Liberia atesora hechos curiosos, tres de ellos son: no fue colonia, en 2005 Ellen Johnson-Sirleaf resultó la primera jefa de Estado africana y en 2017 el exfutbolista George Weah, ganador del balón de oro, ascendió a la presidencia.
Weah ahora desarrolla un proceso de transformaciones —como prometió en su campaña electoral— entre las que se incluye reforzar el contenido de los órganos judiciales, al respaldar que se haga justicia con quienes cometieron atrocidades durante las guerras civiles el país (1989-1996 y 1999-2003).
Existe el propósito de mantener en Liberia un órgano semejante al de la Sudáfrica post-apartheid, donde bajo el primer gobierno democrático encabezado por Nelson Mandela se instauró en 1995 la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) para llevar a cabo una justicia considerada restaurativa.
La CVR sudafricana la encabezó el arzobispo anglicano Desmond Tutu y se asoció directamente con el criterio de que: “Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón” y tomaba muy en cuenta el concepto de justicia y fraternidad planteadas en la tradición africana del Ubuntu, relacionado con la convivencia.
Ese ente judicial —basado en la Ley para la Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación, de 1995— posibilitó un ámbito para juzgar al menos una parte de los excesos sangrientos durante el régimen racista, establecido oficialmente en 1948 y que desapareció en 1993 con la cruzada victoriosa del Congreso Nacional Africano (ANC).
La decisión de dar un perfil humano al proceso político y judicial sudafricano constituyó una enseñanza para todo el continente en el propósito de instituir referentes de justeza y equilibrio ante una realidad histórica, que no se puede retrotraer, pero si valorar con una perspectiva que honre a las víctimas en su dolor.
En Liberia algunos esperaron más de dos décadas para que se dilucidaran los asuntos relativos a esos delitos: “La legislatura debería avanzar para establecer la corte sin demora”, dijo Aaron Weah en Search for Common Ground-Liberia y la Secretaría para el establecimiento de un tribunal de crímenes de guerra en el país.
No cabe duda de que allí podría someterse a un proceso de vindicación que siente en el banquillo de los acusados de cometer tales desmanes, para lo cual tiene experiencia, ya que hubo una Comisión que laboró a partir del 2006 y recomendó crear una corte de crímenes de guerra, el Tribunal Penal Extraordinario, pero eso no progresó.
En una misiva al Parlamento, el presidente Weah, manifestó que “por la presente hago un llamado a la Legislatura Nacional para que asesore y brinde orientación sobre todas las medidas legislativas y otras medidas necesarias para la implementación de la CVR, incluido el establecimiento de la Corte Económica y de Crímenes de Guerra”.
El pasado año Charles Sirleaf —hijo de la expresidenta Ellen Johnson-Sirleaf—, Milton Weeks y el oficial bancario Dorbor Hagba fueron acusados de sabotaje económico, uso indebido de dinero público y conspiración criminal, y un juez ordenó la reclusión en espera del juicio en relación con el Banco Central.
RECUENTO
En 1822 comenzó la emigración de ex esclavos africanos del territorio de Estados Unidos hacia Liberia, convertida en destino de “libertos”, que fueron desplazando a los autóctonos —tanto de sus tierras, como del aparato estatal—. Los recién llegados formaron con mejores condiciones socioeconómicas un sector con aspiraciones políticas.
Aunque el país no fue colonia como tal, la migración estadounidense le dio un cariz afín a los intereses del imperio más joven, lo cual a partir de 1847 se evidenció con la independencia y se reafirmó en 1848 con el primer presidente, Joseph Jenkins Roberts, un hombre criado en Virginia y que con su familia se radicó en Monrovia en 1829.
Desde Jenkins Roberts se estableció la continuidad de los llamados libero-americanos o américo-liberianos al frente del país, aunque el elemento clasista que se podría inferir de ello no neutralizó los intereses sectoriales y de otras comunidades, y que en conjunto causaron dos guerras civiles marcadas por atroces crímenes.
Ilustra lo anterior la muerte del ex presidente golpista, el sargento mayor Samuel Kanyon Doe, quien no pertenecía a la élite y que en el curso de su conspiración asesinó al mandatario William Richard Tolbert (Jr) en 1980; al militar lo mató en 1990 una facción rebelde luego de torturarlo, lo cual se grabó y difundió por la televisión.
Lo ocurrido con Samuel Doe evidenció las características del cruento conflicto, que también enmascaraba intereses foráneos: Estados Unidos proporcionó a Liberia más de 500 millones de dólares para que retirará la presencia soviética del país y así poder adueñarse de los derechos portuarios y de la tierra del país africano.
