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viernes, 8 de noviembre de 2024

Pompeo, el mensajero del odio

Secretario de Estado de EE.UU. cumple séptima visita a Latinoamérica y el Caribe...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 27/01/2020
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Mike Pompeo y Luis Almagro
En su gira por Colombia, Costa Rica y Jamaica, Mike Pompeo buscó la división del Caribe para garantizar la reelección de Almagro en la OEA y fortalecer la lucha de EE.UU. contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.

El secretario de Estado de Estados Unidos (EE.UU.), Michael “Mike” Pompeo, realizó su séptima gira por América Latina y el Caribe, obsesionado por la aniquilación de los gobiernos progresistas para revertir las políticas revolucionarias, instaurar gobiernos neoliberales, adueñarse de los recursos naturales y someter a los pueblos a los mandatos imperiales.

La visita de Pompeo (1953) este mes a Colombia —base terrorista de EE.UU. en Suramérica—, Costa Rica y Jamaica, fue otra demostración del interés de la Casa Blanca por apropiarse de zonas geográficas consideradas por el Secretario de “crucial importancia” por el régimen del republicano Donald Trump.

La explicación de este viaje relámpago, luego de un frustrado pasaje por Oriente Medio, era promover “prioridades compartidas” en la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de la democracia, según dijo a periodistas un alto funcionario del Departamento de Estado.

De inmediato, las redes sociales estallaron, ya que históricamente está demostrado que EE.UU. —y los últimos sucesos internacionales lo patentizan— es promotor del terrorismo de Estado en distintas partes del mundo en su estrategia de fomentar las guerras para fortalecer la industria armamentista, aplastar gobiernos y tratar de demostrar que es el propietario del planeta.

La agenda del exdirector de la Agencia Central de Inteligencia constó de tres puntos: la búsqueda de apoyo para Luis Almagro en las próximas elecciones de la Organización de Estados Americanos (OEA); la lucha contra lo que él llama terrorismo, y la injerencia sobre Venezuela, Cuba, y Nicaragua.

En Colombia, Pompeo se sintió a sus anchas bajo las alas del derechista presidente Iván Duque, siempre sumiso y dispuesto a acatar las órdenes de la Casa Blanca acompañado por las nueve bases militares impuestas a ese territorio suramericano.

Allí participó en la III Conferencia Ministerial contra el Terrorismo en el Hemisferio Occidental, en la que participaron cancilleres de regímenes conservadores. Un escenario ideal para reforzar su política de odio ideológico contra lo que él llama “la troika dictatorial” (Venezuela, Cuba y Nicaragua).

EE.UU. mantiene una continuada guerra no convencional contra estas naciones con gobiernos electos de manera democrática, a las que de continuo sanciona en varios flancos, en especial el económico, mientras amenaza sobre la posibilidad de una agresión militar directa en el caso de Venezuela.

A pesar de las fuertes medidas que quiebran los derechos humanos de las poblaciones de esos países —negativa a acceso a alimentos, medicinas, combustible, negocios— EE.UU. cree que en algún momento ganará la batalla unilateral que mantiene desde hace décadas contra líderes y pueblos que demuestran una férrea capacidad de resistencia para mantener su soberanía y dignidad.

En Colombia, el secretario de Estado se reunió con el más burdo delegado de la derecha venezolana, el autoproclamado presidente interino Juan Guaidó, único político en el mundo que tomó posesión por primera vez en un parque al aire libre, y la segunda en la redacción del periódico El Nacional, luego de ser despojado por partidos opositores, que alguna vez le tendieron la mano, del liderazgo de la Asamblea Nacional.

A ese títere ya moribundo de Trump, el mandatario Duque lo recibió con honores de jefe de Estado, con lo cual hizo otro ridículo vinculado a ese personajillo mediático. El primero fue el 22 de febrero del pasado año, cuando Guaidó reunió a varios mandatarios en la frontera colombo-venezolana para entrar todos triunfantes en Caracas luego de una “segura” — según sus palabras— deserción de miles de soldados. Se quedaron humillados y con ganas.

Pompeo respaldo plenamente al usurpador de mentiritas —no tiene votos ni poderes que lo respalden, ni gabinete— en su declarada lucha contra el legítimo presidente Nicolás Maduro, a quien acusa de terrorista y de fomentar las protestas sociales actuales en América Latina.

Venezuela constituye —de acuerdo con una Orden Ejecutiva del expresidente Barack Obama— una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de EE.UU., lo cual, en opinión de medios y políticos respetables, parecía una aparente broma de mal gusto. Sin embargo, Obama firmó el documento que faculta al gobierno de turno a atacar al país suramericano.

“El propósito de la misión que tenemos juntos es lograr que Maduro se vaya”, indicó Pompeo, y agregó que se había reunido con Guaidó, quien le habló de la “amenaza terrorista para los ciudadanos de su país”. Lo que buscaban ambos en Bogotá era reforzar y apoyar la presión contra Caracas, en la que juegan un papel básico Colombia, Brasil y el nuevo régimen de facto de Bolivia.

Reforzando la triangulación de relaciones entre los “aliados”, Pompeo destinó tiempo también a la canciller del régimen de facto boliviano, Karen Longaric, a quien felicitó por la renuncia del presidente constitucional Evo Morales por un golpe de Estado el pasado 10 de noviembre.

También conversó con el canciller brasileño, Ernesto Araujo, muy en contacto con el equipo de Guaidó y sus planes bélicos.

