En los muchos años que llevo viendo pelota – y llevo bastante – jamás conocí de un equipo que ganara un campeonato mundial de beisbol en tan difíciles condiciones y hostil escenario como aquel que en Costa Rica 1961, coincidentemente con la agresión mercenaria por Bahía de Cochinos, se irguió sobre todas las adversidades para regresar victorioso a la Patria.
La Serie Mundial a que hago referencia se jugó en la capital tica, entre el 7 y el 21 de abril de 1961. Cumplido el calendario, Cuba terminó invicta en 9 desafíos, dejando para los archivos una buena cantidad de records. Promediaron colectivamente 14,2 hits y 14,3 carreras por juegos y largaron 16 en total.
En el aspecto individual descollaron las figuras de Pedro Chávez y José Miguel Pineda. El primero, un baluarte de la ofensiva cubana, fue líder en carreras impulsadas y segundo en cuadrangulares con 5, solo aventajado en uno por el toletero panameño Alfonso Proutt. En cuanto al zurdo Pineda, por entonces un prometedor lanzador de 18 años, ponchó a 27 adversarios en solo 18 entradas en las cuales permitió una sola carrera limpia, producto de un jonrón en el desafío frente a México.
Por supuesto, no fueron ellos los únicos destacados, hubo otros, yo diría que el equipo en pleno; no ya por lo realizado sobre el terreno sino por su patriótico comportamiento ante las amenazas y patrañas de todo tipo con que resultaron bombardeados desde su llegada a San José, en los primeros días de Abril.
Antes de proseguir con las bolas y los strikes permítasenos ofrecerles una breve reseña del ambiente que rodeó a los cubanos durante su estadía en ese Mundial. En vísperas del comienzo de la serie ya habían sido reclutados por los scouts del beisbol profesional los jóvenes talentos Dagoberto Blanco ( Bert Campaneris), Rigoberto Fuentes, Enrique Pérez Chaviano y José Miguel Pineda, quienes, se dijo, debían reportar a sus nuevos equipos al término del mundial. El asedio de los cazadores de talentos prosiguió.
Bajo la mayor presión comenzó la Serie. Cuando el 13 de abril tuvo lugar el vil sabotaje incendiario que devastó la tienda El Encanto en pleno corazón de La Habana, el equipo Cuba arrolló al de Guatemala 25 por 0. (Al despedir a sus jugadores el dictador guatemalteco Idígoras Fuentes los había conminado con un “denle duro a esos comunistas”)
Dos días más tarde, cuando los atletas cubanos supieron del bombardeo mercenario a La Habana, preludio del desembarco armado por Playa Girón, enviaron a Fidel un urgente mensaje: Estamos dispuestos a cambiar bates por fusiles y pelotas por granadas. Díganos que hacemos…. La respuesta no se hizo esperar: “Su trinchera de combate está allá”. Ese propio día el equipo cubano apaleó a Panamá 12 carreras por 3, con Alfredo Street en el box.
La información sobre lo que sucedía en Cuba era totalmente tergiversada. Algunos medios decían que los principales dirigentes de la Revolución habían caído prisioneros o muertos y que otros habían huído; que las tropas mercenarias tomaban ciudades y avanzaban hacia La Habana. Desconocedores de la suerte que corrían sus familiares y amigos la tensión era cada vez mayor sin que faltara quienes les propusieran “piadoso” asilo.
Por histórica coincidencia cuando el 19 de abril el equipo Cuba aseguraba el título con victoria sobre México de José Miguel Pineda 13 por 1, en las arenas de Girón el pueblo uniformado, con Fidel al frente asestaba al imperialismo su primera derrota en América.
EL REGRESO
El regreso a casa no tuvo la repercusión que en otro momento hubiese tenido. Ese 28 de abril los medios informaban al mundo de las entrevistas sostenidas por Fidel la noche anterior con los mercenarios presos en la Ciudad Deportiva habanera.
En medio de tanta efervescencia revolucionaria, arribó a Cuba con el trofeo en alto el equipo que en Costa Rica librara sin fusiles ni tanques un Playa Girón beisbolero.
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