e Indiana y la Oficina del Sheriff del condado de Rockingham en Carolina del Norte, que exigen la entrega de un aviso 180 días antes de promulgar una gran cantidad de cambios en la política de inmigración.

Este compromiso, conocido como Acuerdo de Primera Promulgación del Santuario para los Estadounidenses (SAFE, por sus siglas en inglés), detendrá por al menos seis meses la implementación de las nuevas políticas del entrante gobierno demócrata. Por tanto, aún es difícil un pronóstico de cuál será el destino de los hondureños que, dicen, nada tienen que perder al lanzarse a lo que puede ser un trágico final para ya de por sí trágicas vidas.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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