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viernes, 15 de noviembre de 2024

Confirmar lo conocido

Los recientes ataques a israelíes a la franja de Gaza pretenden recordar que Tel Aviv sigue siendo punta de lanza de Washington en el Medio Oriente...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 16/03/2012
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Israel-gaza
Ola de ataques militares sionistas contra la Franja de Gaza.

En junio de 1967, en entrevista con la publicación New Left Revew, el politólogo Isaac Deutscher afirmó que lo peor que pudo suceder al pueblo hebreo fue el violento surgimiento de un Estado de corte sionista, profundamente excluyente con relación a la población árabe palestina y a la comunidad de igual origen que rodea sus fronteras, e instrumento de Washington en su política de control sobre el Medio Oriente y sus recursos.

La agresividad y guerra contra los árabes, explicó entonces el estudioso, provocadas en inmensa medida para solventar las apetencias de los Estados Unidos en el área, nunca traerán seguridad a la nación israelí, a la que comparaba con una suerte de poste clavado en medio de un mar inquieto, al que lejos de intentar calmar, se le azuzaba constantemente al odio.

Y no deja de ser cierta esa visón del problema, con más razón cuando, lejos de promover entendimiento, negociaciones serias, y búsqueda de una estabilidad generosa, los grandes mentores del sionismo israelí, dentro y fuera de la nación hebrea, no hacen otra cosa que persistir en que esa porción de tierra funcione como punta de lanza del hegemonismo global que se intenta imponer como orden inamovible al resto del mundo.

Todas las guerras que desde la propia fundación de Israel han tenido lugar en la zona, han estado ligadas al deseo de promover al fiel aliado de Occidente como gendarme ajeno, al que no se la vedado incluso el traspaso de la tecnología nuclear con netos fines bélicos.

Mientras, se ha trabajado intensamente en el acercamiento de los regímenes totalitarios ára-bes con Tel Aviv, y en la más brutal respuesta contra las fuerzas patrióticas palestinas, y contra quienes en la región le han prestado y prestan apoyo y solidaridad a un pueblo condenado a la diáspora y a la ausencia de una patria tangible desde hace más de seis décadas.

Y la más reciente ola de ataques militares sionistas contra la Franja de Gaza, donde perdieron la vida casi una treintena de palestinos, y que tuvieron como pretexto la cacería de “comandos árabes extremistas”, confirma que los viejos caminos siguen plenamente vigen-tes, más allá de conferencias, reuniones, promesas e intercambios bilaterales y multilaterales.

Subterfugios estos últimos edificados uno tras otro para dar una imagen de pretendida buena voluntad que apunta, por sobre todas las cosas, a que a partir de la fuerza y la imposición, Israel sea asumido de una vez en la zona como un ente capaz de hacer lo que le plazca sin temores a represalias de los aplastados.

Según se dijo por los propios agresores, los nuevos golpes contra la Franja de Gaza estuvie-ron dirigidos contra entidades armadas palestinas como Hamas, caracterizada por posiciones beligerantes frente a la ocupación sionista, y ligada a las naciones del área que postulan la resistencia frente a los embates sionistas e imperiales.

Golpes además, que tienen lugar en el contexto de la abierta agresión a Siria para intentar revocar su gobierno legítimo, y de las peligrosas tensiones con Irán, a cuenta del capricho occidental de frenar los programas de Teherán para el uso pacífico de la energía atómica.

De manera que, junto al golpe a Hamas, funciona también el interés de debilitar a las fuerzas mesorientales y de Asia Central con posiciones opuestas a los designios de la Casa Blanca, en medio del gran plan de hacerse de una puerta más que apunte en el avance hacia del Este, donde Rusia y China están poniendo en entredicho el postulado de los grupos norteamericanos de poder enarbolado luego del desastre de la URSS y el llamado Campo So-cialista Europeo: evitar a toda costa el surgimiento o la reestructuración de nuevas potencias globales.

Y en esa estrategia, la obediente criatura sionista seguirá siendo impulsada a persistir en su papel de instrumento ajeno, ciento por ciento contrario a los verdaderos intereses del pueblo hebreo, y a los de quienes deberían ser sus más inmediatos y francos interlocutores.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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