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domingo, 28 de diciembre de 2025

42 segundos y 14 oros

Una película reabre la memoria: España, Cuba y la vibración olímpica de 1992, entre la épica del agua y la cosecha más brillante del deporte cubano…

Rafael Norberto Pérez Valdés en Exclusivo 28/12/2025
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Fidel en Juegos Olímpicos
Hace 33 años Fidel estuvo hace en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 (Bohemia)

El canal deportivo de la televisión cubana nos regaló hace pocas horas una película, basada en hechos reales, que me pareció muy interesante. Y ella me llevó de nuevo ante la computadora…

Se titula 42 segundos, y ese es el tiempo en que la selección masculina de polo acuático de España estuvo muy cerca de lograr un triunfo sorpresivo en casa cuando se efectuaron los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

La cinta, más allá de su dramatización, tiene la virtud de devolvernos a un tiempo en que el deporte parecía latir con una intensidad distinta.

En uno de sus pasajes, casi como un anuncio dentro del anuncio, se menciona un partido contra la selección de Cuba. Apenas unos segundos, pero suficientes para que uno, desde nuestro país, sienta un pequeño estremecimiento.

Sí, porque si algo caracterizó a aquellos deportistas cubanos fue precisamente eso: la voluntad, la fiereza noble, el espíritu de no rendirse jamás, incluso cuando el marcador o la lógica parecían inclinarse hacia otro lado.

Y, en el recuerdo, quedó la hazaña de nuestro país: ¡Quinto lugar en la tabla general de medallas, impulsado por 14 de oro!

Ese partido, aunque no ocupa un lugar central en la película, sí lo tuvo en la memoria de quienes seguimos aquellos Juegos. España, anfitriona, empujada por un público que convertía la piscina en un hervidero emocional. Cuba, con su estilo de siempre: físico, disciplinado, incómodo. Fue un duelo muy reñido de pulsos tensos, de braceos que parecían arrancar agua del fondo mismo de la piscina. ¡Los de casa ganaron 12-10! Nuestros compatriotas hasta dominaron el primer tiempo: 3-2.

Y aunque la historia mayor de Barcelona 92 se escribió con la plata española y la épica de Italia, quienes vieron aquel choque recuerdan que Cuba obligó a jugar con respeto, con cautela, con la certeza de que no habría concesiones fáciles.

Los campeones

Pero la película hizo algo más: abrió una compuerta. Me devolvió a la actuación general de Cuba en aquellos Juegos Olímpicos, la mejor de toda su historia. Barcelona 92 fue, para el deporte cubano, una especie de alineación perfecta: talento, madurez, preparación, confianza y un país entero siguiendo cada jornada como en un largo y vibrante latido colectivo.

Catorce medallas de oro. Catorce. Un número que hoy parece casi mítico, como si perteneciera a un tiempo suspendido.

Oro en el boxeo (¡siete/la mitad de los títulos!), en el cual volvimos a demostrar una vez más la fuerza de nuestra escuela, nuestra poderosa tradición, que ya se había empezado a mostrar desde los de Múnich 1972 (tres coronas).

¿Recordamos a los campeones en el ring?: Rogelio Marcelo (división de los 48 kilogramos), Joel Casamayor (54), Héctor Vinent (63.5), Juan Carlos Lemus (71), Ariel Hernández (75), Félix Savón (91) y Roberto Balado (más de 91).

Oros en el atletismo, con figuras que aún hoy también se mencionan con respeto: Maritza Martén (lanzamiento del disco), Javier Sotomayor (salto de altura). 

Oros en la lucha: Héctor Milián (estilo grecorromano/división de los 100 kilogramos), Alejandro Puerto (libre/57 kg).

En el judo: Odalis Revé (66 kg). 

Y también en béisbol (debut olímpico de este deporte) y el conjunto femenino de voleibol, que regaló uno de los momentos más hermosos de aquellos Juegos, en el primero de sus tres éxitos: después los consiguieron en Atlanta 1996 y Sidney 2000.

La cosecha incluyó, además de las 14 de oro, 6 de plata y 11 de bronce para un total de 31ascensos a esos difíciles podios.

Quizás muchos no hayan olvidado que se trató del regreso triunfante de Cuba a los Juegos Olímpicos, después de no haber asistido a los de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.

O que Fidel estuvo en la inauguración.

Otros datos

¿Nos detenemos ahora, como parte de este recuento-homenaje, en un resumen por deportes?: 

Boxeo (7-2-0=9), atletismo (2-14=7), judo (1-1-3=5), lucha grecorromana (1-0-2=3), lucha libre (1-0-1=2), béisbol (1-0-0=1), voleibol (1-0-0=1), esgrima (0-1-1=2), pesas (0-1-0=1).

Cada triunfo tenía un rostro, una historia, un sacrificio. Y todos, juntos, componían una sinfonía que todavía resuena.

Barcelona fue también un espejo. Un espejo que devolvía una imagen de Cuba fuerte, disciplinada, orgullosa de su deporte como una de sus grandes obras colectivas.

Mientras España vivía su fiesta olímpica y su equipo de waterpolo se quedaba a 42 segundos de un milagro, Cuba construía su propia leyenda. 

Había, simplemente, atletas que sabían que estaban escribiendo la página más brillante de su historia.

Hoy, más de tres décadas después, uno mira hacia atrás y siente una mezcla de nostalgia y gratitud. 

Nostalgia por aquel país que se reunía frente al televisor, por los nombres que se repetían en las calles.

Gratitud porque, en medio de tantas dificultades, el deporte fue un territorio donde Cuba se reconoció a sí misma en su mejor versión.

Quizás por eso 42 segundos me tocó más de lo esperado. Porque no solo habla de España, de su casi victoria, de su posterior redención en Atlanta 96. Habla también, aunque sea de soslayo, de nosotros. De un partido contra Cuba que no fue cualquiera. De un espíritu que no se apagaba. De un tiempo en que el deporte era una brújula que señalaba hacia adelante.

Y en estos tiempos —tan movedizos, tan llenos de incertidumbres— recordar aquella cosecha de 14 oros, aquel orgullo compartido, aquel modo de competir con el alma, es casi un acto de resistencia.


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Rafael Norberto Pérez Valdés


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