El mundo vive por primera vez en un cuarto de siglo el aumento simultáneo de la riqueza y la pobreza extremas: el 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (42 billones de dólares), casi el doble que el 99% restante de la humanidad.
Durante la última década, los súperricos acapararon el 50% de la nueva riqueza generada, y su fortuna está creciendo a un ritmo de 2.700 millones de dólares al día, mientras más de 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios. Aplicar mayores impuestos a los súperricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que el mundo se enfrenta actualmente, señala un nuevo informe de la ONG Oxfam (La ley del más rico).
El documento dado a conocer cuando se inicia el elitesco Foro Económico de Davos, revela la extrema desigualdad que vive el mundo, donde el 1% más rico ha capturado alrededor del 50% de la nueva riqueza y señala que con la aplicación de un impuesto a la riqueza de hasta el 5% a los multimillonarios y milmillonarios podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría que 2.000 millones de personas salieran de la pobreza.
En América Latina y el Caribe la riqueza de sus multimillonarios aumentó 21 por ciento, cinco veces más rápido que el producto interno bruto de la región, que lo hizo en 3,9 por ciento, mientras 12 millones de personas cayeron en la pobreza extrema debido a la crisis que desató la pandemia, al tiempo que 30 millonarios incrementaron tanto sus fortunas que se convirtieron en súperricos. “Nuestra respuesta a la pandemia creó 400 mil personas en extrema pobreza por cada nuevo súperrico”, destacó el informe.
Al menos mil 700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países donde el crecimiento de la inflación se sitúa por encima del de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo (una de cada diez) pasan hambre. Las mujeres y las niñas suelen comer en último lugar y en menos cantidades, y representan el 60% de la población mundial con hambre. Según el Banco Mundial, es el mayor incremento en la desigualdad entre países y la pobreza desde la segunda guerra mundial.
Las élites económicas y políticas se están reuniendo en la estación de esquí suiza en un contexto en el que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente por primera vez en 25 años.
“Mientras la gente corriente hace sacrificios diarios en lo esencial como los alimentos, los súperricos han superado incluso sus sueños más osados. Tras solo dos años, la presente década ya se perfila como la mejor hasta la fecha para los milmillonarios: una década dorada de bonanza económica para los más ricos del mundo”, afirma Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
“Aplicar mayores impuestos a los súperricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es hora de derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán de alguna manera beneficiando al resto. 40 años de rebajas fiscales para los súperricos han demostrado que las oleadas de privilegios solo terminan por beneficiarles a ellos”, añadió.
Desde 2020, con la pandemia y la crisis del costo de la vida, el 1% más rico acaparó 26 billones de dólares (el 63% de la nueva riqueza generada), mientras que tan solo 16 billones de dólares (el 37%) llegaban al resto de la población mundial. Por cada dólar de nueva riqueza global que percibe una persona perteneciente al 90% más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares.
El crecimiento extraordinario en sectores como el de la energía y la alimentación ha disparado de nuevo los patrimonios de los más ricos. Son 95 grandes empresas de energía y de alimentación las que han duplicado -al menos- sus beneficios en el 2022, con beneficios extraordinarios por un total de 306.000 millones de dólares, y destinaron 257.000 millones de dólares (el 84%) a remunerar a sus ricos accionistas.
Oxfam señala que la dinastía familiar Walton, propietaria del 50 % de la multinacional Walmart, recibió 8.500 millones de dólares de dividendos a lo largo del año pasado. Solo en 2022, la riqueza del milmillonario indio Gautam Adani, propietario de grandes compañías energéticas, se ha incrementado en 42.000 millones de dólares (un 46%). Y alerta; en Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, estos enormes beneficios empresariales han contribuido como mínimo al 50% del crecimiento de la inflación.
PAÍSES EN BANCARROTA
Países enteros se encuentran al borde de la bancarrota. Los más pobres destinan cuatro veces más recursos al servicio de la deuda (en manos de ricos acreedores) que a los servicios de salud pública. Tres de cada cuatro gobiernos del mundo tienen previsto recortar el gasto público por un importe total de 7,8 billones de dólares aplicando medidas de austeridad durante los próximos cinco años, lo que se extiende a los sectores de la salud y la educación.
