Tres días después de que el presidente Iván Duque se reuniera con su homólogo de Estados Unidos, Joseph Biden, en lo que analistas consideran la recepción de órdenes finales de su mandato, los colombianos renovarán este domingo su Congreso Nacional, del que se espera mejor suerte en lo concerniente a una serie de medidas ignoradas por el actual, como exigir que se cumpla el acuerdo de paz de 2016.
Estos comicios, preámbulo de las presidenciales del 29 de mayo próximo, se dan en un contexto inesperado hasta hace unos días. El gobierno colombiano, autodeclarado enemigo acérrimo de la socialista Venezuela —a la que atacó bajo distintos esquemas en los últimos años—, se asoma ahora a una nueva situación: EE. UU. se acercó a Caracas para adquirir su petróleo en medio del conflicto armado de Rusia y Ucrania.
Ello significa que su fiel aliado Duque —aunque ya se despide de la Casa de Nariño— se encuentra con que el proyecto de destitución del presidente Nicolás Maduro tendrá que tener otros matices —ya que nadie cree en el discurso cosmético de Washington— pues la administración norteamericana, si quiere hacerse del combustible, deberá emplear otro lenguaje y cambiar su estrategia declarada de destrucción de la Revolución Bolivariana.
El potencial energético de Venezuela, entre otras consideraciones, coloca al país en el orden de prioridades que tiene EE. UU. en la región. En consecuencia, luego del conflicto entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia, Venezuela será el centro de gravedad de la planeación militar de Washington...
Apenas 72 horas antes de los comicios legislativos, Duque y su homólogo estadounidense Joe Biden celebraron reunión sobre el tema en Venezuela. (Foto: Telesur)
La agenda oficial pública de la conversación Biden-Duque contuvo, entre otros temas, “la promoción de la democracia y la seguridad”, considerado un eufemismo diplomático que oculta el abordaje del diseño militar del Pentágono para la región latinoamericana.
En ese plan geoestratégico, la OTAN, a la que Colombia, la mayor productora y exportada de cocaína en el planeta, se adhirió en 2018, será fundamental. Sus fuerzas armadas ya adoptaron la doctrina de esa entidad, estandarizaron sus procedimientos y persiguen la interoperatividad mediante un “portafolio de capacidades y entrenamiento” impartido por esa organización, integrada por países europeos.
En 2013, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, suscribió un acuerdo con la OTAN como “socio global” (o “extra OTAN”), erigiendo al país sudamericano en un caballo de Troya regional de esa fuerza militar multinacional comandada por EE. UU., que se atribuye el equivocado derecho de intervenir en cualquier parte del mundo.
Los colombianos reciben formación militar en Oberammergau, pueblecito al sur de Alemania, donde la OTAN tiene una escuela de cuadros de los ejércitos que forman parte de esta organización supraestatal; también en Roma, en el Colegio de Defensa de la OTAN en la capital italiana. Y el gobierno de Bogotá tiene contactos diplomáticos con las oficinas de la organización en Bélgica, Estado donde, además, tiene su sede la Unión Europea.
EL CONGRESO Y LA PAZ
En un contexto de suma violencia, que causó la muerte de varios candidatos al parlamento, además de exguerrilleros y activistas sociales, la ciudadanía colombiana escogerá a los legisladores del período 2022-2026. El nuevo cuerpo parlamentario, que tendrá con certeza miembros de la derecha, definirá el mapa político del país suramericano y constituirá un reflejo de los posibles resultados de las presidenciales.
Estos son los primeros comicios tras la firma del documento en La Habana, Cuba, que se suponía traería la paz. Con gran expectativa se abrió la esperanza cuando decidieron dejar las armas las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, ya extinguidas, y ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
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Son 38 819 901 de ciudadanos —entre ellos unos 908 556 residentes en el exterior, que votan de manera adelantada— los que elegirán a los 107 miembros del Senado y 172 de la Cámara de Representantes para el período 2022-2026 en 112 897 mesas distribuidas en el país.
Como el proceso se efectúa en medio de la pandemia de la COVID-19, se dispuso la toma de medidas de bioseguridad adicionales.
El pasado jueves, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Colombia, Doris Ruth Méndez, instaló la Misión de Observación Internacional integrada por 16 países, así como organizaciones especializadas.
