Luis Almagro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) podría tener los días contados en su confortable oficina Washington D. C. , ya que el próximo día 15 se juega el cargo desde el cual intenta manejar, bajo la dirección de Estados Unidos (EE. UU.), la política interna de los países de América Latina y el Caribe.
Ese día, y luego de practicar políticas de odio y de injerencia en la región durante cuatro años, en los que acumuló una larga lista de intromisiones para derrocar gobiernos progresistas y apoyó a grupos contrarrevolucionarios, habrá elecciones en la sede de la OEA para, o reelegir a Almagro, o sustituirlo. Decidirán sus 34 países miembros.
Hasta hace pocos días, un buen número de analistas consideraban que el excanciller uruguayo del gobierno de José “Pepe” Mujica seguiría al frente de la organización, pero las opiniones cambiaron luego de conocerse la verdad sobre el dictamen de la OEA, mentiroso y fraudulento, sobre los resultados de las elecciones presidenciales en Bolivia. Su irresponsable actitud y su alianza con los sectores de derecha local y EE. UU. fueron parte del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales.
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De manera ingenua —pues el papel de gendarme otorgado por EE. UU. a esa institución estaba más que comprobado— el presidente Morales invitó a un grupo de observadores bajo el mando de Almagro para que certificaran la transparencia de los comicios el pasado 20 de octubre.
Sin embargo, y aun cuando el Tribunal Supremo Electoral dio como victorioso al binomio del Movimiento al Socialismo Morales-Álvaro García Linera, con más de un 10 % por encima del derechista Carlos Mesa en primera vuelta, el jefe de los observadores de la OEA brindó un dictamen que acusaba a las autoridades de permitir un fraude comicial sin prueba concluyente alguna.
Ese fue el principio del fin. La institución regional aconsejó la repetición de las elecciones, sabiendo —porque no hay que olvidar que actúa bajo la dirección de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. — que desde hacía semanas estaba en marcha el derrocamiento de Morales y el gobierno del MAS.
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¿PERMITIRA LA DERECHA UNA VICTORIA DEL MAS?
La historia es conocida. Amenazado por las Fuerzas Armadas, las calles tomadas por los derechistas al mando de Luis Fernando Camacho, del Comité Cívico de Santa Cruz y uno de los promotores de la violencia, el presidente Morales y García Linera decidieron renunciar para evitar la muerte de sus seguidores, en especial en los pueblos indígenas.
Los dos dirigentes decidieron el camino del exilio hacia México, luego de que en 14 años reestructuraron el sistema político-económico boliviano con un reflejo en la sociedad y convirtieron a esa nación —la segunda más pobre de la región, después de Haití— en una de las más prósperas, con un crecimiento de un 5 % anual. Invitados por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pudieron salvar sus vidas de la horda fascista.
En pocas horas, en violación de la Constitución Nacional y del sistema de derechos, una oscura y derechista senadora, Janine Áñez, se autoproclamó nueva mandataria de Bolivia. El MAS quedó desorientado de momento, sin poder entrar siquiera al Congreso Nacional donde es mayoría, y la represión contra los indígenas que deseaban el retorno de su líder fue terrible. Muertos y heridos quedaron en las calles. Lo que Morales quiso evitar, según dijo, se multiplicó gracias a la alianza de Áñez con los jefes militares.
El expresidente quedó inhabilitado para presentarse a las próximas presidenciales, el próximo 3 de mayo, por órdenes del gobierno de facto, donde, se haberse candidateado, apostaría por un curul en el Senado.
En una democrática reunión efectuada en Buenos Aires, donde ahora radican el exmandatario y su vice, fue escogido el dúo que representará al MAS en las presidenciales, integrado por el exministro de Economía Luis Arce, y el ex de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca.
Hasta ahora, Arce y Choquehuanca aparecen en los primeros lugares para ganar los comicios, según encuestas, con varios puntos de ventaja sobre el más cercano rival. Sin embargo, es posible que si ganan, la derecha orqueste otro complot para robarse de nuevo la presidencia. Según la magnitud de la votación por el MAS, es posible, aunque difícil, el retorno del progresismo al país andino.
Mientras, Áñez, también postulada, y sus secuaces, ya iniciaron el proceso neoliberal de dividir las empresas para privatizarlas.
¿CÓMO SE DESCUBRIÓ LA MENTIRA DE LA OEA?
Es imposible que la OEA, cuyo secretario general es un ultraderechista cipayo de EE. UU., que le paga muy bien por su comportamiento, haya actuado de manera limpia en Bolivia. La mentira desplegada en los medios de comunicación apegados al conservadurismo hicieron su parte y Morales y García Linera aparecieron como mentirosos en un primer momento.
El deterioro de la organización, fundada en 1947 luego de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, creció tras continuos fracasos en sus intenciones de derrocar al presidente Maduro e intervenir militarmente en Venezuela. No tuvo un solo avance al respecto, y ahora se acaba de hundir ante la opinión pública mundial luego que se publicara que no hubo fraude en las elecciones bolivianas.
Almagro, un individuo que ha demostrado su incapacidad para ejecutar los planes injerencistas de EE. UU. en Latinoamérica, y por ello es muy posible que pierda las elecciones de este mes, se convenció de que por muy pronorteamericano que sea, si la Casa Blanca entiende que ya no le sirve, le quita el respaldo.
Sin prestigio alguno, la OEA sufrió un duro revés cuando el periódico estadounidense The Washington Post publicó el informe de expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que expuso que “no hay ninguna evidencia estadística de fraude en las elecciones bolivianas”.
Tal constatación descalifica la conducta de la entidad y sus informes, y su evidente alianza con EE. UU. y la derecha boliviana para derrocar a Morales y su Movimiento al Socialismo.
¿QUÉ CHANCES TIENE ALMAGRO?
Son tres los candidatos a la Secretaría General de la OEA: Almagro, que aspira a la reelección mientras es criticado abiertamente por su actitud en el caso boliviano y antes por su persecución a Venezuela; la excanciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa, y el embajador de Perú en Estados Unidos, Hugo de Zela.
Cuando faltan pocos días para las elecciones, varias naciones de la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom), así como México y Argentina, han evaluado de negativa la gestión del actual secretario general.
Mientras en 2015 la candidatura de Almagro fue presentada por Uruguay, su país natal, ahora la presenta Colombia con apoyo expreso de la Casa Blanca, aunque no hay dudas de que tendrá el respaldo del actual régimen derechista instaurado en Montevideo.
Espinosa, hasta el momento la favorita en ganar la Secretaría General, fue postulada por las naciones caribeñas Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas. Ella no cuenta con el apoyo del régimen derechista de Ecuador presidido por el conservador Lenin, ya que esta diplomática de amplia experiencia fue canciller en la administración progresista de Rafael Correa.
Aparece por último el peruano De Zela, impulsado por Lima y hombre de confianza del mandatario Martín Vizcarra.
Las analistas internacionales Arantxa Tirado y Tamara Lajtman, del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), prevén cómo podrían ser los votos en una primera vuelta, e indican la posibilidad real de que Almagro pierda la reelección. Las expertas consideran que es muy probable que el Caricom vote en bloque como es su costumbre, y al ser Espinosa su candidata, tenga garantizada la victoria en primera vuelta con los votos también de México, Argentina, Panamá, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Argentina, Panamá, Nicaragua, Barbados, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Monserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, Surinam, Trinidad Tobago y Bahamas.
Por el contrario, según el mismo análisis, Almagro reuniría solo 14 apoyos en una primera votación, procedentes de EE. UU. Ecuador, Colombia, Canadá, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Belice, Honduras, Guatemala, El Salvador y la representación de Juan Guaidó, el autoproclamado presidente de Venezuela y al que la OEA considera legítimo.
De Zela, en tanto y según Celag, obtendría únicamente el voto de Perú.
El ganador/a deberá obtener al menos 18 votos de los 34 países miembros, debido a que el requisito es la mayoría simple.
Aunque nada está definido todavía, pues se pueden presentar candidaturas hasta el mismo día de las elecciones —en las que también se elegirá el secretario general adjunto— Almagro la tiene bastante difícil.
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