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miércoles, 6 de noviembre de 2024

De caníbales y reyes

Un Luis Suárez impresionante en efectividad pero sobre todo en voluntad salió con todo ayer al césped del Arena Corinthians y con par de dianas envió a Inglaterra al quirófano que hacía poco menos de un mes él había abandonado...

Amilcar Pérez Riverol en Exclusivo 20/06/2014
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Suarez
Luisito celebra su primer gol.

España y Uruguay fueron, sin duda alguna, dos de las mejores cosas que nos dejó en Mundial de Sudáfrica 2010. La imagen de Iker Casillas, que una amnesia ingrata ha borrado de la memoria de muchos en estos días de desastre, levantando la copa dorada para un equipo español y la de la celeste guerreando hasta el último minuto con un potente equipo alemán en el partido por el tercer lugar, son sin dudas de los mejores recuerdos que tengo de la Copa en tierras del gran Nelson Mandela.

Pero la historia tan irónica, tan indomable, les reservó a ambas selecciones un desitno bien diferente para su debut en Brasil 2014. España, hoy ya destronada, sufrió una masacre a manos, o pies, de  Holanda, y Uruguay deshilada, indefensa, perdió 3-1 ante una selección tica sobresaliente. Este resultado ubicaba a La Celeste en ruta de calvario. Por delante esperaban dos campeonas del mundo, Inglaterra e Italia. Y ayer en el Arena Corinthians, ese calvario tenía su primera estación. Uruguay salía sin Diego Lugano, lesionado, con "Palito" en lugar del sancionado Maximiliano Pereira, manteniendo por delante a Eddinson "El Caníbal" Cavani. Pero una novedad hizo temblar las mismísimas torres de los castillos ingleses. El maestro Washington Tabarez dejaba sentado a Diego Forlán y en su lugar dio entrada a Luis Suárez.  A ¨Lucho¨, esa máquina dentada de hacer goles, ese otro caníbal del área. Y un par de caníbales de esta naturaleza ya son tribu. Una tribu que mete miedo al más encumbrado de los reyes.

Desde el inicio Uruguay guerreó. Por su parte, Inglaterra, tan necesitada de los tres puntos como La Celeste, buscaba casi todo el tiempo en sus rejuvenecidas piernas, las de Danny Welbeck, Daniel Sturridge y Raheem Sterling, alimentadas por ese genial maestro de orquesta que es Wayne Rooney. Me ha gustado esta Inglaterra. Vertical como siempre y tan oxigenada. Y mientras pienso en el partidazo que hizo frente Italia, una clase magistral de fútbol de ambas selecciones, no puedo más que molestarme con el trío que formaron Fabio Cannavaro, las bolitas del sorteo y el absurdo caos del azar, que se juntaron para poner a estas tres selecciones, tan grandes, en el mismo grupo de la primera ronda del Mundial.

Volvamos al partido. El primer tiempo transcurría con mucha fricción e imprecisiones. Trabado. Demasiado estaba en juego. Hasta que en el minuto 39 la tribu caníbal se juntó y con un ataque tan certero como letal asaltó la fortaleza inglesa y puso el 1-0 para Uruguay. Era el regreso de Luis Suárez que salía del quirófano, de la sala de terapia directo a una esquina del Arena Corinthians para celebrar su añorado regreso a la causa celeste. Y Luisito, en un gesto de altísima nobleza lo dedicó al hombre que con sus manos lo había puesto en el césped del Mundial, el fisioterapeuta de la selección. Nobleza de caníbal.

Pero Inglaterra es un equipo grande. Se reorganizó y avanzó sobre Uruguay, que replegada contuvo hasta donde pudo la furiosa carga.  Y la ofensiva inglesa dio resultados. Al minuto 75 de partido, Wayne Rooney quebraba su maleficio en copas del mundo y marcaba el gol de la igualada. Justo por lo que pasaba en la cancha y por la historia de este Caballero que es, sin dudas, uno de los grandes del fútbol inglés. Parecía que eso era todo. Pero a la altura del minuto 82, Fernando Muslera mete un balonazo al centro de la cancha, que el Caníbal Cavani disputa con Steven Gerrard. Otra vez la ironía. El balón pega en la cabeza del inglés, compañero de Luisito en el Liverpool y va a parar directamente a los pies del crack uruguayo. Una asistencia que sería de gloria en el Liverpool, pero que sabe a crueldad en la selección.  Y Luisito no perdonó. Nunca lo hará.  Definió con la frialdad de un inglés y el apetito de un caníbal, de un guerrero charrúa.  Esa mezcla que lo hace uno de los artilleros más temidos del planeta. Fin de la historia. Esta historia de caníbales y reyes. Uruguay salió del quirófano, de la terapia junto a Luis y está de vuelta en Brasil 2014.


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Amilcar Pérez Riverol


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