El logro de una paz inmediata en Siria parece amenazado nuevamente luego del anuncio oficial de Ankara de que prepara una ocupación militar adicional en el noreste de ese país con el propósito de establecer una denominada “zona de seguridad” previa a las fronteras otomanas.
No es una idea nueva ni mucho menos. Para Turquía resulta incómoda en extremo la alianza de los también ilegales interventores norteamericanos con grupos armados kurdos radicados en esa área para “combatir al Estado Islámico” (precisamente aupado y armado por los Estados unidos y sus socios regionales), dado su vieja pugna con las aspiraciones nacionalistas de esa etnia de alta presencia en suelo turco.
De ahí que, y aun cuando Ankara forma parte junto con Rusia e Irán de la triada de Astaná para lograr la paz en Siria y hacer respetar su integridad territorial e independencia, el gobierno del presidente Tayip Erdogán haya anunciado un inminente avance de sus tropas (ya estacionadas también ilegalmente en Siria) para establecer una amplia “zona de seguridad” donde dice se asentarán los refugiados sirios radicados en Turquía, a la vez que podrán ser previstas posibles acciones anti turcas de los kurdos armados por Washington.
Toda una estrategia cuyo principal punto controversial radica en que se realiza en territorio extranjero y sin mediar autorización o acuerdo alguno con el gobierno legítimo del país usurpado, según apuntan no pocos analistas del tema.
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De hecho, un comunicado sirio dado a conocer por la agencia siria de noticias SANA, calificó textualmente de “agresión turca” el plan expuesto por Ankara, y lo proyecta como una conspiración “con apoyo estadounidense” para mantener las tensiones en Siria luego de la casi definitiva derrota de los terroristas.
Otra nota que se suma a este embrollo es la unilateral decisión del presidente gringo, Donald Trump, de -sin previo aviso a ninguno de sus aliados y protegidos- otorgar luz verde a la acción militar turca, con lo que abandona a su suerte a las milicias kurdas a las que prestaba apoyo hasta este instante.
En un giro evidentemente ligado a su campaña con vista a una posible reelección al frente de la Casa Blanca el venidero año, Trump retomó como argumento su vieja consigna de “salirnos de estas guerras estúpidas… y que cada quien cargue con sus problemas.”
En lo adelante, precisó cual si estuviese en un mitin proselitista, “solo lucharemos donde sea para nuestro beneficio, y solo lo haremos para ganar.”
“Turquía, Europa, Siria, Irán, Irak, Rusia y los kurdos tendrán que solucionar la situación y ver qué quieren hacer con los combatientes del Estado Islámico (unos diez mil) capturados en su vecindario”, recalcó el mandatario con la actitud de quien incendia una casa y luego se larga en medio de las llamas porque le resultan molestas las altas temperaturas.
De hecho, los grupos kurdos aliados de Washington han puesto literalmente el grito en el cielo al constatar que han sido abandonados en la trifulca, y algunos de sus voceros han rememorado, en medio de una decepción que quizás nunca imaginaron, la máxima de que “los Estados Unidos no tienen socios, sino intereses propios”, y con más razón con un mandatario que ha admitido que “no soportaría no ser reelecto” y está dispuesto a todo para materializar su “gran ambición personal.”
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Lo cierto es que, con tales acontecimientos, el clima de tensiones, contradicciones y violencia se ve incrementado en instantes en que el terrorismo exportado por los enemigos de Damasco estaba en franca disolución en sus últimos reductos del noreste de Siria, lo que implicará posiblemente más guerra, más pérdidas y más derramamiento de sangre para el estoico pueblo sirio.
Por demás, es difícil entender que partes públicamente comprometidas con la integridad y la independencia de una nación agredida adopten decisiones ilegales y unilaterales que afecten precisamente esas prerrogativas de quien se dice debe ser respetado.
En vez de apresurar las armas, sin dudas lo más indicado sería explorar siquiera la alternativa de una negociación sensata, justa, equitativa y apegada el interés mutuo sobre cualquier inconveniente… y créanlo, un Oriente Medio bajo la mira hegemonista está muy urgido de tales prácticas.
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