Obsesión y torpeza a la tribuna

En efecto, y hasta tal vez armado de alguna “nota sustancial” en sus papeles deslizada “descuidadamente” ante las cámaras (como aquella que recientemente hablaba de “remitir tropas a Venezuela”), el siniestro John Bolton, consejero presidencial de Seguridad Nacional, estará este miércoles 17 de abril en Miami junto a “héroes” de la brigada mercenaria que agredió a Cuba por Playa Girón en 1961, para “pronunciar sentencia” sobre el futuro inmediato de los “regímenes dictatoriales” de La Habana, Caracas y Managua.

Escogió sin dudas una fecha complicada. Primero, porque ese día, 58 años atrás, marcó el inicio de la primera gran derrota militar de los Estados Unidos en el Hemisferio Occidental; luego, porque no pocos dentro de su posible auditorio tendrán que terminar su paso por la vida con la espina de haber sucumbido en menos de 72 horas ante el recio potencial moral y defensivo del pueblo cubano; y tercero, porque Playa Girón fue y sigue siendo una muestra absoluta del ejercicio permanente del terrorismo de estado por la primera potencia capitalista, autoerigida cínicamente en distribuidor global de títulos negativos entre quienes les resulten incómodos e insoportables.

De todas maneras, cuando se carece de ética todo es posible, y en su común práctica de tergiversar las realidades, de seguro Bolton, a despecho de la verdad histórica, no dejará de denostar de los vencedores de aquella gesta, y del pueblo que batió a los agresores en defensa de su recién proclamada Revolución Socialista, por lo que se espera  que su paso por la tribuna resulte un grosera y hostil diatriba.

En consecuencia, para oídos entrenados como los de Cuba, será escuchar más de lo mismo en materia de amenazas y de los “deberes y compromisos  regionales del democrático y justiciero sistema” que arrasó con su población indígena, esclavizó a millones de africanos, hizo del Sur de sus fronteras espacios desmembrados y ocupados a viva fuerza, fue el primero y el único hasta hoy en utilizar el arma nuclear contra ciudades indefensas, promovió y promueve la violencia y la irracionalidad a escala planetaria, y no se avergüenza de sus pactos con extremistas, fanáticos y terroristas de cualquier catadura ni espacio geográfico mientras sirvan a sus intereses hegemonistas.

Y, según fuentes de prensa, el asesor de Seguridad Nacional llevará en sus manos una cadena de nuevas vueltas de tuerca contra la Mayor de las Antillas que van, desde obstaculizar aún más los ya afectados contactos de ciudadanos norteamericanos con nuestro país y la aplicación de  otras sanciones adicionales  a la Isla, hasta su re inclusión –oiga usted eso- en el particular listado de la Casa Blanca de “naciones patrocinadoras del terrorismo”, sin que tal vez falten referencias al plan de aplicar de una vez el denominado capítulo tercero de la Ley Helms Burton, que permitiría demandas contra La Habana ante tribunales gringos por intereses “perjudicados” a cuenta de la nacionalización de los recursos locales por la Revolución Cubana.

Es como si el despechado Bulton pretendiera, casi sesenta años después de la paliza de Playa Girón,  dejar caer sobre la Isla invicta un paquete contentivo de una parte de lo que no pudieron imponeros entonces por la fuerza de las armas, cuando apenas nuestras milicias populares y nuestras nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias daban sus primeros pasos en el camino del desarrollo y la preparación con los que hoy cuentan.

Y es que, con certeza, este trásfuga de la administración de Donald Trump no asume, y de seguro no quiere asumir, que mientras él dedique tiempo en Miami a su “teatro del horror”, ciento ochenta kilómetros al sur el sabor de la victoria y el compromiso eterno con la Patria estarán de plácemes y permanentemente válidos y vigilantes.