Algunos pensaron que la calma había vuelto a Chile, luego de cuatro meses de protestas contra el régimen del derechista Sebastián Piñera, pero el primer gran estallido del año —que llegará con más fuerza este marzo— ocurrió durante el emblemático Festival de Viña del Mar, al que acude en especial la burguesía del país andino.
Las vacaciones de verano en especial —dos meses donde gran parte del país se paraliza— redujeron, sin que se detuvieran, las movilizaciones contra lo que representa el gobierno de Piñera, su neoliberalismo y desprecio por los sectores pobres de la población.
Las acciones públicas sin precedentes comenzaron el 18 de octubre del pasado año cuando una pequeña llama (un alza en el precio de los pasajes de metro) causó un incendio de grandes proporciones en el alma popular, que reclamaba sus derechos perdidos tres décadas atrás.
Desde ese día, la imagen del Chile pasivo y callado quedó atrás. “Chile despertó” fue el criterio que movió a miles de personas día a día por las calles de la nación andina, reunidas por los movimientos sociales, sin presencia de partidos políticos, enfrentándose a una represión policial sin precedentes.
En Santiago, la plaza Italia, rebautizada por el pueblo como Plaza de la Dignidad, es el principal espacio de concentraciones de la capital, pero el movimiento anti-neoliberal se ha expandido a todo el país.
Chile despertó y el miedo sufrido durante 17 años de dictadura militar va desapareciendo en los de mayor edad, mientras los jóvenes son los principales impulsores de los cambios. (AFP)
En un episodio que superó la brutalidad de la dictadura de Augusto Pinochet, Piñera —rechazado ahora por un 83 % de la ciudadanía— militarizó las calles con la Gendarmería, equipada con modernas armas, carros lanza agua mezclada con ácido, perdigones disparados al rostro de los movilizados, helicópteros y tanques de apoyo. El saldo fue de 31 muertos, 80 desaparecidos, miles de heridos, 400 de ellos oculares, y unos 7 000 detenidos (muchos violados y torturados).
El pasado día 23 la furia popular estalló de nuevo justo cuando comenzaba el elitista Festival de la Canción de Viña del Mar, a 121 kilómetros de la capital, que tanto en el escenario como en las calles devino otra batalla, quizás una de las más publicitadas por el carácter internacional del evento.
Aunque las autoridades llamaron delincuentes a los que irrumpieron en las calles y hoteles de la ciudad-balneario, lo cierto es que también en el escenario importantes figuras de la escena latina se pronunciaron contra la política de Piñera, uno de los aliados de Estados Unidos para derrocar la Revolución Bolivariana de Venezuela.
En opinión del analista chileno Tomás Iturbe en su artículo “Viña del mar, el otro festival”, apuntó “(…) si bien es una comuna de grandes oportunidades y riqueza, en ella conviven grandes dolores, de marginación, pobreza, abandono de sus cerros, deterioro del casco histórico, que se sustenta en una administración que hoy más que ofrecer un modelo de gestión, generó un modelo de negocio para enriquecer a una minoría (…), favoreciendo operadores políticos que siguen manteniendo cuotas de poder para obtener beneficios individuales por sobre colectivos”.
Iturbe precisó que este 2020 es un año clave “en el que la ciudad y el país se juegan un cambio en el modelo de sociedad que queremos vivir y desarrollarnos. La política es la herramienta que tenemos para transformarlo todo, es la administración de la polis, llegó la hora de recuperar y devolverle a la ciudad y el país lo que es suyo”.
Después de la pausa de descanso anual —aunque la Plaza de la Dignidad siguió siendo un hervidero en especial los viernes— la dinámica movilizadora ya anunció las principales acciones a realizar en marzo, mes previo a la consulta nacional para determinar si los chilenos desean una nueva Constitución Nacional (reclamo permanente en las calles) y quiénes serán los encargados de redactarla.
Una nueva Carta Magna que deberá responder a los intereses de la mayoría —esa es una de las principales reivindicaciones populares— alejada de los conceptos neoliberales y sus consecuencias, sustituta de la de 1980 con tufo a la dictadura pinochetista.
Marcada para el próximo 26 de abril, el plebiscito no obligatorio fue organizado por el gobierno junto a los partidos oficialistas y los opositores. Estos últimos —salvo el Comunista— solo sacaron la cara para reunirse con Piñera y determinar fecha y realización, aunque hay consenso en cuál será la respuesta.
Lo más importante es quiénes serán los encargados de la redacción, pues la ciudadanía exigía que fuera una Asamblea Nacional Constituyente, como ocurrió en varios países latinoamericanos entonces con gobiernos progresistas.
