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sábado, 2 de noviembre de 2024

Nagorni Karabaj en un complicado tablero geoestratégico

Las fuerzas de pacificación controlan el corredor de Lachin que con un ancho de cinco kilómetros, une a Armenia con Nagorni Karabaj...

Antonio Rondón en Prensa Latina 20/11/2020
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Nagorni Karabaj
Los casi dos mil militares en Armenia están dotados con 90 blindados y 380 camiones y otro tipo de técnica de combate
El acuerdo para finalizar el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán en torno a Nagorni Karabaj, situó a esa región en el centro de un tablero geoestratégico, donde aún parece quedan muchos pasos por jugar.
 
Nagorni Karabaj guarda relación directa con Armenia y la llegada a un arreglo entre ese país, Rusia y Azerbaiyán plantea nuevos retos, tanto para mediadores como para las partes implicadas en el conflicto.

Para Armenia, la avenencia del 9 de noviembre -que incluye el cese del fuego, el intercambio de prisioneros, el despliegue de un contingente de paz ruso y la salida de tropas armenias de tres regiones del enclave montañoso-, podría suponer un reto para su propia estabilidad política.

El gobierno del primer ministro Nikol Pashinyan, quien llegó al poder en abril de 2018, tras revueltas en las calles con apoyo de Occidente que debió situar en el poder a un gobierno más parco con Rusia, enfrenta ahora una crisis similar con la demanda de renuncia de ese político.

Aún está por verse el resultado de la crisis interna provocada por la firma de los acuerdos, según los cuales Azerbaiyán mantiene bajo su control las regiones sureñas del entorno de Nagorni Karabaj y la importante ciudad de Shushi.

El argumento utilizado por Pashinyan se refiere a la necesidad de evitar un colapso total en el conflicto, cuando unos 25 mil militares pudieron caer en un cerco en las cercanías de Stepanakert, la principal ciudad de Nagorni Karabaj, según su versión.

Para el primer ministro armenio, al firmar el acuerdo al menos se logró conservar una parte del referido enclave montañoso, aunque eso sucede casi 26 años después del estatus quo establecido, tras un armisticio pactado en 1994 con auspicio del Grupo de Minsk.

El presidente Vladimir Putin consideró que desde el 27 de septiembre de este año perecieron más de cuatro mil personas, tras el empleo de todo tipo de armamentos de la guerra moderna por ambas partes.

Sin embargo, uno de los mayores retos para la aplicación cabal de la avenencia tripartita, según advierte el Servicio de Inteligencia Exterior ruso, es el intento desde Occidente de promover a nacionalistas, tanto en Armenia como en Azerbaiyán, para anular el acuerdo.

El jefe del mencionado servicio, Serguei Narishkin, denunció que Estados Unidos y Europa buscan activar inconformidad en los armenios por firmar un arreglo para derrotados y una crítica entre azeríes por evitar una guerra hasta la victoria final.

Tales acciones se enmarcan dentro de las jugadas que aún están pendientes en el tablero geoestratégico global, en el que Occidente intenta contener cualquier presencia o influencia regional de Rusia y, mucho menos, una maniobra exitosa como la mediación en Nagorni Karabaj.

Aunque mucho queda aún por andar tanto en el cumplimiento de todos los aspectos del acuerdo alcanzado por Rusia, Armenia y Azerbaiyán, incluidos detalles tan delicados como la devolución de territorios y el regreso de refugiados, el primer gran paso de finalizar los combates ya se dio.

En una demostración de la confianza de Ereván y Bakú en la capacidad mediadora de Moscú, tan pronto se conoció sobre la firma de la avenencia, cesaron los combates y en pocas horas llegaban aviones con parte del contingente de pacificación ruso a Armenia.

Los casi dos mil militares de este país, en su mayoría del Distrito Militar Central, del servicio profesional y con experiencia en otras zonas de conflicto en el orbe, están dotados con 90 blindados y 380 camiones y otro tipo de técnica de combate.

El Ministerio de Defensa aclaró que dentro de ese último parámetro se incluyen helicópteros de asalto MI-24 y drones que garantizarán la vigilancia en el terreno y la protección de esas tropas que se suman a los militares rusos situados en la 102 base de este país en Armenia.

Las fuerzas rusas abrieron 23 puntos de observación a lo largo de la línea de contacto exterior de Nagorni Karabaj, 11 en la zona de responsabilidad 'Norte' y 12 en la 'Sur', que incluye la vigilancia de la periferia de la ciudad de Shushi, ahora bajo control azerí.

Además, las fuerzas de pacificación controlan el corredor de Lachin que con un ancho de cinco kilómetros, une a Armenia con Nagorni Karabaj.

Claro está, en un acuerdo de paz siempre hay concesiones y en este caso tocó a Ereván hacer los mayores sacrificios con la entrega de las regiones de Agdam, en el oriente y las de Kalbadzhar y Lachin, en el occidente.

Para Ervand Bozoyan, fundador del fondo 'Politeconomia', las condiciones del acuerdo del 9 de noviembre estuvieron listas desde el mismo momento en que hace dos años y medio Pashinyan echó por tierra tres décadas de negociaciones en el marco del Grupo de Minsk.

Antes de la revolución de colores de abril de 2018, que llevó al poder a Pashinyan, este último tenía una posición más moderada, pero sus consejeros en capitales occidentales lo llevaron a creer que era posible una solución radical del problema de Nagorni Karabaj, comentó.

De su lado, Moscú pareció no olvidar que el propio cambio forzado del poder en Armenia, cuando debió renunciar Serzh Sargsian en medio de protestas, donde algunos llegaron a pedir el cierre de la 102 base rusa, tiene su precio a pagar en la política regional, destaca Izvestia.

Las protestas actuales en Ereván podrían llevar a la creación de otro gobierno que introduciría cambios cosméticos en su posición, pero difícilmente pueda cambiar el estatus previsto para el contingente ruso que garantiza a Moscú su presencia directa en el Cáucaso sur.

Turquía, que se mostró interesada en afianzar su papel en la referida región, solo estará presente junto a Rusia en un centro de control del cumplimiento del acuerdo, instalado en Azerbaiyán, aclara el diario Voenoe Obozrenie.

Una vez más el presidente Vladimir Putin, quien firmó un decreto para la rotación de los militares del contingente de paz al menos una vez cada dos años, pareció demostrar su capacidad para reforzar el papel de Rusia en situaciones geopolíticas difíciles.

Sin embargo, analistas consideran que Turquía, un país con relaciones pragmáticas con Rusia pero miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, encuentra un argumento para enviar tropas al Cáucaso sur, lo cual sitúa a sus militares cerca de la frontera con este país.

El parlamento turco aprobó el envío de tropas a Azerbaiyán, pese a que Moscú aclaró que en ningún momento Ankara participó directamente en el acuerdo y sus militares no figurarán en el contingente de pacificación en Nagorni Karabaj.

Armenia y Azerbaiyán en su momento intercambiaron acusaciones sobre la presencia de mercenarios foráneos o grupos de formaciones extremistas en el referido conflicto, algo que resulta un motivo de seria preocupación.

Los combates cesaron, pero los intentos de desestabilización continúan en Occidente, sin tener en cuenta las consecuencias del peligro de un nuevo derramamiento de sangre, denunció en su momento Narishkin.

Eso parece indicar que muchas de las movidas del tablero geoestratégico regional aún están por jugarse en Nagorni Karabaj.

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Antonio Rondón

Corresponsal jefe de Prensa Latina en Rusia


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