En octubre de 1897 la tercera guerra de independencia cubana, iniciada el 24 de febrero de 1895, estaba perdida militarmente para España. En su vano intento de conservar su colonia, Madrid había gastado hasta su última peseta y diezmado su más joven generación, enviada como carne de cañón para la contienda.
La estrategia de la resistencia, diseñada por el generalísimo Máximo Gómez en la Campaña de la Reforma, hacía estragos en el enemigo. Tras ocho meses de operaciones, los más de 40 mil efectivos peninsulares seguían siendo batidos por unos 400 mambises en un área de 150 kilómetros cuadrados.
En el Este de Cuba el general mambí Calixto García ejecutaba exitosamente la Campaña de Oriente. La toma de Victoria de las Tunes, el 30 de agosto de 1897, aparte del armamento y el parque capturado por los insurrectos, significó un duro golpe para el ejército español y resquebrajó aun más su moral combativa.
La cuarta parte de los efectivos colonialistas perecía en combate o por las frecuentes epidemias. El capitán general Valeriano Weyler había tenido que habilitar hospitales de campaña con más de 45 mil camas para atender a los heridos de las acciones militares y a los convalecientes de enfermedades tropicales.
Ya en las cortes madrileñas comenzaba a hablarse de la sustitución de Weyler como capitán general, dado su evidente fracaso en neutralizar a los insurrectos cubanos, y en la adopción de estrategias desesperadas, como el Autonomismo, para poder conservar la colonia.
Otro peligro amenazaba la Isla, pues en el Congreso de Estados Unidos intereses oligárquicos promovían la anexión de Cuba a esa nación.
ASAMBLEA DE LA YAYA
De acuerdo a lo estipulado en la Constitución de Jimaguayú en 1895, si en el plazo de dos años no terminaba la contienda independentista, se debía convocar a una nueva Asamblea de Representantes entre los distintos cuerpos de ejército de las fuerzas mambisas.
Esta asamblea podía ratificar o modificar la Constitución vigente en la manigua y procedería a la elección de un nuevo Consejo de Gobierno.
Aunque inicialmente estaba programada para septiembre de 1897 no fue posible reunir a la totalidad de los delegados por razonrs propias de la guerra. Algunos de estos celebraron sesiones previas en Aguará el 19 y el 24 de septiembre.
El 5 de octubre, ya en el potrero de La Yaya, cerca del poblado de Sibanicú, volvieron a reunirse varios delegados. Pero no es hasta el 10 de octubre que se inauguró la asamblea, al estar presente los 22 representantes de los distintos cuerpos de ejército, ya que dos elegidos nunca se posesionaron de su escaño.
El general Eusebio Hernández renunció a su condición de constituyente en protesta de malos manejos en la elección los delegados a la Asamblea. Por otra parte, con Fermín Valdés Domínguez se adujo que al tener un proceso pendiente en el Departamento Oriental no podía participar en las sesiones.
De esta forma, la Asamblea se vio privada de dos personalidades de pensamiento progresista que mucho hubieran aportado en las discusiones. Esto influyó en algunos articulados, los cuales reflejaron las contradicciones que afloraban dentro del campo insurrecto entre el poder civil y el mando militar.
Estas contradicciones, mal resueltas en La Yaya, luego traerían como consecuencia la falta de unidad entre los cubanos durante la ocupación norteamericana, lo que impidió que se concretara un frente patriótico nacional para enfrentar exitosamente la política del imperialismo de imponerle a la Isla un régimen neocolonial.
La Asamblea de la Yaya determinó que el Secretario de la Guerra del Gobierno mambí sería el superior jerárquico del Ejército Libertador, lo que ponía al General en Jefe, al menos constitucionalmente, bajo sus órdenes.
En la anterior Ley de Leyes promulgada en Jimaguayú (1895), el Consejo de gobierno otorgaba los grados militares a partir de coronel. Ahora, en La Yaya, tal prerrogativa se amplió de alférez en adelante. Así los generales mambises solo podían conferir hasta el grado de sargento.
En la Constitución de 1897 se suprimió el articulado correspondiente al grado del General en Jefe y sus atribuciones. De esta forma, era el Presidente de la República en Armas quien designaba tan alto cargo, hasta entonces ostentado por Máximo Gómez “constitucionalmente”.
El 29 de octubre de 1897 finalizaron las sesiones de la Asamblea y sus miembros juraron al día siguiente la Constitución junto a las tropas libertadoras allí presentes.
Bartolomé Masó fue elegido Presidente del Gobierno mambí. En su primera sesión el nuevo Consejo de Gobierno, a propuesta de su presidente, eligió a Máximo Gómez y Calixto García general en jefe y lugarteniente general del Ejército Libertador respectivamente.
La Asamblea de Representantes de La Yaya redactó y suscribió un manifiesto en el que proclamaban que solo con la independencia absoluta e inmediata de Cuba se pondría fin a la contienda contra el colonialismo español. Este manifiesto fue acogido con entusiasmo y aprobado por todos los mambises del país.
Las decisiones y acuerdos adoptados por la Asamblea de la Yaya se mantuvieron hasta octubre de 1898, cuando se dio inicio a las sesiones a la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana en Santa Cruz del Sur, Camagüey.
Carmen
24/8/20 9:25
Buenos días Pedro Antonio,
Veo que le apasionada la historia y la investigación. La última asamblea de Representantes que aconteció en Santa Cruz del Sur se hace en la casa de Salvador Fluriach. Sabe usted por qué razón se realizó justo en esa casa?
Le agradezco de antemano la información.
Saludos,
Carmen
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.