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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Rabietas incendiarias

Los trumpistas solo entienden de imposiciones...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 04/07/2020
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Nuevas rondas-conversaciones-Rusia-Estados Unidos
Rusia y los Estados Unidos negocian en Viena un nuevo START.

Hace unos días se iniciaron en Viena, en el conocido Palais Niederösterreich , nuevas rondas de conversaciones entre representantes de Rusia y los Estados Unidos sobre el futuro del acuerdo START para la limitación de armas nucleares, que debe caducar en febrero del cercano 2021.

Hay que advertir que las tratativas, quizás las últimas para intentar salvar un protocolo bilateral que data de la última década del pasado siglo, resultan muy difíciles, sobre todo porque para el ocupante de la Oficina Oval es práctica consuetudinaria sabotear y abortar todo entendimiento que no cuadre en sus parámetros de la relación de Washington con el exterior, la cual, a su juicio, debe regirse por la presión y la imposición a los ajenos, y por sumar muchas más ventajas que concesiones.

De hecho, la historia de los cuatro años de presidencia del magnate inmobiliario está matizada por la ruptura unilateral  de consensos comerciales, chantaje a sus íntimos de la OTAN, y salida de los Estados Unidos de protocolos como el del cambio climático, el logrado en torno al uso pacífico por Irán de la energía atómica, o el suscrito con Moscú sobre misiles nucleares de corto y medio alcance.

Vale recordar, como ya expusimos en comentarios anteriores, que “el primer acuerdo para la limitación de los arsenales nucleares, el START I, fue suscrito en 1991 por el presidente Ronald Reagan y su par Mijail Gorbachov, en plena disolución de la Unión Soviética”.

“La segunda versión, acuñada en 1993, estuvo a cargo de George W. Bush y del beodo Boris Yeltsin, y la tercera la firmaron Barack Obama y el entonces mandatario ruso, Dimitri Medvedev, en abril de 2010, y dispuso, la reducción en dos tercios de ambos arsenales atómicos”.

Toca ahora volver a analizar las posibilidades de alargar la vida útil de este devenir bilateral, solo que para Trump lo ya vigente resulta incómodo y, por demás, pretende utilizarlo para poner soga corta a otro de sus grandes adversarios, China, exigiéndole en términos trasnochados que debe incorporarse a un documento que le ha sido totalmente ajeno por tres decenios.

Todo a pesar de que Rusia ha desplegado su cartera diplomática con positivas iniciativas para dejar vivir el START, como la que postula establecer una prórroga del acuerdo más allá de febrero para facilitar nuevos debates, establecer una moratoria con la OTAN en el despliegue mutuo de misiles de rango intermedio, e incluso incluir en un nuevo protocolo controles sobre algunos de los nuevos sistemas nucleares rusos que despiertan preocupación en la Casa Blanca y el Pentágono.

Son justo propuestas anunciadas en estos días en Viena por el jefe de la delegación moscovita, el vicecanciller Sergei Ryabkov, quien no obstante no dudó en manifestar tajantemente a la prensa que, desde su punto de vista, “Estados Unidos no quiere extender el START”, de ahí la idea peregrina de no interesarse por otra cosa que involucrar a Beijing a como dé lugar.

La posición de China, manifestada por sus autoridades, es razonable, objetiva, diáfana y tajante: el gigante asiático no tiene ningún vínculo con un tratado suscrito entre dos potencias treinta años atrás, ni tampoco interés en los acuerdos trilaterales de control de armas, ya que su arsenal nuclear es mucho más pequeño que el de Estados Unidos y Rusia.

La trama que impone Washington, añadimos nosotros, equivaldría a que a estas alturas Rusia hiciera depender su renovada rúbrica del START de que todos los miembros de la OTAN poseedores de armas atómicas formasen parte a empujones de un nuevo protocolo, incluido el Israel sionista, que acumula un polvorín nuclear no declarado de cientos de artefactos con sus respectivas lanzaderas.

Así, toda esta trama ha hecho declarar a no pocos observadores que la enfermiza insistencia de Trump con la inclusión de China “es un pretexto para dejar que expire el START, pues queda poco tiempo para renovar un acuerdo complejo, y mucho menos negociar otro hipotético documento que involucre a Beijing, especialmente con una elección presidencial en Estados Unidos el próximo noviembre”.

En consecuencia, no sería ocioso que vayamos preparándonos todos para el inicio, a partir de febrero, de una nueva etapa de riegos militares nucleares de alto vuelo, como en los nada edificantes tiempos de la Guerra Fría.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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