El actor australiano Mel Gibson, con su laureado y controvertido filme Corazón Valiente, despertó en 1995 el interés generalizado en la figura del héroe nacional escocés William Wallace, quien siete siglos atrás lideró rudas batallas contra el dominio británico.
Y, justo por estos días del inicio del vigésimo primer año de la veintiuna centuria de nuestra era, cuando Londres acaba de zafarse finalmente de las amarras con la Unión Europea, parecería que la legendaria figura del paladín escota vuelve a las andadas de la mano de sus conciudadanos de este tiempo ligados a la renovada idea de cortar el viejo cordón umbilical que los suma a Gran Bretaña.
Se trata de que luego que el Reino Unido y la UE firmaran a fines de diciembre el acuerdo comercial bilateral post Bréxit, medios de prensa internacionales informaron que “la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, mediante un mensaje emitido en Twitter, advirtió de la inminente batalla que se avecina para lograr un nuevo referéndum de autodeterminación para esa región, tras el que los separatistas perdieron en 2014”.
Las fuentes añadieron que la estadista se dirigió a la agrupación regional para que “mantenga una luz encendida” porque —insistió— Escocia “volverá pronto” al seno comunitario ya que “es lo conveniente” a sus pobladores.
“Si rompemos con el Reino Unido —enfatizó Nicola Sturgeon— automáticamente pediremos el ingreso en la UE, y si eso sucede nos seguirían Gales e Irlanda del Norte”.
Sin dudas, un razonamiento como para disparar las alarmas en una Gran Bretaña que ha querido comenzar un camino en solitario luego de medio siglo de vínculos estrechos con sus pares del Viejo Continente.
Vale indicar que bajo la batuta de la ministra principal, el tema de la independencia escocesa no ha faltado en la agenda de su gobierno.
En agosto de 2014 —recuerdan analistas— se realizó en Escocia un referendo en el que triunfó la opción del NO, por lo que el territorio continuó siendo parte de Reino Unido.
Sin embargo, apenas cuatro años más tarde, las encuestas ya aseguraban que esa tendencia había cambiado radicalmente.
Así, la consultora Panelbase, una permanente seguidora del pulso público en Escocia, precisaba que para entonces 51 por ciento de los pobladores de esa región ya aplaudían una separación con respecto a Gran Bretaña, y de ellos 41 por ciento desearían mantener la permanencia en la comunidad europea, contra diez por ciento que aspiraba a dejar atrás esos lazos regionales.
El estudio añadió que el apoyo a mantener la unidad con Londres descendió a 48 por ciento.
Escocia, recuerdan los expertos, abarca treinta y dos por ciento del territorio británico, aporta 7,7 por ciento del monto de la economía nacional, y el valor de sus exportaciones suma el ocho por ciento de las del actual país.
De manera que, saldado el espinoso tema de su salida de la Unión Europea, al parecer Londres tendrá que asumir una actitud diametralmente opuesta a la fragmentación si desde Escocia se decide por mayoría aplicarle a Gran Bretaña la misma medicina que acaba de utilizar para el resto de Viejo Continente.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.