La Villa que en cuestión de horas dejó de ser un hervidero para convertirse en una especie de urbanización “fantasma” vuelve a mostrarse activa en medio del conteo regresivo hacia los Juegos Paralímpicos pactados para comenzar el próximo día 24 aquí.
Lo mismo sucede con varias de las instalaciones que acogieron los Juegos Olímpicos disputados hasta el domingo, sometidas ahora a las adecuaciones que demanda un certamen llamado a dejar campeones en 539 pruebas de 22 deportes.
Tras una breve tregua, gran parte de los voluntarios implicados en la cita precedente también se suman a la recta final de los preparativos, mientras la capital japonesa recibe otra vez la intensidad de unos rayos solares que hacen recordar el más caliente verano caribeño.
Atrás quedaron par de jornadas de chubascos y fuertes vientos asociados al tifón Merina, y las pequeñas banderas distribuidas por la urbe para promocionar la justa bajo los cinco aros son sustituidas por las que aluden a un encuentro que rebasa su significado atlético.
Devenida fiesta de la inclusión, la lid por comenzar convertirá a Tokio en la primera ciudad en recibir dos ediciones, porque ya le abrió las puertas a la de 1964, cuando el término Juegos Paralímpicos vivió su estreno en la documentación oficial.
Sin embargo, no todo es color de rosas. Y no puede serlo en medio de la covid-19, que ya condicionó gradas sin público en la confrontación olímpica y amenaza con que la historia se repita.
Es cierto que el concurso paralímpico tendrá acciones dos días después de que cese el estado de alarma imperante en suelo tokiota a propósito de la pandemia, pero está por conocerse qué deciden las autoridades. Y las previsiones apuntan a otro espectáculo sin ovaciones.
Lo que ya tiene definición es que seguirán vigentes las estrictas medidas que limitaron a 436 los casos positivos detectados entre miles de personas vinculadas a la que puede considerarse la mayor reunión grupal concebida en tiempos de la mortal enfermedad.
El tema vuelve a acaparar espacios en la prensa local, que recuerda la vigencia de los protocolos asociados al sostenimiento de la “burbuja” y también dedica reseñas a lo acontecido en 1964, cuando la competición transcurrió del 8 al 12 de noviembre.
Fueron los II Juegos Paralímpicos, aunque internacionalmente se conocieron como XIII Juegos Internacionales de Stoke Mandeville, y tuvieron actividad en arquería, atletismo, dartchery, snooker, natación, halterofilia, tenis de mesa, y baloncesto y esgrima en silla de ruedas.
Más de cien mil espectadores y una cobertura de prensa que superó las expectativas fueron señales de la buena acogida, a pesar de la visión estigmatizadora reinante entonces en sectores que llegaron a hablar de “explotación” de las personas discapacitadas.
Pero eso es ya historia, como siempre repleta de matices, y a estas alturas nadie duda que el deporte ha ampliado los horizontes de quienes encuentran en él otra razón para destrozar adversidades a fuerza de voluntad.
No importa si los aplausos llegan desde la distancia. Más de cuatro mil atletas harán su fiesta del 24 de agosto al 5 de septiembre y el mundo volverá a reverenciarlos.
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