Cuando se estudia la historia de Cuba a profundidad, muchos son los nombres de féminas que resaltan por su importancia y desempeño. Pero cuando se hable de la historia de la mujer en este archipiélago de sus triunfos emancipatorios, de las batallas aún inconclusas, habrá que mencionar, sin dudas, a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
Su camino hacia la emancipación comenzó en enero de 1959 y ha sido un recorrido plagado de obstáculos, inentendibles y tomados por insignificantes por quienes ignoran los avatares de enfrentarse a un mundo regido por la lógica del machismo, pero que ha visto como se le enfrenta e impone a fuerza de genio.
Desde su creación, la organización ha trabajado de conjunto con el Estado para garantizar igualdad de derechos y condiciones para las mujeres, así como también velar por el bienestar de las familias.
Pero los nuevos tiempos requieren de más espacios de participación y de intercambio con la comunidad en otras problemáticas actuales como el acoso, el uso de las redes sociales como medios de denuncia, de comunicación o información, la escacez de viviendas, los bajos ingresos económicos, la sobrecarga doméstica o las dificultades para conseguir alimentos. Todo ello, sin descuidar los mecanismos que facilitan los servicios de atención a las mujeres que son víctimas de violencia o que necesitan plantear inconformidades o preocupaciones.
Aún queda mucho por hacer. Políticas como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PNAM) son la más clara evidencia de cuanto se ha logrado, y, sobre todo, hacia dónde van encaminados los retos del presente y el futuro inmediato.
Proteger el legado que nos dejaron nuestras antecesoras será el mayor de los retos para las mujeres cubanas. Revolucionar y desarrollar una FMC más inclusiva, a la altura de sus tiempos, y de sus mujeres es tarea de todas.
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