domingo, 28 de abril de 2024

Las habilidades políticas de Lula da Silva

Luego de un año de transición, el presidente brasileño continúa sus proyectos, mientras el ultraderechismo mantiene sus ataques...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 03/03/2024
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Las habilidades políticas de Lula da Silva
El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva utilizó sus dotes de negociador para gobernar su gigantesco país, mientras se enfoca en las elecciones para elegir a más de 5 500 alcaldes en octubre próximo.

El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva inició este 2024 con la reafirmación de su país en el escenario político mundial y algunas mejoras económicas y sociales internas, luego de un primer año de transición de un gobierno de ultraderecha hacia otro progresista, con un Congreso Nacional adverso, y el peligro del movimiento bolsonarista en un año de elecciones municipales.

 

Con un 38 % de apoyo popular –según reciente encuesta de DataFolha- da Silva (Pernambuco, 1945), ocupó la jefatura de la gigantesca nación durante dos exitosos mandatos (2003-2010) y retornó al Palacio del Planalto en enero del pasado año con solo dos puntos de diferencia frente a su rival, el saliente mandatario Jair Bolsonaro.

 

El antiguo líder sindicalista y fundador del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) comenzó la presidencia con una intentona de golpe de Estado solo ocho días después de su asunción.

 

Hordas de seguidores de Bolsonaro – quien no por casualidad había viajado a Estados Unidos sin esperar siquiera el cambio gubernamental -  asaltaron de manera violenta los edificios de los tres poderes en Brasilia, la capital federal.

 

Analistas coincidían entonces en que Lula da Silva tendría un primer año muy difícil, no solo por la gran influencia del derechista en la sociedad brasileña- sino porque el escenario del Congreso Nacional le era sumamente ingrato.

 

El parlamento de esa nación suramericano posee una mayoría conservadora. El Partido Liberal (PL) del ultraderechista posee 96 escaños, lo que le convierte en la mayor fuerza política en el ámbito legislativo.

 

Lula da Silva debió negociar con las dos Cámaras dispuestas a entorpecer su gestión, viciadas, además, por las dinámicas autoritarias de la era Bolsonaro y que ahora pretenden excederse en las funciones que les atribuye la Constitución.

 

Reconocido como uno de los más habilidosos negociadores de la política latinoamericana, hizo especial hincapié durante su primer año en el Palacio del Planalto en la  reconfiguración de una base aliada similar a la que le permitió gobernar en sus dos mandatos anteriores.

 

Seducir de nuevo al Centrão (Centralón o grupo de partidos de centro) mediante la entrega de ministerios a los centristas fue la espina dorsal de su receta. No obstante, la reconstrucción del consenso lulista es una ardua y constante tarea pues el traspié político del Legislativo puede sorprenderlo en cualquier momento.

 

Desde el inicio de este mandato, Lula se esforzó en abrir espacio tanto a los nueve partidos del frente democrático ¨Vamos Juntos Por Brasil¨ liderado por el PT, como a aquellas fuerzas que apoyaron su candidatura en el segundo turno electoral, entre ellas el Movimiento Democrático Brasileño.

 

Aún en ese contexto no del todo favorable, la nueva administración relanzó programas sociales claves, respaldados por una economía en recuperación. El pasado año Brasil tuvo un crecimiento de 2,9 %, lo que puede considerarse excepcional, ¨si se toma en cuenta¨, dijo el dignatario, ¨el estado en el que recibimos este país¨.

 

Una de las promesas electorales fue detener la deforestación en la Amazonía, (exacerbada durante el período de Bolsonaro). El saqueo maderero se redujo entre enero y noviembre de 2023 casi a la mitad respecto a los primeros 11 meses de 2022.

 

El Observatorio del Clima –un colectivo local de ONG- afirmó en un comunicado que la positiva situación se debió a la intensa fiscalización del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales (Ibama), organismo público que sufrió recortes de presupuesto y personal bajo el régimen bolsonarista.

 

Como parte del proyecto de anular la deforestación del llamado pulmón del planeta para 2030, Lula también homologó ocho nuevas reservas indígenas consideradas baluartes en la batalla contra el calentamiento global.

 

Significativo fue el relanzamiento en agosto pasado del programa social Brasil sin Hambre creado bajo los mismos conceptos del denominado Hambre Cero, del 2003, que permitió sacar al país del mapa mundial de ese flagelo.

 

Estimaciones oficiales consideran que 33 000 000 de brasileños están en situación de inseguridad alimentaria grave, y más de la mitad de la población sufre ese problema en algún grado.

 

Al presentar el programa en la localidad de Teresina, Lula precisó que la raíz del problema no es la falta de comida o de cultivos, sino que ¨el pueblo no tiene dinero para comprarla¨.

 

A principios de este año el Diario Oficial de la Unión informó la entrada en vigor de un alza del salario mínimo del 6,8 %, que ahora se sitúa en 1 412 reales (mn) equivalentes a unos 292 dólares mensuales. Ello representa un aumento real de cerca del 3 % por encima de la inflación registrada entre enero y noviembre del pasado año.

 

El desempleo en 2023 fue el más bajo desde 2015 -cayó a 7,5% en el trimestre septiembre/noviembre-, la inflación aparece controlada por debajo del 5 % , tras meses de crítica presidencial por mantenerla en un 13,75 por ciento.

El año cerró con la adopción en el Congreso de una reforma general de los impuestos reclamada por la clase empresarial desde hace más de 30 años.

 

De la mano de Lula y su prestigio internacional, Brasil volvió a ser escuchado en los grandes foros de la región y del mundo.

Durante 2023, el presidente tuvo una agenda que lo llevó a Argentina para asistir a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) –este viernes estuvo en San Vicente y las Granadinas en una reunión similar de ese bloque-, Estados Unidos, China, Alemania, India, Arabia y Emiratos Árabes (dos países que acaban de sumarse al grupo de los BRICS), entre otras naciones.

 

Presidente pro-témpore del Grupo de los 20 (G-20) que efectuará en Río de Janeiro el próximo noviembre una Cumbre al más alto nivel, Brasil se ha hecho sentir en distintos foros de Naciones Unidas, la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) y en la intermediación de discrepancias entre países. La postura de Brasil ha sido la conciliación y la defensa de la paz regional y mundial y la defensa de las causas de las naciones y pueblos pobres.

 

La postura de la política internacional del mayor país de América Latina, con más de 250 000 000 de habitantes, fue puesta de manifiesto cuando Lula no asistió a la investidura del mandatario ultraderechista argentino Javier Milei, quien lo catalogó de ¨comunista¨ -como si con ello lo ofendiera-. En la ceremonia estuvo Bolsonaro, amigo de Milei.

 

Si el pasado año el exlíder sindical recobró para Brasil su protagonismo a nivel global, este 2024 deberá dedicarse a recorrer su país de cara a las elecciones para las alcaldías de más de 5 500 municipios.

 

Aunque está inhabilitado por el Tribunal Supremo de Justicia para ocupar cargos públicos hasta 2030, Bolsonaro movilizó a más de 300 000 personas –según cálculos de la prensa- en la ciudad de Sao Paulo para criticar al gobierno y defender el derecho de los opositores a manifestarse de manera pública.

 

Su Partido Liberal hará, dijo, una campaña para ocupar la mayoría de las alcaldías en juego en octubre próximo, lo cual significa un reto para el gobierno federal y sus alianzas. Para lograr ese propósito, el expresidente cuenta con los más de 40 000 000 de evangélicos brasileños, su base política fundamental, y que aun pretenden tenerlo de vuelta en el Planalto.

 


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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