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lunes, 18 de noviembre de 2024

Músculo amarillo

China devuelve el reciente golpe comercial gringo...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 14/05/2019
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China EE.UU. Guerra Comercial
El aumento arancelario chino entrará en vigor el 1 de junio, aproximadamente la misma fecha en que comenzará a aplicarse de forma efectiva el estadounidense.

La mala costumbre de los sectores hegemónicos de poder de querer que los demás acaten sin chistar sus decisiones, sigue jugándole malas pasadas al gobierno del actual presidente de los norteamericanos, míster Donald Trump.

Ni al ocupante de la Casa Blanca ni a su equipo de inmovilistas de corte extremo las place en especial el avance económico de Beijing a escala global, ni y el hecho del enorme déficit comercial de los Estados Unidos con el gigante asiático que, por demás, como adherente a una geopolítica decente y sensata, no le interesan los conflictos con ajenos, a menos que, desde luego, nadie intente sacarle a palos lo que se le antoje.

En consecuencia, hace un buen rato que la batalla contra China está en marcha a instancias de un Trump que todavía dice creer en la “preeminencia planetaria” gringa  y en la “ingratitud” del resto de los humanos ante el “papel bendecido y benefactor” de la primera potencia capitalista.

Así, y como pretendido instrumento de presión, “desde  marzo de 2018 impuso Washington una elevación de  aranceles al acero y al aluminio producidos en China. Luego fijó tasas de 25 por ciento a bienes importados desde ese país por un monto de 50 mil millones de dólares, y más tarde dispuso una elevación de 10 por ciento para  otras compras.

En pocas palabras, todo un desplaye encaminado, según el propio “hombre de éxito” y actual inquilino de la Casa Blanca, a obligar a Beijing a apurar las negociaciones económicas con USA sobre los términos que desea y agradan a la actual administración gringa.

China, por su parte, ha sido mesurada en sus respuestas y apegada como tendencia a insistir en el diálogo y el entendimiento justo y equitativo como medio clave que evite peligrosas escaladas, aunque –lo ha reiterado también el gigante asiático- nunca han faltado ni faltarán las repuestas contundentes y simétricas contra  quien insista en el chantaje.

Y eso ha sucedido precisamente transcurridas apenas dos semanas del actual mes de mayo. Trump decidió jugar nuevamente con la tuerca al establecer incrementar desde 10 por ciento a 25 por ciento las tarifas punitivas a productos de factura china ya sancionados, esta vez por 200 mil millones de dólares, todo en medio del diálogo bilateral para intentar solucionar los anteriores desencuentros.

Como contramedida, y pasadas apenas 48 horas, Beijing  informó, según medios de prensa locales, que “a partir del cercano primero de junio comenzarán a regir subidas de impuestos desde el 5 por ciento hasta el 25 por ciento sobre un importante lote de  productos importados desde los Estados Unidos, por un monto de 60 mil millones de dólares.”

Beijing ha destacado que esta medida “ha sido adoptada para defender el sistema de comercio multilateral y sus legítimos derechos e intereses nacionales en la economía global.” 

 Las mismas fuentes especificaron que 2 mil 493 productos estadounidenses tendrán un incremento de 25 por ciento en los impuestos, al tiempo que las tarifas del 20 por ciento y el diez por ciento regirán para otras más de mil mercancías. Solo unos 595 rubros tendrán gravámenes del 5 por ciento.

¿Quién saldrá más mal parado de la porfía? Pues baste apenas un dato de la propia cotidianidad para seguir la pista y proyectar al menos un primer intento de balance.

Es conocido que el mercado interno norteamericano, por ejemplo, se surte en abrumadora escala mayoritaria de producciones chinas que se comercializan a precios asequibles para decenas de millones de consumidores en gamas tan diversas que van, desde herramientas, equipos electrónicos, muebles, textiles, electrodomésticos, lumínicos, alimentación o calzado, hasta elementos tan simples como casi todos los adornos de Navidad o las banderitas de las barras y estrellas que tan comúnmente mucha gente suele hacer hondear día y noche en sus jardines y techos.

Un verdadero “mega surtido” que ha empezado a mermar y a encarecerse a ojos vista, no importa si se trata de grandes centros comerciales o de pequeños establecimientos.

Afectación que, por cierto, repercute seriamente en la vida cotidiana y el bolsillo de gran parte de los ciudadanos, y cuya suplencia no será una tarea fácil, pues implicaría buscar nuevos abastecedores para una nación altamente despilfarradora cuya industria (poco competitiva, por cierto) gira esencialmente en torno a otros contados parámetros.

Mientras, China no solo tiene un potencial comercio interno capaz de absorber buena parte de esas hoy sancionadas exportaciones, sino que además cuenta con una red comercial internacional en plena expansión gracias a su política de cooperación e intercambio universal sobre bases justas, equitativas y de mutuo beneficio.

Nada, que bien vale repetir lo dicho otras veces: el martillo que blanden las manos de los gobernantes gringos (posiblemente también Made in China), solo golpea su propia cabeza.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


loko
 14/5/19 9:43

Ya esos gringos no saben ni que hacer con ellos mismos. Ahora tambien con China.

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