Según las autoridades electorales son 1500 los candidatos que buscan un curul en la Cámara de Representantes. Entre los aspirantes hay miembros de comunidades indígenas, negros y mestizos, y residentes en el extranjero. Esa instancia cuenta además con la particularidad de 16 escaños reservados para las víctimas del conflicto armado que sacude este país desde hace casi seis décadas, y los candidatos personifican a las organizaciones e individuos vinculados a ese proceso. Además solo en los sectores rurales, como Arauca o Caquetá, se podrá votar.
Este domingo también se realizan las consultas interpartidistas para designar a los aspirantes presidenciales procedentes de tres grandes bloques políticos: las coaliciones Centro Esperanza, Pacto Histórico, y Equipo por Colombia. El voto de la ciudadanía es fundamental en este proceso selectivo.
Los precandidatos son, por Centro Esperanza, Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Jorge Enrique Robledo, Sergio Fajardo y Carlos Amaya; por el Pacto Histórico, Gustavo Petro, Francia Márquez, Camilo Romero, Arelis Uriana y Alfredo Saade; y el Equipo por Colombia integrado por Alejandro Char, Federico Gutiérrez, Enrique Peñalosa, David Barguil y Aydeé Lizarazo.
Con tres coaliciones que representan a la izquierda, al centro y a la derecha, los expertos tildan el proceso electoral de “demasiado complejo”. Por cada alianza hay cinco precandidatos presidenciales que, junto a los siete independientes, reconocen 22 aspirantes preliminares. Estos números se reducirán durante la consulta interpartidista.
El resultado de la consulta definirá la mayor o menor viabilidad de muchos de los aspirantes, e incluso de las coaliciones. Si Centro Esperanza o Equipo Colombia no superan los 4 000 000 de votos seguramente quedarán fuera de la carrera electoral.
VOTO ENTRE EL PESIMISMO Y LA ESPERANZA
“La constitución del Congreso va a ser determinante como preámbulo de la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo (...). Y este año tengo la sensación de que puede ser la primera vez que Colombia tenga un Congreso de centro-izquierda”, argumentó el analista político Héctor Riveros sobre la relevancia de esta fundamental elección.
Sandra Botero, analista política y profesora de Ciencia Política en la Universidad del Rosario en Bogotá, estimó que “Colombia llega a las elecciones con una crisis económica y pandémica no solucionada; son unos comicios marcados por la incertidumbre. El descontento social está bullendo bajo la superficie, con las manifestaciones del 2019 y 2021 de fondo, a las que el Gobierno no dio solución”.
Pese a su importancia, expertos coinciden en que esta primera cita está marcada por el pesimismo de la ciudadanía debido al alto costo de la vida, la inseguridad y la pésima actuación gubernamental durante la pandemia de COVID-19, aún presente en el país.
Los índices son preocupantes. Más de 21 millones de personas están en situación de pobreza y el desempleo —según el Ministerio del Trabajo— ascenderá a un 11,8 % de la población económicamente activa a fines de año. Esos y otros indicadores prevén un cambio de políticas públicas en los próximos meses si, como estiman encuestas, gana la primera magistratura el candidato izquierdista Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, la capital.
En un acto proselitista esta semana, Petro ¬quien perdió en segunda vuelta ante Duque en las presidenciales anteriores¬¬— pidió a sus simpatizantes el voto para asegurar una mayoría en el Congreso y luego ganar la presidencia en la primera ronda de mayo.
En una nación castigada por una mala gobernanza, que llevó al paro nacional y las protestas de abril de 2021, a las que siguió una cruenta represión, el candidato de la izquierda insistió en la asistencia a las urnas porque, dijo: “…nunca se ha estado tan cerca de una victoria popular”.
En su discurso en el Parque de los Periodistas, el ex alcalde bogotano refirió que el pueblo ha demostrado su rechazo a la agenda neoliberal impulsada por Duque, y aseguró que desea estar en el Palacio de Nariño “para cambiar la historia y las leyes que castigaron a los trabajadores, a los estudiantes, y a los grupos poblacionales más pobres”.
Una reciente encuesta de la firma Invamer considera que el izquierdista lidera la intención de voto, tanto en primera como en segunda vuelta. Tendrá el 44,6 % en una previsible contienda con el postulado de centro Sergio Fajardo. La segunda vuelta por la primera magistratura, si fuera necesario, será el 19 de junio.
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