Toca decir que la pesista cubana Ludia Montero no es una invitada de “goma” al torneo de ese deporte en los Juegos de la XXXII Olimpiada. La metáfora significa, aclaro, que no anda pegada por aquí ni llegó por favor alguno, sino por los méritos sumados en un ciclo que jamás olvidará.
En 2018 sacó una medalla de plata de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, y aunque en los Panamericanos de Lima 2019 no pudo acercarse al podio, esa temporada le prometía un momento ciertamente sublime.
Como fruto de una estrategia bien afinada, bajó de 49 a 45 kg de cara al campeonato mundial de Pattaya, en Tailandia, y así estremeció a la Isla con dos metales de plata que no tenían antecedentes y siguen siendo el punto más alto en la historia de nuestra halteristas.
A inicios de 2020, cuando la pandemia de la covid-19 no era más que un lejano referente todavía, la granmense también subió al podio de la copa del mundo con sede en Roma, Italia, esa vez en la división de los 49 kg, la misma en que se mostrará aquí el 24 de julio, en el Foro Internacional de Tokio.
“La clasificación nos dio mucha alegría. La estábamos esperando, pero debido al dilema del dopaje la federación internacional fue posponiendo la noticia hasta casi el final. Cuando llegó el boleto sentí la felicidad más grande que se imagine”, reconoció al inicio de nuestro diálogo.
“Cuando empezó la covid-19 dejé de entrenarme y estuve así casi un año, con solo ejercicios generales. Creí que sería imposible recuperar la forma óptima para el clasificatorio y los Juegos Olímpicos. Sin embargo, con dedicación y esfuerzo lo he conseguido y me encuentro muy bien”, agregó.
Interrogada sobre la posibilidad de igualar o mejorar sus cotas personales en la inminente competencia, la muchacha sostuvo: “creo que puedo acercarme e incluso sobrepasarlas, porque la calidad de los entrenamientos lo justifica”.
Hablamos de un arranque fijado en 82 kg y un envión llevado a 100 kg, aunque jamás en una misma lid. Por eso su mejor biatlón ronda todavía los 178 kg, que para muchos están a punto de “caerse”.
“La calidad del evento olímpico será altísima. Estarán las mejores pesistas del mundo y veremos totales impresionantes. En mi categoría sucederá así, pues de Río de Janeiro 2016 a acá subimos de 48 a 49 kg, y ese “kilo” repercutirá. De hecho se está levantando fuerte”, explicó.
Consciente de que la halterofilia enfrenta el flagelo del dopaje en la máxima expresión, Ludia apoya la realización de test por parte de la Agencia Internacional de Controles (ITA), pues “el deporte se basa en el juego limpio. Solo así debe competirse y quienes empleen sustancias prohibidas deben ser sancionados”.
En pocas horas vivirá su primera experiencia olímpica. Pasará a los libros como la segunda pesista cubana en subir a la plataforma bajo los cinco aros, tras su compañera Marina Rodríguez en Río 2016.
Sin embargo, Tokio 2020 se antoja para ella un escalón más, no la meta soñada… “Cuando acabe esto seguiré entrenándome para participar en los eventos del venidero ciclo y llegar lista a París 2024. Allí será distinto, tendré más experiencia y obtendré mejores resultados”.
Al despedirse envió un mensaje al pueblo de Cuba: “estén pendientes de nosotros. Nada ni nadie impedirá los alegrones que les prometimos. No se dejen confundir. Todos somos Cuba”.
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