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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Jorge Glas y la justicia

Tras 17 días de ayuno, su estado de salud se ha deteriorado...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 09/11/2018
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Jorge Glas
Para eliminar a Glas del gobierno, el presidente le derogó todas sus funciones asignadas.

Durante seis años, el exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas sirvió a su país junto al presidente Rafael Correa, y luego fue electo para ese mismo cargo con Lenin Moreno, quien nunca ocultó sus reservas hacia su eventual sucesor, evidenciadas en discrepancias públicas, tras lo cual fue acusado de corrupción y condenado a seis años de cárcel, aunque sus defensores insisten en que se trata de una maniobra política para callarlo y alejarlo del gobierno.

Glas (1969) formó parte de dos gobiernos de Correa sin requerimientos en su contra. Fue indicado en octubre de 2017, cinco meses después de jurar el cargo junto a Moreno, durante una redada ordenada por la Fiscalía General por el supuesto delito de asociación ilícita con la constructora brasileña Odebrecht. Llevado a juicio, resultó condenado a seis años de prisión, a pesar de que sus abogados defensores demostraron su inocencia, la carencia de dinero robado en sus cuentas y las maniobras para silenciarlo.

“Como lo dije siempre, los inocentes no tienen por qué huir. Yo no lo hice, no lo voy a hacer. Acato en protesta una resolución del sistema de justicia inconstitucional, ilegal, en un proceso lleno de fallas, lo cual no podrá ocultarse”, advirtió Glas al entregarse a la justicia.

Alertó entonces a la ciudadanía sobre una conspiración en su contra para sacarlo de la vicepresidencia, ocupada desde el 7 de enero pasado por María Alejandra Vicuña, luego de que Moreno enviara al entonces presidente de la Asamblea Nacional, José Serrano, tres días antes para la remoción de Glas, con el argumento de “falta definitiva”.

Varios expertos consideran que al tratarse de un dignatario electo por voto popular, Moreno no tiene la facultad para destituirlo, porque no es un funcionario de libre remoción. Sin embargo, lo hizo.

La defensa del acusado presentó numerosos registros de irregularidades cometidas durante el proceso judicial.

Ahora Glas, quien se considera un preso político, está ingresado en un hospital en delicado estado de salud luego de cumplir 17 días de huelga de hambre en protesta por su transferencia de la Cárcel 4 de Quito, la capital, donde se encontraba desde el 2 de noviembre de 2017, a otra de máxima seguridad en Latacunga, en la central provincia de Cotopaxi, lo que es considerado otra arbitrariedad del oficialismo.

La extrema medida fue adoptada luego de la fuga del exsecretario de comunicación de Correa, Fernando Alvarado, quien se deshiciera del grillete electrónico que usaba mientras era investigado y abandonara el país, según declaró en la clandestinidad. No se ha comprobado ninguna relación actual entre los dos exfuncionarios.

La situación de salud de Glas es delicada en extremo, ya que no trasladaron a Latacunga sus medicamentos para la hipertensión y la gastritis que padece, enfermedades agravadas por el ayuno voluntario para exigir justicia al jefe de gobierno, quien se declaró su enemigo por diferencias en cuanto a la conducción de la Revolución Ciudadana.

Moreno tuvo serias discrepancias políticas e ideológicas con su vice desde el cambio de gobierno del 24 de mayo de 2017 por su negación al partido Alianza País, que lo llevó a la presidencia. Las diferencias entre los dos dirigentes afloraban públicamente. Para eliminar a Glas del gobierno, el presidente le derogó todas sus funciones asignadas, con lo cual quedó en un limbo político en solitario.

Cuando el vicepresidente se percató de los negativos cambios que el mandatario propondría para Alianza País, lo acusó públicamente de apartarse de las banderas históricas de su movimiento. “Sabíamos que Glas no era del agrado de Moreno, pero nunca anticipamos que se podía precipitar tan rápido la crisis”, dijo entonces a BBC Mundo Felipe Burbano de Lara, analista político y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

El 2 de junio del pasado año la Fiscalía General del Estado realizó detenciones y allanamientos en tres ciudades del país, con el arresto de cinco ciudadanos, entre ellos Glas, presuntamente involucrado en la trama de corrupción de Odebrecht, la empresa brasileña acusada de pagar sobornos en varios países latinoamericanos.

El desarrollo de un juicio irregular, similar a la cacería de brujas de sistemas judiciales latinoamericanos en Argentina y Brasil para alejar de los gobiernos a figuras progresistas, se repitió en Ecuador con Glas y también con Correa, mandado a detener por el gobierno quiteño en Bélgica, donde reside actualmente, a través de lnterpol, que denegó la solicitud.

La política de odio que practica Moreno contra quienes fueron sus compañeros de partido y amigos personales se vertió contra su exvice. Glas ante la injusticia del juicio, y luego del traslado de cárcel como si fuera un reo peligroso, determinó declararse en huelga de hambre.

Por su parte, su abogado, Eduardo Franco Loor, reiteró la responsabilidad del gobierno en el estado de salud de Glas. “Moreno violó todos sus derechos y lo mantiene en condiciones deplorables e infrahumanas”. Al conocerse el traslado, aunque ya su salud estaba resentida, la defensa calificó la acción como una “vendetta política”, ya que el proceso se encuentra en recurso de casación.

Loor confirmó después que la vida del exvicepresidente electo en las urnas “corre peligro”, aunque está recibiendo tratamiento médico. Mientras, el gobierno hizo caso omiso a los demandas de figuras y personalidades extranjeras y organizaciones sociales y políticas de Ecuador para evitar un fatal desenlace en el caso de Glas. Sin embargo, en los 16 días de ayuno antes de agravarse, ni una voz se pronunció desde Carondelet.

Entre los demandantes está el presidente boliviano Evo Morales, la Organización de Naciones Unidas, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, los que solicitaron que fuera constatado el estado de salud del ex segundo dignatario.

El gobernador de Junín, en la República de Perú, Vladimir Cerrón, también alzó la voz por el prisionero, quien, según aclaró, lucha por la verdad y su libertad.

“Pido al pueblo y gobierno de Ecuador que no sean indiferentes frente a este acto criminal (...). El mundo tiene puesto los ojos, en este momento en las decisiones que va a tomar el presidente Lenin Moreno respecto a este delicado caso”, solicitó Cerrón en un video difundido en Twitter.

Cada día las redes sociales se llenan de mensajes y peticiones a las autoridades de Quito, quienes hasta ahora mantienen un silencio cómplice. Sin embargo, un sondeo emitido el pasado lunes 5 por la encuestadora Cedatos trasluce que un 59,3 % de los ecuatorianos no cree en la palabra de Moreno, según informó Resumen Latinoamericano.

Entre un 51,4 % de los ciudadanos, conforme calcula Cedatos, descendió la popularidad del mandatario, un 59,3 % dijo no creer en su palabra y un 51,7 % sostuvo que no aprueba su actitud ni su forma de ser.

Al respecto, el presidente ejecutivo de la mencionada empresa de sondeos, Polibio Córdova, recordó que Moreno recabó, en agosto de 2017, un 77 % de aprobación, un 68 % de credibilidad y un 72 % de apoyo a su forma de ser, pero, señaló, las dificultades económicas resultantes de su política neoliberal y su actitud contra sus antes supuestos aliados políticos erosionan su imagen pública.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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