Este proceso constitucional será largo. Los votantes determinarán el próximo 25 de octubre, fecha en que también se elegirán alcaldes y gobernadores regionales, qué tipo de órgano escribirá la Ley de Leyes (según decidió Piñera con los partidos) si una Convención Mixta Constitucional, conformada con 172 miembros divididos en partes iguales: 86 por la ciudadanía y 86 parlamentarios en ejercicio votados en el Congreso, o una Convención Constitucional, de 155 integrantes, compuesta únicamente con miembros elegidos para ese fin.
Lo que el presidente pretende es darle largas al asunto para terminar su mandato en 2021, cuando se supone esté lista la nueva Carta Magna.
MARZO SERÁ UN MES CALIENTE
Marzo comienza caliente y las movilizaciones ya están anunciadas.
Este primero de marzo habrá un cacerolazo (golpetazos en las cazuelas hogareñas como muestra de rechazo al régimen) en las principales plazas del país a las 20:30 (hora local), cuando la mayoría de los vacacionistas ya retornaron a sus hogares luego de los meses feriados.
El 2 de marzo es llamado el Super Lunes, porque ese día la mayoría de los trabajadores y estudiantes retornarán a sus faenas.
Ese día las movilizaciones incluyen además a todos los sectores que durante los últimos cinco meses, aguantando la represión policial, toman las calles, con destaque para los jóvenes que son presencia permanente.
Los días 5 y 6 de marzo habrá concentraciones en la Estación Central y en Macul.
La marcha más grande, según se espera, será el domingo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer que, afirman medios locales, será una demostración de la valentía de las chilenas, un sector poblacional violentado e irrespetado por Piñera y sus agentes del orden. Las féminas, sector medular del rechazo al régimen, han sido golpeadas, tiroteadas y afectadas por traumas en la visión, violadas en las cárceles por los Carabineros, y sufren la pérdida de sus hijos por la brutal represión de ese cuerpo policial.
El 11 de marzo, aniversario de la asunción de Piñera, también habrá concentraciones que abarcan el país, a las que se unen las organizadas por el pueblo mapuche —perseguido y discriminado por la burguesía chilena— con su reclamo de No más muertes.
Ante el anuncio de las nuevas reclamaciones populares, el egocentrista Piñera declaró hace pocas horas que “estoy preparado” y ratificó que “resguardaré el orden público”, lo que recordó su actitud de declaración de guerra a los congregados en contra del sistema neoliberal.
Luego de retornar de sus tres semanas de vacaciones, el jefe de Estado comentó que impulsará lo que llamó “un marzo de acuerdos para aumentar las pensiones, crear el ingreso mínimo garantizado y mejorar la salud”, puntos pendientes de su agenda que ahora saca a relucir en un intento por desmoralizar a la ciudadanía.
Hasta ahora, la prioridad gubernamental es el reforzamiento de los cuerpos policiales, que han violado los derechos humanos de la ciudadanía, según denuncias de organizaciones locales e internacionales, lo cual pone muy por debajo los reclamos populares y no implican cambios de fondo en el modelo neoliberal que está detrás de las grandes desigualdades sociales en el país que el mandatario catalogó de “un oasis” en Latinoamérica.
EN MARCHA LAS ELECCIONES
Desde el pasado miércoles, las calles de Chile convocan oficialmente a las elecciones del 26 de abril.
El presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral (Servel), Patricio Santamarina, estimó que “estamos ante un hecho histórico y esperamos que las instituciones participantes y los representantes populares tengan una participación masiva, de manera libre e informada.
La propaganda oficialista se mantendrá hasta 72 horas antes de la asistencia a las urnas.
Luego de la consulta, a la que están convocadas mas de 14,6 millones de votantes, viene un largo camino de tramitaciones que culminarán en diciembre de 2021 o marzo de 2022.
Entretelones, los partidos de la coalición oficialista presentan divisiones.
El ultraconservador partido Unión Democrática Independiente (UDI), el más grande de esa ideología en el país austral, llamará a votar por la no modificación de la Carta Magna.
Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la UDI, afirmó que “haremos campaña por el ¨No¨, porque nosotros creemos que la Constitución se puede perfeccionar, se puede mejorar, pero creemos que no reconocer todo lo que ha habido es un error gigantesco”.
Pero varios partidos de izquierda, como el Por la Democracia, consideran que una nueva Carta Magna será una oportunidad para el país.
Su máximo dirigente, Heraldo Muñoz, consideró ante la prensa que “la gente quiere cambios y quiere una nueva Constitución como uno de los ejes fundamentales del Chile del futuro”.
Entre las novedades políticas de los últimos meses está la creación de varios partidos para participar en la histórica elección. Entre ellos están el Partido por la Dignidad y el Partido Alternativa Feminista, integrado solo por mujeres.
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