//

miércoles, 30 de octubre de 2024

Piñera en incómoda posición (Parte I)

El presidente chileno lleva años en constante lucha contra su pueblo...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 22/06/2021
1 comentarios
Sebastián Piñera
Es muy notable el retroceso de la derecha en Chile en este período, lo cual no significa que en los próximos comicios la izquierda se haga de la presidencia.

A cinco meses de las elecciones generales, el derechista presidente chileno Sebastián Piñera y su gobierno están en una incómoda posición luego de varias derrotas infligidas por su pueblo, dispuesto a cambiar las negativas políticas públicas neoliberales.

Piñera, un millonario empresario –el hombre más rico de Chile, según la revista Forbes- que en dos ocasiones ha ocupado el Palacio de la Moneda (2010-2014) y (2018-22) con el partido Chile Vamos obtuvo la última vez el 54,57% de los votos, en unos comicios caracterizados por el abstencionismo.

Cuando retornó a La Moneda, afirmó que “ahora tengo mucha experiencia” que fue interpretado con respecto a su primer período, cuando el país sufrió el infortunio de un terremoto con saldo de 525 víctimas fatales.

Una buena parte de su administración fue dedicada a la reconstrucción de los daños dejados por el fenómeno natural.

Sin embargo, analistas coinciden en que, en general, a este hombre nacido en 1949 le fue bien con un crecimiento económico y una victoria moral cuando sus ejecutivos lograron salvar a 69 trabajadores atrapados en una mina y los medios ensalzaron la preocupación y el rápido hacer de su gabinete.

Ahora es diferente. Han pasado los años y es evidente que los chilenos, en especial los sectores populares, reconocieron y condenaron a sus enemigos de clase, a los partidos conservadores estancados en modelos arcaicos, a los sicarios, los corruptos, los traidores.

Lo que él consideró buenos años de su primera experiencia en La Moneda son ahora muy diferentes. Casi finalizando su segunda etapa gubernamental, tuvo varios reveses políticos que lo muestran ahora como una persona insegura, que aunque considerado como pragmático por algunos medios, a veces es desmesurado en sus apreciaciones y toma decisiones apresuradas y poco acertadas sin considerar las consecuencias.

Tampoco podría decirse que entregar la banda el próximo año le causará  pesadumbre pues, en realidad, son tantos los momentos abrumadores de estos últimos tiempos que con certeza sentirá alivio y volverá a su vida de gran lujo.

Es muy notable el retroceso de la derecha en Chile en este período, lo cual no significa que en los próximos comicios la izquierda se haga de la presidencia, ya que, como ocurre históricamente nunca se ha puesto de acuerdo.

Menos aún, salvo en el malogrado gobierno de Salvador Allende, carece de un programa único y coherente capaz de resolver los problemas apremiantes de la sociedad, en especial la ahora deprimida clase media.

Los estudiantes, en su primera incursión gubernamental, no le dieron tregua a Piñera, a quien exigían una educación gratuita y de calidad. Pero en Chile lo que comienza como una protesta sectorial pronto se convierte en un alud político. Al lado de los jóvenes marcharon los profesores, padres, sindicatos, agrupaciones sociales y organizaciones progresistas.

En octubre de 2019 hubo un estallido social como nunca antes, espontáneo, sin participación de los partidos políticos que prefieren discutir en torno a una mesa –salvo el comunista que no se prestó a los juegos de la derecha-. Las convocatorias fueron silenciosas, mediante las redes sociales y llamadas telefónicas. Piñera no se esperaba el poder de movilización de las distintas escalas de la enseñanza, desde el nivel secundario hasta el universitario. Como en otras ocasiones, en las grandes concentraciones del pasado año hubo personas de todas las edades y sexos.

Las grandes masas que ocuparon las avenidas –desde las pequeñas hasta las más importantes-, con el epicentro en Santiago, la capital, hicieron temblar al régimen que sacó sus fuerzas represivas a las calles como si renacieran los peores momentos de la dictadura pinochetista.

Lo que surgió como una protesta juvenil por el alza de los boletos del metro devino un alzamiento que aun se mantiene pero que buscó otras formas de expresión obligado por la aparición de la pandemia de la Covid-19 en febrero de 2020.

Los gobiernos neoliberales acostumbran reprimir las cada vez mas continuas sublevaciones populares, léase Colombia, Perú, en los últimos meses. Chile siguió la tendencia de atenazar de manera desmesurada las marchas pacíficas que solo contaban con piedras y palos, en ocasiones.

El cuerpo de Gendarmería (policía metropolitana), ataviado para una guerra, con modernos equipos militares, atacó los bolsones de personas que enarbolaban pancartas y banderas y se encontraron en medio de tiroteos, chorros de agua y golpes.

La represión dejó un saldo de más de 40 muertos, miles de heridos, en especial en los ojos, blanco de los balines de los uniformados, centenares de detenidos (aun en prisión) y desaparecidos, violaciones sexuales..

Con el transcurrir de días y semanas hubo una radicalización de las protestas al irse sumando importantes sectores que exigían la renuncia de Piñera, quien en un disparatado comentario público advirtió ¨estamos en guerra¨, aludiendo a su propio pueblo.

La popularidad del mandatario, mas empresario que político, cayó a niveles rasantes, -10%-, uno de los más bajos registrados en el rango en el país andino. Piñera y la ideología que representa no se han recuperado y, por el contrario, siguen perdiendo terreno.

