Febrero se acerca y con él la posible caducidad del acuerdo sobre limitación de armas atómicas START, suscrito decenios atrás entre los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética.
Se trata de un asunto espinoso y de sumo riesgo, y por lo menos bajo la administración de Donald Trump ha carecido de una evidente salida justa y compartida que mantenga el equilibro atómico entre los grandes poseedores mundiales de tales arsenales.
Lo cierto es que en el segundo mes del inminente 2021, el START dejaría de existir si no es renovado por ambos firmantes, y ello implicaría entonces que no habría límite legal alguno para el estallido de una nueva carrera armamentista.
No obstante, al parecer con un cambio de gobierno en Washington, esta peligrosa realidad podría ser paliada.
Así el presidente electo Joe Biden adelantó su disposición de suscribir con Moscú una prórroga por cinco años del acuerdo sobre limitación de armas atómicas en los actuales términos del START.
Ello, entre otras cosas, anularía la peregrina y oportunista demanda de Donald Trump de que para seguir dándole vida al protocolo de marras era necesaria la forzosa incorporación de China, aun cuando el gigante asiático nunca ha estado ligado ni al origen ni a la supervivencia del documento.
La propuesta, ahora apoyada por Biden, fue hecha semanas atrás por el presidente ruso, Vladímir Putin, en el interés de mantener vivo el último acuerdo sobre armas atómicas vigente hasta ahora, luego que la Casa Blanca bajo Trump hundió el también protocolo bilateral para el control sobre misiles de corto y medio alcance.
La versión original del acuerdo START fue suscrito entre el presidente Ronald Reagan y el entonces líder soviético Mijail Gorvachov en 1901.
El protocolo constituye a estas alturas, según expertos, “uno de los elementos más importantes de la estabilidad estratégica a nivel mundial”.
Trump ha puesto en serio peligro de extinción al START, lo que encaja perfectamente con sus controvertidos planes y prácticas destinados a zafarse de todo convenio internacional que incomodase sus planes agresivos de corte hegemónico.
Moscú, por su parte, no ha dejado de insistir en su voluntad de mantener vivos el START a tono con su interés de un planeta libre de la amenaza de destrucción atómica, sin embargo, ha advertido también que no estaría desprevenido ni sería sorprendido por enemigo alguno en materia de armamentos si ese protocolo fenece totalmente.
Así, según ha señalado Vasili Nebenzia, representante permanente de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas, la no renovación de este convenio “podría constituir un hecho muy grave.”
No obstante, precisó el diplomático, “si la parte estadounidense decide no seguir comprometiéndose con su renovación, entonces la parte rusa encontrará la manera más eficaz y viable para establecer los medios de defensa que mejor convengan a sus intereses.”
Y mientras, el tiempo sigue corriendo, ahora con al menos la posibilidad de evitar que se imponga al planeta una devastadora carrera militarista, peligro que sin dudas se ha estado oteando fuerte en el devenir internacional durante los últimos meses.
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