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sábado, 16 de noviembre de 2024

Los arañazos de Calgary

Dos derrotas, un jugador clave lesionado y una lista de preocupaciones andan en las maletas de la selección nacional de voleibol...

Rudens Tembrás Arcia en Exclusivo 20/05/2015
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No le pudo ir peor a Cuba en la apertura de la XXVI Liga Mundial de Voleibol. En la ciudad canadiense de Calgary, donde aún la primavera no regalaba más de 10º Celsius de temperatura, la tropa de Rodolfo Sánchez pescó un tremendo resfriado al encajar par de barridas, corroborar sus actuales limitaciones técnicas, tácticas y psicológicas, y llevarse a una figura clave en muletas.

Ahora, ya instalado en esta populosa ciudad estadounidense, el plantel se alista para intervenir en la Copa de Campeones de Norceca, justa que entregará dos boletos para la Copa del Mundo de Japón, en septiembre venidero, donde a su vez se repartirán las primeras papeletas olímpicas hacia Río de Janeiro 2016.

Curiosamente, en la llamada Ciudad Motor también hay bajas temperaturas que para la selección cubana lo son aún más, pues le acaban de confirmar que el internacional Javier Jiménez no se le incorporará tampoco esta semana por las consabidas dificultades con su visado. Según trascendió en las últimas horas, el matancero ya recibió la visa estadounidense, pero su pasaporte aún no ha salido de la sección de intereses de Washington en La Habana.      

Es escenario resulta poco alentador nuevamente, pues recuérdese que hay una baja adicional, la del auxiliar Lázaro Fundora, quien sufrió una lesión de ligamentos en su rodilla derecha durante el primer partido liguero. Su salida del roster activo ha dejado en 10 las piezas del ajedrez que moverá Sánchez en el moderno Cobo Center, de jueves a sábado próximos.

El DT cubano ha debido rehacer la alineación titular por segunda ocasión en una semana, colocando al joven e inexperto Inovel Romero en la posición que inicialmente era para Jiménez y que luego recayó en Fundora. Los restantes peones a mano siguen siendo el pasador Ricardo Calvo, el opuesto y capitán Rolando Cepeda, los centrales Félix Chapman y Liván Osoria, el líbero Yonder García y el otro auxiliar Osmany Uriarte.

A esta formación la vimos jugar en Calgary hace unos días, y más allá de las limitaciones técnicas y tácticas que afloraron, lo más preocupante resultó cierta falta de motivación y carencia de empuje para recuperarse de malos momentos y hasta para sellar victorias parciales.

Tal situación se antoja comprensible si apuntamos que en los meses previos a esta lid el equipo sufrió cuatro bajas notables –el armador Leandro Macías, los principales Isbel Mesa y David Fiel, el líbero Keibel Gutiérrez- y no celebró un solo partido internacional de preparación.

Ahora se suman las calamidades de Jiménez y Fundora y las expectativas de triunfo tienen que estar a ras de suelo, lógicamente. Llamo la atención sobre un detalle más: de los siete jugadores regulares que condujeron al equipo al onceno lugar mundial a fines del 2014 aquí faltan, ahora mismo, cinco hombres. Con esos truenos es muy difícil consolidar un equipo y avanzar paulatinamente hacia niveles superiores.

Nuestra dirección técnica trata de minimizar este enjambre de adversidades y sostiene que es posible jugar mejor, sobre todo si los hombres claves en ese momento cumplen su faena adecuadamente. Me refiero a Cepeda, Uriarte y Chapman, quienes mostraron dos caras distintas en la serie frente a los canadienses: bastante apagados el primer día y un poco más activos el siguiente.                    

Es cierto que tal variación en sus rendimientos no se hizo notar demasiado en las pizarras de los partidos (25-20, 25-19, 26-24 y 26-24, 25-19, 25-21), pero al menos sirven de esperanza de cara a los compromisos que se avecinan.

Sucede que el rendimiento general del plantel tuvo matices diferentes de una jornada a otra, elemento típico de los equipos inmaduros o en formación: en la noche sabatina funcionaron el bloqueo (10), el pase (18,67 por set), la recepción (61,67 %) y la defensa (5,67 ps.), pero nos condenaron las pocas efectividades en ataque (38,27 %) y servicio, renglón este último en el cual se cometieron 15 faltas y casi no se afectó el recibo rival (68 %). Los errores propios se elevaron al final hasta 31, algo mucho más que malo.

El domingo mejoró el ataque (44,79 %), se cometieron menos errores en servicio (10) y en general (24), indicador este último todavía alto; y también fueron positivos los dígitos en defensa (7 ps.) y acomodo (19 ps.). Sin embargo, fallaron la recepción propia (43,28 %), disminuyeron los bloqueos (6) y el servicio fue un manjar para la línea de receptores opuesta, que colocó perfectamente sobre la cabeza de su armador el 70 por ciento de los balones.

Estabilizar el rendimiento resulta la clave para obtener victorias en lo adelante y eso transita, indiscutiblemente, por la puesta en forma del trío mencionado, sin cuyas estelaridades no habrá magia posible. También urgen mayores ansias de triunfo, autoconfianza y la clarificación de un líder emergente, toda vez que esa función la cumplió Jiménez en la pasada campaña.

Ojalá se produzca un vuelco en las venideras jornadas, por el bien del voleibol cubano, pero más de un análisis indica que los arañazos de Calgary podrían convertirse en heridas bajo los “acelerones” de Detroit. Sobra decir que Estados Unidos y Canadá han presentado a buena parte de sus estelares.


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Rudens Tembrás Arcia

Periodista de Trabajadores


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