La Covid-19 y la política

Una de las fuertes críticas actuales de la población al gabinete de Piñera es el infeliz tratamiento ofrecido a la pandemia de la Covid-19.

Desde marzo del pasado año, cuando se conoció el primer caso, hasta este 20 de junio, en Chile se han contagiado 1 434 884 personas con el Sars-Cov-2, y la cifra de fallecidos llega a los 30 058.

En los últimos días circula la versión de que los hospitales están saturados y a punto del colapso. Los pacientes activos superaban los 40 000 diarios el pasado 19.

El gobierno santiaguino anunció  la extensión del cierre de sus fronteras hasta el próximo 30, en un intento por contener la pandemia y las nuevas cepas que se esparcen por Suramérica.

El ministro de Salud, Enrique París, explicó que, aunque otros países han flexibilizado la entrada a su territorio de visitantes ya vacunados, Chile aún no, como medida de protección ante la posible proliferación de las variantes del nuevo coronavirus.

Sin embargo, contra todo pronóstico, el pueblo chileno continúa con sus protestas –como ocurrió en octubre del pasado año para conmemorar la fecha del inicio de la sublevación de 2019- y luego para hacer realidad el sueño de dotar al país de una nueva Constitución Nacional que borre la impronta del dictador Pinochet en tan fundamental documento.

Nadie imaginó la rotunda victoria del pueblo que asistió al referendo que preguntaba si quería o no una nueva Ley de leyes, en la que por amplia mayoría ganó el SI y ocurrió lo inesperado, la decisión popular de que los constituyentes fueran a elecciones luego de ser nominados en sus comunidades.

Los cómputos de esos comicios significaron un rompimiento de los planes de la reacción chilena, que esperaba el triunfo de su propuesta de un 50% de constituyentes miembros de partidos políticos y otro 50% electos por independientes, lo que le permitiría influir en el texto a su conveniencia.

Por mayoría ganó la propuesta de los progresistas.

La gran derrota de los conservadores herederos de la dictadura del General traidor al presidente constitucional Salvador Allende (1970-1973)  ocurrió los pasados 15 y 16 de mayo, cuando se celebraron las llamadas megaelecciones, limpiamente ganadas por los independientes y la izquierda, en un recambio de fuerzas políticas y protagonismo popular.

El centro del interés estaba en la elección de los 155 miembros de la Asamblea Constituyente, -por primera vez 17 de los pueblos originarios- que en un año redactará la nueva Carta Magna del país. También se escogieron 16 gobernadores regionales, -13 de ellos a balotaje- 345 alcaldes y 2252 concejales.

Los resultados muestran un país en transformación. El Chile vamos, de Piñera, en el que los derechistas se postularon unidos, tras gastar altísimas sumas de financiamiento en campaña electoral, resultó el gran perdedor en el inicio de lo que se vislumbra como una nueva época política.

Para la Asamblea Constituyente, los sufragios de los sectores independientes resultó la gran sorpresa, pues se hicieron de 48 escaños, sobresaliendo la Lista del Pueblo, que ganó la mitad de esa cifra. 

La izquierda agrupada en la Lista Apruebo Dignidad alcanzó 28 escaños, convirtiéndose en la segunda fuerza política del país, con un programa claramente antineoliberal. Este espacio está conformado por el Partido Comunista y la gran mayoría del Frente Amplio.

Con 37 escaños, el oficialista Chile Vamos quedó lejos del número mágico de los 52, es decir, del tercio de curules necesarios para vetar los acuerdos constituyentes. La ex Concertación, agrupada en la lista del Apruebo (25 escaños), quedó relegada a una tercera fuerza.

Que estas dos agrupaciones carezcan de mayoría es muy relevante, pues supone el fin del bipartidismo, en el que habían alternado el primer y segundo lugar en cada cita electoral hasta el momento. Nuevos actores políticos han surgido.

La consolidación política de los otrora activistas estudiantiles en cargos ejecutivos mayores en varias de las principales comunas del país, hablan a las claras de un fenómeno de relevo generacional.

La reelección como alcalde de Valparaíso de Jorge Sharp (36 años) y las elecciones, entre otros, de Irací Hassler (30 años), Carla Amtmann (34 años), Macarena Ripamonti (29 años), o Tomás Vodanovic (30 años) como alcaldesas y alcalde electos de Santiago, Valdivia, Viña del Mar y Maipú respectivamente, muestran el claro desplazamiento de liderazgos anquilosados y la conformación de una importante base de poder político territorial para esta nueva cohorte.


Compartir

Clara Lídice Valenzuela García

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


Observador
 4/7/21 10:20

Usted no a vivido en Chile En octubre del 2019 el país fue atacado con prótestas ,incendiaron el metro , y no pararon durante meses quemando y saqueando pequeños y grandes negocios dejando mucha gente sin trabajo. Gendarmería no salió a las calles ellos cuidan cárceles , tampoco usaron vehículos militares ,eran viejos y solo algunos lanzan agua y lacrimógenas ,los protestantes usaron bombas incendiarias Molotov ,piedras , palos y hondas con las cuales lanzaban balines de acero en contra de carabineros como civiles hiriendo a estos últimos en los ojos ,carabineros usaba cascos y escudos protectores pero no les protegió contra las bombas incendiarias ,las cuales usaron incluso contra mujeres ,eran Ordás de saqueadores todos los días ,infórmese más.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos