Las condiciones económicas, buenas o no, repercuten en toda la sociedad, incluidos los procesos de enseñanza y aprendizaje, y más aún luego de los embates de una pandemia, pero si de Cuba se trata, ya es otra historia.
Eso se nota por estos días, luego de que el lunes 2 de septiembre comenzara un curso escolar diferente, y al finalizar la primera quincena se incorporan al período lectivo los niveles que faltaban de la enseñanza superior.
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En este 2024-2025 todo el sistema educativo cubano se volverá a ajustar al calendario tradicional que fue modificado cuando las medidas para evitar los contagios de la letal enfermedad pulmonar hicieron aconsejable guardar distancias y evitar aglomeraciones de personas.
No fue solo el proceso de la enseñanza, pues también el propio enfrentamiento y control al nuevo coronavirus tuvo que vencer dificultades adicionales en la economía y las finanzas causadas por potentes fuerzas externas que con mala fe hasta impidieron la entrada de recursos médicos para salvar vidas.
Ante el bombardeo que sigue recibiendo la economía, el sector educacional encuentra inspiración en que sus resultados a partir de erradicar el analfabetismo en la sexta década del siglo pasado fue lo que permitió el potencial científico que logró crear vacunas propias para vencer al SARS-CoV2
Directamente no compete al personal docente desenvolverse en la esfera productiva, pero sí desde el punto de vista metodológico tiene el legítimo derecho de reorganizar la impartición de las asignaturas y disciplinas de modo que se sincronice a tiempo el calendario normal sin perjudicar el nivel académico.
El papel de la familia
Hay visibles muestras de que los colectivos educacionales están ocupados en hallar soluciones o esquivar dificultades en medio de las complejas condiciones económicas, pero el aporte de las familias también es fundamental.
También hay evidencias de que todos están en función de hallar soluciones, como el ejemplo de cuando la Universidad Central, en Santa Clara, recibió a los estudiantes de primer año el pasado 16, se interrumpió el tren, y urgentemente hubo medios para garantizar la transportación en un trayecto de más de 10 kilómetros.
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No es la única dificultad material, ni tampoco los apagones que obligan a readecuar horarios de estudio y otras actividades, pues también ha habido que hacer malabares con el presupuesto para lograr condiciones mínimas en edificaciones e infraestructuras, como aulas y residencias estudiantiles.
También las finanzas han tenido que respaldar el pago por años de servicio a los trabajadores docentes y no docentes, pero la lista de dificultades es tan larga como las de soluciones que se buscan hasta por vías que parecen imposibles.
No hay reuniones con las familias, congresos ni actividades donde estén convocados a intercambiar experiencias y tomar decisiones para que los estudiantes tengan una retaguardia adecuada, pero en lo individual todos estamos llamados a aportar según las condiciones y necesidades de cada alumno.
La atención integral
Este curso para la universidad tendrá muchos retos, pero hay uno especial referido a la atención integral a los estudiantes y su vinculación a faenas socioeconómicas, en particular las que se relacionan con el perfil profesional.
Que los centros de la enseñanza superior se vinculen con las realidades para encontrar soluciones puntuales a problemas o contribuyan al desarrollo les elevaran el nivel científico, pues esas necesidades de la economía y los servicios serán factores que perfeccionarán las universidades.
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No se trata de un mero proceso de inserción, no debe ser la palabra exacta, sino que al tratarse de la universalización de esos centros de altos estudio en la vida cotidiana, también la ciencia irá a escaños superiores, como también la calidad de la enseñanza y el nivel de preparación de sus estudiantes.
Los graduados de las universidades obtendrán buenas notas, pero todos los centros educacionales, incluida la sociedad, aprobarán este curso 2024-2025 que marcha a sincronizarse con el calendario normal, con notas sobresalientes, con máximas puntuaciones.
Los resultados esperados
Es un curso diferente pero con metas bien claras: Elevar la calidad de la educación cubana y formar a estudiantes para prepararlos profesionalmente. Para ello, y como práctica habitual cada año, se seguirán realizando los concursos de conocimientos que parten desde la base municipal y se elevan a niveles internacionales incluso. ¿Ha estado Cuba a ese nivel? Claro que sí, y lo seguirá estando.
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Para nadie es un secreto que la educación cubana tiene dificultades materiales, de escasez de maestros y otras cuestiones asociadas a la dura situación que vivimos actualmente en Cuba, pero tenemos buenos maestros y maestras que su vocación de enseñar no se cambia por nada. Y a su vez tenemos futuros talentos que donde quiera que vayan llevarán bien alto el nombre de CUBA.
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