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jueves, 31 de octubre de 2024

Iraq y Siria: Fórmula Común

Ambos países no admiten la presencia militar extranjera y sus efectos desestabilizadores...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 07/04/2021
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La imagen de la guerra en Siria
Los efectivos militares extranjeros que operan ilegalmente son los causantes de que Medio Oriente se mantenga como un foco de inestabilidad, des-trucción y penurias humanas.

No es ni puede ser un capricho que dos naciones independientes, objeto de una burda y persistente agresión externa, coincidan en percepciones exactas de cómo actuar ante tamaño dislate.

De ahí que tanto Bagdad como Damasco, junto a quienes apoyan sus respectivas causas de una forma u otra, concuerden en que los efectivos militares extranjeros que operan ilegalmente o por pura imposición en dichos países son los causantes, en vivo y en directo, de que a más de un decenio y medio de caos impuesto, Medio Oriente se mantenga como un foco de inestabilidad, destrucción y penurias humanas.

En consecuencia, las autoridades y los pueblos de ambos escenarios, marcados por la agresión hegemonista; el episodio de un terrorista Estado Islámico desbordado en el área con el apoyo de Washington y sus íntimos aliados otanistas, sionistas y regionales; y los bolsones agresivos que aún se empeñan en subsistir por estos días en su trajín injerencista, no podían dejar de coincidir en que una cirugía liberadora impone el extirpar de raíz el tumor maligno de la intervención foránea no aprobada ni deseada.

Así, tanto Bagdad como Damasco lo proclaman en cada tribuna internacional a la que acuden, y en el fuero interno de cada cual, la demanda la asumen las armas, que en los últimos tiempos exigen con más fuerza y efectividad.

En Iraq el gobierno y el legislativo lo han dicho a los interventores estadounidenses, mientras que las milicias populares se anotan bombardeos contra cuarteles gringos en diferentes puntos del país, o protagonizan la más reciente ola de ataques a caravanas castrenses de similar cuño que trasiegan armas, mueven a elementos terroristas, y cargan con petróleo y otros recursos robados en Siria y otros puntos de la geografía local.

Precisamente, cuando se escriben estas líneas, se daba cuenta por la prensa del asalto por grupos armados populares iraquíes contra tres convoyes militares estadounidenses en las región de Babel, al sur de Bagdad; la ciudad de Al-Diwaniya, capital de la provincia sureña de Al-Qadisiya; y en Al-Yusufiya, en el centro del país árabe.

Mientras, Siria, en un reciente debate vía virtual del Consejo de Seguridad de la ONU, exigió a Estados Unidos poner fin a la ocupación de territorios ajenos y al saqueo de las riquezas petroleras nacionales, así como detener su apoyo a las milicias separatistas y los segmentos terroristas que ampara y rearma en sus ilegales instalaciones castrenses.

Una demanda extensiva a Turquía, con tropas también desplegadas sin autorización oficial alguna en territorio sirio.

En pocas palabras, el rechazo con todo a una maquinaria de desestabilización que añade, como peligrosísima cola, la reorganización nada furtiva del Estado Islámico y otros grupos en extremo violentos que encuentran seguro amparo entre los invasores extranjeros ante los golpes militares demoledores de Iraq y Siria, y de Rusia, Irán y el Hezbolá libanés como eficaces aliados de Damasco.

De manera que la táctica está sobre la mesa: denuncia, labor política y diplomática, mientras en las dunas el fuego aporta tangibles y sólidos argumentos en favor del reverdecimiento de naciones independientes y con ganado derecho a un futuro de paz, y construcción y vida pacíficos… pésele a quien le pese…


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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