Oxfam insta a elevar de manera sistemática y generalizada la tributación sobre los ultrarricos para compensar parte de las enormes ganancias que han acumulado durante la crisis, en gran medida generadas como resultado de los planes de estímulo con la inyección de fondos públicos y su voraz aprovechamiento de las condiciones de mercado.
Décadas de recortes y privilegios fiscales para las grandes fortunas y grandes empresas han sido cómplices del aumento de la desigualdad, de tal forma que, en la práctica, en muchos países, las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios.
Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, pagó un "tipo impositivo real" de alrededor del 3% entre 2014 y 2018. Sin embargo, Aber Christine, vendedora de harina de Uganda, paga en impuestos el 40% de lo que logra facturar, ganando apenas 80 dólares al mes, señala el informe La ley de los más ricos.
Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mitad de los milmillonarios del mundo vive en países que no aplican ningún tipo de impuesto de sucesiones a la riqueza que estos transfieren a sus descendientes directos.
Por lo tanto, cinco billones de dólares irán a parar, libres de impuestos, a sus correspondientes herederos; un importe que supera el PIB de África y que perpetuará una nueva generación de élites aristocráticas. La mayor parte de los ingresos de las personas más ricas no derivan de su trabajo, sino que son esencialmente rentas de capital sobre sus activos. Sin embargo, la tributación sobre las rentas de capital se sitúa en torno al 18%, la mitad de los tipos sobre las rentas marginales del trabajo.
Los impuestos aplicables a los más ricos han llegado a ser históricamente mucho más altos. Durante los últimos 40 años, gobiernos de África, Asia, Europa y las Américas han ido reduciendo los tipos impositivos sobre las rentas más altas, mientras se han elevado los impuestos al consumo sobre bienes y servicios, que desproporcionadamente recaen sobre quienes tienen menos y que amplían las brechas de género.
“Gravar más a los súperricos es un requisito estratégico para reducir la desigualdad y revitalizar la democracia. Debemos hacerlo para fomentar la innovación. Para lograr unos servicios públicos más sólidos y construir sociedades más sanas y felices. También para abordar la crisis climática, invirtiendo en soluciones que contrarresten las escandalosas emisiones de los más ricos”, afirmó Bucher.
Según un nuevo análisis desarrollado por Fight Inequality Alliance, el Institute for Policy Studies, Oxfam y Patriotic Millionaires, un impuesto al patrimonio con escala progresiva de hasta el 5 % a las fortunas multimillonarias y milmillonarias generaría 1,7 billones de dólares de ingresos anualmente.
Con este importe podría lograrse que dos mil millones de personas salieran de la pobreza, así como financiar íntegramente la respuesta a los llamamientos humanitarios existentes, aplicar un plan de diez años para acabar con el hambre en el mundo, apoyar a los países más pobres a hacer frente a los impactos climáticos y garantizar servicios universales de salud y protección social para la población de los países de renta baja y media-baja.
Oxfam instó a los gobiernos a aplicar impuestos solidarios de carácter temporal sobre la riqueza y los beneficios extraordinarios de las grandes corporaciones que generen recursos suficientes e impidan que unos pocos se aprovechen de las crisis.
Asimismo, incrementar de manera sistemática los tipos en el impuesto sobre la renta del 1% más rico, por ejemplo, para lograr una tributación efectiva del 60% calculada sobre el conjunto de sus rentas (tanto del trabajo como del capital), con tipos más elevados para los multimillonarios y milmillonarios. Los gobiernos deben elevar la tributación sobre las rentas y ganancias del capital que habitualmente gozan de una tributación más ventajosa frente a otras formas de ingresos, señala la ONG.
Oxfam instó a gravar la riqueza del 1% más rico con tipos impositivos lo suficientemente altos como para reducir la enorme concentración de riqueza y el número de ultraricos, generando así una mayor redistribución económica. Esto supondría un paquete de impuestos que grave tanto la vivienda y la tierra como las herencias y sucesiones o el patrimonio neto de las personas.
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