Asimismo, las monografías reiteran que dentro de las condiciones planteadas al gobierno de Doe estaba además permitir que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) espiara a Libia desde el territorio liberiano, todo lo cual representaba el estrechamiento de vínculos de Washington y Monrovia.
En 1985 hubo elecciones que favorecieron al Partido Democrático Nacional de Liberia, en el poder, poco después se escenificó un golpe de Estado, encabezado por Thomas Quiwonkpa, pero esa acción fracasó y la reacción fue una escalada represiva que dejó unos 2 000 muertos y detuvieron a centenares de políticos.
Entre los arrestados estaba Ellen Johnson-Sirleaf, que 20 años después sería la presidenta de Liberia; fue la primera mujer electa para ese cargo en África y en 2011 le otorgaron el Premio Nobel.
Muerto Samuel Doe y la mayor parte del país ocupada por los insurgentes, quienes desde 1989 combatían al gobierno; tras la firma de un acuerdo de paz en 1995, un jefe guerrillero, Charles Gankay Taylor fue electo presidente en 1997 y desde entonces imperó en el país un clima de miedo.
El exgobernador del Banco Central, Charles Sirleaf cuando escoltado y esposado abandonaba la corte en Monrovia durante las investigaciones por el delito de sabotaje económico. (Tomado de cnn.com).
En el expediente de Taylor se incluían imputaciones por malversación cuando integraba el gobierno de Doe y en 1995 se le acusaba con el tráfico ilícito de diamantes desde Sierra Leona, un país en guerra y a cuyo movimiento antigubernamental —el Frente Revolucionario Unido, de Foday Sankoh— le vendía armas por las gemas.
La ruta de los conflictos continuó y en 1999 se desata la segunda guerra civil de Liberia, que concluyó en 2003 con Taylor desterrado a Nigeria, donde en 2006 le detuvieron y lo enviaron al Tribunal Penal Internacional de La Haya, Holanda, que en 2012 lo encontró culpable de 11 cargos, por los cuales le condenó a 50 años de cárcel.
Así, luego de mucha turbulencia, en 2005 llega a la presidencia liberiana la primera africana jefa de Estado, Ellen Johnson-Sirleaf, que cumplió un largo mandato hasta 2017, cuando George Weah, carismático deportista, gana las elecciones y asciende al máximo cargo en 2018.
George Tawlon Manneh Oppong Ousman Weah es poseedor desde 1995 de un balón de oro, premio otorgado cada año al mejor jugador de fútbol del mundo y muchos le consideran capacitado para cambiar en alguna medida la realidad socioeconómica nacional.
SIN DESCANSO
A la vez que arrastra una pesada herencia de las administraciones marcadas por la violencia, Weah tiene otros desafíos, entre ellos detener el declive de la economía nacional y el descontento de una parte de su electorado que ya se manifestó en junio pasado en la capital, Monrovia, para exigir acciones concretas contra la corrupción.
Las demandas también incorporan reforzar las labores judiciales incluyendo los delitos de carácter económico: al coro se sumaron grupos que defendían el respeto a los derechos humanos y reafirmaban la necesidad de un tribunal que acabe con la impunidad, y advierta a otros posibles perpetradores de crímenes.
Pero la creación de estructuras judiciales novedosas es una labor difícil, por ejemplo, el mes pasado el senador Henry Yallah declaró que la nacionalidad del presidente designado de la Comisión Anticorrupción de Liberia, Cllr. Nwabudike, retrasaba su confirmación en el puesto, lo cual el afectado rechazó
En el 2020 al exfutubolista del Paris Saint-Germain, y del A. C. Milan le agobian otros problemas de Estado que se unen al tema de la corrupción: el incremento de la delincuencia común y el cuadro de crisis económica por el cual recientemente unas 3 000 personas se manifestaron en Monrovia contra el gobierno.
La seguridad declina a medida que los robos a mano armada aumentan y por lo cual la Policía Nacional informó que los delincuentes se hacen pasar por autoridades y van de comunidad en comunidad, acosando e intimidando a residentes pacíficos para apropiarse de sus pertenencias personales.
En cuanto a la situación económica, Weah lucha por cumplir las propuestas de reducir la pobreza y la corrupción, promesas que lo llevaron a la presidencia, en tanto Liberia carga las consecuencias de la inflación y la devaluación monetaria. Según el Banco Mundial, los empleados del Estado regularmente sufren impagos salariales.
Tal situación interna hace que este año de mandato del presidente sea crucial para su carrera política y si como antes hizo en el fútbol, en el cual se consagró, en política deberá poner en juego todas sus reservas intelectuales para anotar los nuevos goles que le exigen sus correligionarios.
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