Hay una sentencia del escritor norteamericano Mark Twain que no tiene desperdicio. Patriotismo, decía más o menos, es defender a la nación…y al gobierno si se lo merece.
De manera que es evidente. Autoridades que no sirven, que no son capaces de responder a las aspiraciones de la gente, que manipulan, que secundan intereses dañinos, que se hunden en el descrédito, la incapacidad, la ineficacia, la doblez, y hasta llegan al uso de la coerción para silenciar a quienes levanten una voz de crítica o demanda, sencillamente sobran.
Y de alguna manera esa ha sido la ejecutoria mundial. Es lo que explica las revueltas, el descontento, la insatisfacción, las manifestaciones públicas, los debates, las luchas políticas, y finalmente los giros y cambios que, más tarde o más temprano, nunca faltan. Porque, y echemos mano al refranero popular…no hay mal que dure cien años…
Europa ahora mismo, es tal vez uno de los ejemplos más claros de esta dinámica.
Hundida por una crisis económica general que surgió en 2008 en los Estados Unidos y golpeó en la misma línea de flotación del Viejo Continente, aquella “ilustre” zona resulta un saco de desgracias.
Gobiernos que se han convertido en segundones de Washington en todos los sentidos, más allá de sus definiciones políticas, devinieron, entre otras cosas, incapaces de saltar las barreras económicas neoliberales remitidas por el gran socio, no importan el derrumbe de las tesis europeístas de los viejos líderes de otros tiempos, el descalabro del “estado de bienestar general” con el que se alimentó el imaginario de mucha gente, y el caer de las caretas de “civilidad” y “respeto al ser humano” con las que no pocos solían adornarse.
De hecho, fue Europa la cuna del movimiento de los Indignados y a la vez escenario de tan violentas estampas de represión, que no tienen nada que envidiarle al “barbarismo tercermundista” tan publicitado por los medios de las grandes metrópolis como ejemplo de “hasta donde puede llegar la gente inferior”.
Y junto con todo ello, llegó también al Viejo Continente la debacle oficial. En apenas curenta y ocho meses han volado en pedazos, entre otros, los gobiernos de Grecia, Italia y España, no importa si se llamaban de derecha, centristas o socialistas (a la europea, entiéndase). Todos carcomidos por el déficit de empeño real para tomar al toro económico por los cuernos y revertir los costos sociales de una crisis donde los que siguen ganando son los mismos que la generaron …”pilares del sistema” al fin.
Y ahora toca el turno a Francia. En la primera vuelta de los comicios presidenciales, ocurrida el pasado domingo 22, el candidato socialista Francoise Hollande encabezó las preferencias de los votantes ante las aspiraciones reeleccionistas de Nicolas Sarkozy, quien a fuerza de una imagen de tipo duro y pujos de figura global, bien poco ha hecho por sacar a la nación gala del hueco donde hoy intenta sobrevivir.
Así, con cerca de 29 por ciento de las boletas, Hollande aparece como favorito en la segunda ronda fijada para este mayo, ante un Sarkozy que sumó un 27 por ciento de aceptación.
Y no podía ser menos a los ojos de los analistas, cuando la recesión cunde en el país, el déficit de deuda ha llevado al cuestionamiento de la credibilidad nacional en materia financiera, y el desempleo se ubica en diez por ciento, una cifra similar a la que determina la actual debacle laboral norteamericana.
Nota preocupante de la pasada jornada electoral ha sido el sonado despegue de la ultraderecha, representada por la aspirante Marine Le Pen, que con más de 18 por ciento de los votos se constituyó en la tercera fuerza política local como clara evidencia de lo que puede derivarse de la pesca en aguas revueltas.
Por lo demás, ahora lo determinante para el duelo Hollande-Sarkozy parece ser el reacomodo de las fuerzas políticas que quedaron fuera en la primera ronda, de las cuales, por lo pronto, la izquierda más radical y los grupos ecologistas ya se pronunciaron por favorecer al aspirante socialista, mientras que los conservadores parecen inclinados a dividir sus votos.
Ello, junto a análisis que aprecian que Hollande se impondría en mayo con casi 55 por ciento de los sufragios, mientras el presidente actual rondaría el 45 por ciento.
Con todo, lo que suceda en las urnas equivaldría apenas a sacar el ticket. La “función” vendrá después, a la hora de poner el libreto en escena.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.