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sábado, 16 de noviembre de 2024

Libia: persiste la guerra por el petróleo

Muchas operaciones militares, incluyendo guerras, conflictos subregionales, se relacionan hoy como nunca antes con el control de mercados y fuentes de petróleo, recurso vital para la reproducción como sistema de Estados Unidos...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 06/10/2019
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Muamar Gadafi-líder africano
Muamar Gadafi, víctima de una conspiración internacional para controlar los yacimientos de petróleo de Libia. (Foto: L a Vanguardia).

La crisis libia empeora, ahora los combates persisten en el sur de la capital y es más evidente la asistencia de Washington en la disputa por el control de los yacimientos petroleros del país norafricano.

Ese Estado sufre la tercera fase de una guerra desatada por Occidente en su búsqueda de suministradores de energía, de ahí que controlar las fuentes del hidrocarburo era un fin y el asesinato del líder Muamar Gadafi un medio, que obedecía a un guion: primero demonizarlo luego concluir con el magnicidio en diciembre de 2011.

Gadafi resultaba un enemigo incómodo y difícil de llevar al ruedo, lo cual constituía desde el punto de vista de los rivales petrófagos un grave peligro si lograba activar una movilización nacional contra el secuestro de las fuentes del crudo, eso presumiblemente aceleró su eliminación física, junto con otros planes aviesos.  

Sin embargo, los enemigos de la Jamahiriya  (Estado de masas) dejaron –a propósito o por torpeza política- muchos cabos sueltos que durante los siguientes ocho años impidieron el reordenamiento institucional real, reforzó el caos y destrozó los índices de seguridad en todas las áreas.

El conflicto presentado por la prensa occidental como “levantamiento popular” fue un complot articulado por integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aliados árabes junto con facciones antigubernamentales de diversos matices ideológicos, ninguno de ellos constructivo y legítimo.

Con el asesinato de Gadafi el caos se extendió a todo el país, la estructura política libia se despedazó: las facciones armadas se adueñaron de los más importantes centros económicos, desapareció el poder central –un elemento representativo de la unidad nacional- y emergieron las formas extremistas de cariz confesional.

Cualquier idea de restauración quedó fuera de las expectativas inmediatas, las divisiones se generalizaron y profundizaron, y en ese contexto apareció el Estado Islámico (EI) que centró gran parte de las acciones de la segunda guerra en 2016, aunque en los cinco años precedentes es errado pensar que en hubo paz total.

Por un tiempo las facciones extremistas de confesión islámica se posesionaron de zonas de importancia bélica; fue un periodo de organización de ese tipo de grupo, entre esos Ansar Al Sharía en Libia, que controló áreas en las ciudades de Derna y Bengasi.

Tras las fuerzas del mariscal Khalifa Haftar conquistar esas zonas y desarticular a Ansar al Sharia y a otros afines, quienes escaparon de esa ofensiva formaron una coalición llamada Fuerzas de Defensa de Bengasi, que actúa en el centro de Libia aunque más débiles que en 2014, cuando aprovecharon la inestabilidad para imponerse.

Según fuentes de Inteligencia europeas, el mariscal posee la fuerza militar más numerosa del país, lo que le convierte en el verdadero poder en el este y no de toda Libia por la dispersión existente recuérdese que: tiene dos gobiernos, dos Parlamentos y dos ejércitos, unos radicados en Trípoli y el otro en la oriental ciudad de Tobruk.

Ahora Haftar   controla prácticamente toda la producción petrolera del país, que asciende a poco más de 800 mil barriles por día, durante la etapa de Muamar Gadafi era el doble, pero al desatarse la guerra en 2011 el comportamiento de la extracciónpaso a ser muy inestable. 

Los momentos de relativa calma beneficiaron en alguna medida al sector del hidrocarburo, que llegó a la producción de 1,05 millones de barriles al día, lo cual en las actuales condiciones se opina es considerable, aunque la exportación se realiza a través de Trípoli, una dependencia que el mariscal quiere cambiar y no ha podido.

“Con el control territorial de los yacimientos petroleros, Haftar, queda en una posición  inmejorable frente a una posible elección presidencial, que es el mayor anhelo de Naciones Unidas, que debe resolver de manera desesperada la cuestión de los cientos de miles de refugiados, que en puertos libios esperan cruzar a Europa”, dice el periodista Guadi Calvo.

Naciones Unidas reconoce a la administración establecida en Trípoli, y encabezada por Fayez alSarraj, pero es evidente que esa estructura de poder es incapaz por si sola de imponer su autoridad en todo el país, lo mismo ocurre con los representantes de Tobruk, de ahí el estancamiento del proceso político-militar.


Las consecuencias de ocho años de guerra. (Tomado de arrezafe.blogspot.com)

OTRA OFENSIVA

Desde el mes de abril Libia sufre las consecuencias de la Operación Torrente de Dignidad, del Ejército Nacional Libio (ENL), bajo el mando del mariscal Haftar contra áreas de la capital Trípoli, pero no resultó totalmente efectiva, aunque tampoco la suerte acompañó a su rival, las milicias del Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA).

Unido a esas refriegas ejecutadas en zonas sureñas de Trípoli, se reportaron en las últimas semanas bombardeos de la aviación estadounidense contra presuntos efectivos del Estado Islámico en Libia, lo cual intoxica más el escenario, pero descubre los intereses de Washington en la búsqueda de posesionarse en el país del Magreb.

El ejército estadounidense perpetró un ataque aéreo cerca de la localidad de Murziq, un oasis al sur de la capital, contra el grupo extremista, y al respecto el mayor general William Gayler, de operaciones del Comando para África (Africom), precisó que esa acción fue parte de su segunda ofensiva en una semana.

La crisis libia –que castiga con la muerte a miles de personas y a otras las convierte en desplazadas- empeora con el inconveniente del flujo migratorio hacia Europa de individuos procedentes de la región subsahariana que llegan a territorio libio con el fin de cruzar el mar Mediterráneo para entrar en el Viejo Continente.

Aunque esos seres humanos provienende una región que suministra el 12 por ciento del crudo que se consume a nivel mundial  y cerca del 25 por ciento del que emplea Estados Unidos, son directa e indirectamente víctimas de la voracidad energética imperial y del orden desequilibrado impuesto por las llamadas potencias centrales.

“El control geopolítico y militar del continente africano, que produce entre 12 y 14 millones de barriles diarios de petróleo (estimaciones para el 2012), otorga a los EE.UU. el margen de maniobra y seguridad suficientes que justifican las intervenciones militares en estos países”, cita Cherada.com.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana

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kino
 6/10/19 20:17

que clase de mentira, a kadafi lo matan por ser un terrorista asesino de nivel mundial, responsable de varios asesinatos de inocentes, uno de ellos el vuelo de panam sobre escocia en 1988.

un terrorista que vivio azotando y maltratando a su propio pueblo que al final, cansado de tanto abuso, lo ajusticio como se merecia.

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