Del 11 al 13 de abril de 2002, no sólo el pueblo venezolano rechazó en sus calles la intentona golpista contra el gobierno del presidente Hugo Rafael Chávez Frías: en tierra cubana, la embajada de la República Bolivariana fue tomada por diplomáticos, militares, estudiantes y residentes de ese país en la Isla, en una osada protesta contra las acciones anticonstitucionales que ocurrían en su patria.
La actitud asumida por esos días aún es motivo de orgullo para algunos funcionarios venezolanos que desobedecieron las instrucciones llegadas desde la Cancillería, y rompieron el cerco mediático al dar a conocer a la prensa internacional acreditada en Cuba un Manifiesto de Solidaridad por el secuestro de su legítimo presidente.
De los patriotas de entonces, la diplomática Astrid Rodríguez Fischer, hoy en el cargo de Agregada 1, accedió a historiar aquella jornada, “aciaga, sin dudas, hasta que supimos de la integridad y el regreso de Chávez”.
“El día 11, poco después de saber del intento de Golpe de Estado dirigido por la oligarquía venezolana y apoyado por el gobierno de Estados Unidos -como Chávez bien demostró después-, recibimos un fax de la Cancillería que ordenaba a todas las embajadas de Venezuela en el mundo, abstenerse de emitir declaraciones hasta que el Gobierno Provisional fuera juramentado e indicara cómo proceder.
“Ese fax nos pareció absurdo a la mayoría, pues estaba ocurriendo una acción anticonstitucional, un atentado contra el presidente electo por el pueblo venezolano en la forma que estipula nuestra Carta Magna.
“Decidimos, entonces, tomar la embajada. Consideramos que era nuestro deber denunciar el secuestro del presidente; las transnacionales de la comunicación estaban desinformando sobre el hecho y debíamos convertirnos en una trinchera de lucha para exigir la inmediata liberación de Hugo Chávez.”
Al personal diplomático y militar, se sumaron una decena de estudiantes y residentes venezolanos en el archipiélago, como forma de expresar su apoyo a las protestas populares que ya se sucedían en las calles de Caracas contra el intento de Golpe de Estado.
Astrid Rodríguez destacó además “la actitud de los hermanos cubanos que laboraban en la embajada, quienes se solidarizaron con nuestra causa y demostraron que somos dos pueblos que comparten una misma trinchera ideológica”.
EL MANIFIESTO DE LA DIGNIDAD
La principal acción que se acometió en la embajada bolivariana fue la elaboración y firma de un Manifiesto de Solidaridad, “como compromiso de honor con el pueblo de Venezuela”, el cual rechazó y desconoció categóricamente la instauración del nuevo Gobierno de Facto e Ilegal, “conformado por la Junta Provisional de Ultraderecha que cercenó el 12 de abril de 2002, los derechos del pueblo de Venezuela a la libertad, soberanía e independencia plena, violando toda clase de derechos en nombre de la injusticia y la inmoralidad”.
El documento, leído en conferencia de prensa ante medios extranjeros y cubanos, exigía la libertad inmediata y plena del Presidente Constitucional de la República, Hugo Chávez Frías, y la de todos los hermanos que habían sido ultrajados por el régimen golpista; y pedía, asimismo, la solidaridad de gobiernos y organismos internacionales defensores de los derechos humanos con la causa que los convocaba.
Además, en el Manifiesto se condenaba “la actitud irresponsable asumida por el Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica al avalar la agresión de esta Junta Provisional ilegal en contra de todo un pueblo”.
Incluso, se denunciaba “la agresión mercenaria” llevada a cabo por los golpistas “en contra de la embajada del heroico pueblo de Martí en Venezuela”, durante la cual los representantes cubanos demostraron su entereza en días harto difíciles.
Sobre las implicaciones del hecho, la funcionaria Astrid Rodríguez expresó que, pese a saber que por esa acción podrían ser despedidos de la Cancillería, lo hicieron para cumplir con su deber de demócratas, de revolucionarios, de bolivarianos.
Cuando se supo del bienestar y retorno del presidente genuino, el día 13, hubo euforia, abrazos y llanto en la embajada tomada, y el lugar se llenó de venezolanos y amigos que acudieron a celebrar la victoria de todos.
DIEZ AÑOS GANADOS
A un decenio de aquellos sucesos, Astrid Rodríguez considera que esas fechas fueron “una lección de conciencia, de que cuando la vida de la Revolución Bolivariana y de la Constitución se pone en peligro, tenemos el deber de denunciarlo y luchar.
“De entonces a hoy, el pueblo venezolano ha entendido que la lucha es larga, que el enemigo es poderoso, porque trabaja dentro de las filas de la propia Revolución para desalentarla; pero hemos ganado en conciencia, participamos cada día más, y sabemos que venceremos siempre”.
MANIFIESTO OFICIAL
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