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sábado, 23 de noviembre de 2024

La guerra de la hipocresía

Las palabras de pretendida buena voluntad no paran las balas...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 01/06/2012
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Siria
Los grupos armados opositores asesinaron a no menos de noventa personas en la ciudad de Joula

Cuando Siria esperaba la visita del mediador de la ONU, Kofi Annan, para verificar la marcha del plan de paz instrumentado por el máximo organismo internacional para esa nación árabe, los grupos armados opositores asesinaron a no menos de noventa personas en la ciudad de Joula.

Horas después, mientras Annan lamentaba los hechos y llamaba a que “todo el que porte un arma” en Siria deje de utilizarla, la pretendida dirigencia rebelde, reunida en El Cairo, se proclamó partidaria de la mediación de Naciones Unidas en el presunto “conflicto interno”, a pesar de que ya suman tres mil 500 las acciones sangrientas ejecutadas por sus bandas armadas luego de entrar en vigor esa tentativa diplomática.

Y no es raro presenciar tales malabarismos. Al fin y al cabo los “rebeldes” obedecen a sus superiores, que están mas allá incluso de los personajes trucados que ahora se estiman representantes legítimos del pueblo sirio.

Así, la cúpula que reúne a Washington, sus aliados occidentales, el sionismo, las oligarquías árabes y los grupos terroristas islámicos, promotores de todo cuanto de brutal está aconteciendo contra las autoridades de Damasco, también se dicen de acuerdo con un arreglo a cuenta de la ONU, mientras derivan armas, dinero y recursos tecnológicos para que las medidas de paz sigan resbalando sobre los charcos de sangre inocente.

Y es que, parafraseando a Ray Mac Govem, ex analista de la CIA norteamericana, Washington estimula y persiste “en toda guerra que le brinda ganancias”. Réditos que van, desde el tráfico y ventas masivas de armas, hasta los avances geopolíticos, y ciertamente Asia Central y el Oriente Medio son “terreno fértil” para tales apetencias.

Porque para los grandes grupos estadounidenses de poder es sumamente deseable enseñorearse de enormes extensiones petroleras, y si están a pocos kilómetros de las fronteras rusas, mucho mejor.

No obstante, y a pesar de la violencia desmedida y de las ruidosas campañas mediáticas para culpar a Damasco por lo que viene sucediendo, lo cierto es que los agresores no han podido poner aún en marcha en Siria la receta interventora de puerta ancha que utilizaron contra las defenestradas autoridades de Trípoli.

Un factor ha sido importante: la renuencia de Moscú y Beijing en el seno del Consejo de Seguridad a dejar pasar toda propuesta de resolución que coarte el derecho de autodeterminación e integridad del pueblo sirio, y la solidaridad creciente de otras muchas naciones con la agredida nación árabe.

Y es que, sin duda, la “lección libia” no resultó árida en la experiencia política internacional.

En consecuencia, puede esperarse para lo inmediato la persistencia en Siria de la actual situación.

De un lado, los mafiosos globales que dicen sí a la mediación, mientras hacen todo lo posible por abortarla y sembrar el caos más absoluto para ejercer el papel de pescadores de aguas revueltas. De otra parte, la resistencia de una parte importante del mundo a dejar que Siria se transforme en otro protectorado Made in USA en Asia Central y el Oriente Medio, junto a las medidas internas de Damasco para ampliar la participación popular en la vida del país, el ejercicio de su derecho a la legítima defensa frente a la agresión foránea, y la ampliación de los grupos de observadores de la ONU para poner sobre el tapete global la verdad del drama impuesto a un pueblo soberano y consciente de sus prerrogativas.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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