Con esos contactos Pompeo construyó consensos para que Almagro, quien ha fracasado en la aplicación de sanciones contra el gobierno de Maduro, continúe al frente de esa desprestigiada y dividida entidad.

La OEA siempre se plegó a Washington desde su constitución en 1947. Almagro, un renegado revolucionario, excanciller de Uruguay, es uno de los gestores del llamado Grupo de Lima, al que piensa utilizar con sus militares contra un país pacífico como Venezuela.

El secretario norteamericano también se refirió en su intervención en la III Conferencia a la presencia del brazo militar Hezbolá (Partido de Dios, Líbano) en Latinoamérica, al que vinculó sin argumentos a Venezuela.

Para el régimen de Trump, es importante que China desista de su expansión económica en América Latina y el Caribe, fomentada sobre la base de una relación respetuosa y soberana..

En su criterio de unipolaridad mundial, ni China ni Rusia tienen cabida en esta región del planeta que ellos consideran parte de su territorio (perdido a partir de 1998 con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela y extendido con el triunfo del pensamiento progresista en Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil, Honduras, El Salvador, Nicaragua y otros, además del Caribe.

Luego Pompeo se dirigió a Costa Rica, país centroamericano clave para los planes imperiales, pues posee una frontera con Nicaragua de 209 km de longitud. En dirección este-oeste las dos naciones son separadas por las costas del mar Caribe (al oriente) y el océano Pacífico (occidente).

El primer secretario de Estado en visitar Costa Rica en una década, agradeció al presidente Carlos Alvarado por la “constante condena” de ese país “a los abusos de Maduro”, dijo, y dar cobijo a quienes salen de Nicaragua, en realidad conocidos mercenarios que huyen de la justicia tras cometer acciones violentas contra la población nica.

Sus continuos ataques a la presencia de empresas de la gran nación asiática en América Latina desataron tensiones en Costa Rica. La Embajada de China ripostó los ataques y aconsejó en una nota “que (Pompeo) recupere cuanto antes la racionalidad, se ocupe de sus propios asuntos y deje de difundir rumores falsos”.

Como colofón de su viaje, Pompeo desembarcó en Jamaica, su principal aliado en el Caribe, para reunirse solo con los cancilleres de Bahamas, Belice, República Dominicana, Haití, San Cristóbal y Nieves y Santa Lucía, desconociendo a la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom).

La Comunidad ya había anunciado su voto favorable en la OEA a la diplomática colombiana María Fernanda Espinosa, hasta ahora principal alternativa a Almagro en la Secretaría General. La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, también presidenta de la CARICOM, condenó previamente el encuentro y advirtió las intenciones de Washington de dividir la región. Los primeros ministros de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, y de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, se sumaron también al rechazo

Han sido las naciones caribeñas las que, con su voto, destruyeron los planes de la Casa Blanca en la OEA contra la nación venezolana.

Sin ocultar su politiquería, el enviado de Trump afirmó que “Almagro es el líder que necesitamos para que la OEA continúe abordando proactivamente los desafíos centrales que enfrenta la región”.

Pompeo advirtió a los cancilleres sobre la influencia de China, Rusia y Cuba, instándolos a fortalecer los lazos con EE.UU. potenciando la cercanía geográfica y los valores compartidos, pero sin recordar que su país intervino militarmente varias veces en dos países allí presentes: Haití y República Dominicana.

Como si se tratara de niños ignorantes, advirtió a sus interlocutores que “combatientes del (grupo yihadista) Estado Islámico han venido de Trinidad y Tobago. Las disidencias de la extinta guerrilla de las colombianas FARC y el Ejército de Liberación Nacional se refugian en Venezuela”, argumentó, pero sin presentar pruebas de tales afirmaciones.

También les advirtió sobre eventuales negocios con China. “Es tentador aceptar dinero fácil de lugares como China. Pero ¿de qué sirve si alimenta la corrupción y socava su Estado de derecho?

En su obsesión por eliminar cualquier vestigio progresista en el Caribe, refirió que “Cuba y Rusia están entrometiéndose en los asuntos soberanos de las naciones, tratando de desestabilizar a las democracias”.

Con relación a la trasnochada gira de Pompeo, ante periodistas locales e internacionales, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel aseguró el pasado viernes que “es un poco más de la misma retórica elevada con que han estado hablando en estos tiempos con relación a Venezuela, a Cuba, a Nicaragua”.

“Ya Pompeo no tiene más calificativos que dar sobre nosotros. Yo creo que ha sido una gira, en primer lugar, para dividir al Caribe”, respondió el dignatario a la multinacional Telesur y recordó que el secretario de Estado es uno de los más férreos defensores de la política de desmontaje total de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, tras los avances alcanzados en los tiempos de la administración Obama intentó justificar el proceder de la administración Trump hacia la Isla diciendo que “todo lo que estaban haciendo era para ayudar al pueblo cubano”.

El presidente afirmó: “Y yo sigo preguntando: ¿las medidas que ha aplicado EE.UU., empezando por el bloqueo, a quién ayudan? Ni ayudan a los cubanos, ni ayudan a la comunidad cubana en el exterior, ni ayudan al pueblo norteamericano”.

Precisó que “les preocupan mucho las cosas que están pasando en América Latina y el despertar que están teniendo núcleos poblacionales importantes en el área latinoamericana y caribeña”. 

Desde que asumió el cargo en 2018, Pompeo visitó México en julio; Panamá y México en octubre, y Argentina en noviembre. En 2019, estuvo en Brasil y Colombia en enero; en Chile, Paraguay, Perú y Colombia en abril, y en Argentina, Ecuador, México y El Salvador en julio.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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