Cuba, el vecino molesto y el barrio solidario (+Infografía)

Imagine que su vecino lleva más de 50 años tratando de organizar su casa como a él le gusta. Por eso, constantemente le pide que cambie la disposición de los muebles, que ponga en otro lugar los trastes de la cocina o simplemente que pinte de otro color los cuartos.

Imagine que como usted no quiere cambiar el orden de la vivienda, este mismo vecino, más grande y fuerte, decide entonces prohibirle salir a hacer compras y además impedir a los demás que le vendan o le envíen cualquier producto.

Imagine que usted, que es más chiquito, pero muy valiente, decide entonces, contra viento y marea, mantener sus relaciones con el resto de barrio, aunque a veces tenga que salir de la casa por la ventana y no por la puerta, como debe ser.

Por supuesto, que el resto del barrio se ha puesto a su lado, incluso por elemental justicia y no necesariamente porque le guste cómo está organizada su casa. Es que los demás vecinos saben que lo que hoy le pasa a usted, mañana puede pasarle a cualquiera.

Y esa, así de simple, es la historia del largo bloqueo que le aplica Estados Unidos a Cuba desde el tres de febrero de 1962.

En el afán de acabar con el ordenamiento social de Cuba, Washington nos ha impuesto una guerra no declarada que en todos estos años nos ha costado pérdidas acumuladas por más de un millón de millones de dólares, considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional desde 1960 a la fecha.

A precios corrientes, las pérdidas ascienden a más de 108.000 millones de dólares “en un cálculo sumamente conservador”, como indica un reciente informe de Cuba a la Asamblea General de Naciones Unidas, que el próximo 13 de noviembre deberá volver a votar sobre un proyecto de resolución que condena esa política estadounidense.

En esa cuenta se incluyen diferencias de precios por no obtener los mejores del mercado, gastos de fletes y seguros, y efectos sobre las relaciones con terceros por la constante persecución norteamericana para poner zancadillas cuanto negocio nos beneficie.

Igualmente se cuentan los contratos frustrados, o firmados y no ejecutados por las presiones directas o indirectas funcionarios norteamericanos.

Como el daño es tan grande, e incluso afecta a los propios ciudadanos norteamericanos que tienen prohibido relacionarse con los cubanos, desde hace 20 años, la Asamblea General de Naciones Unidas condena sistemáticamente la actitud de Estados Unidos.

Naciones tan geográfica e ideológicamente lejanas de Cuba como Japón, Dinamarca, Nueva Caledonia o Congo se han puesto del lado de la justicia y alzado su voz contra el cerco.

Por eso es que el pasado año, Cuba alcanzó el voto favorable de 186 de los 192 países que integran la Asamblea General de la ONU, con tres abstenciones y sólo el voto en contra de Estados Unidos e Israel.

Ahora, el gobierno cubano acaba de hacer público el Informe sobre la Resolución 66/6 de la Asamblea General, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba”, que en noviembre debe ser sometido otra vez a la aprobación de la membresía de la ONU.

Nadie duda que otra vez el mundo estará al lado de Cuba, porque todos saben lo difícil que es convivir con ese molesto vecino que pasa por encima las reglas de urbanidad para tratar de imponer sus gustos y criterios.