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lunes, 25 de noviembre de 2024

Envidia, ni tenerla, ni temerle

Son varias las consecuencias que trae consigo ese dañino sentimiento para los individuos y la sociedad en general...

Lourdes Ordeñana del Río en Exclusivo 24/06/2012
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la envidia
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas.

En un material anterior, refiriéndonos a los beneficios de la alegría para los seres humanos, anunciamos la posibilidad de dedicarle un espacio a otro en el cual se destacara el contraste de tan noble sentimiento con otro muy repudiado: la envidia.

Ahora saldaremos esa deuda…

Suele suceder, en contraste, que las personas se duelen de los males ajenos. Uno de los pocos rasgos positivos y sobresalientes de nuestra época es el sentido de solidaridad, cualidad que de manera general en Cuba se desborda por doquier, incluso en el área internacional. Los ejemplos se encuentran presentes. Pero no es el tema que nos ocupa.

El sentirse afectado por las carencias, tribulaciones, miserias que acontecen en cualquier lugar del planeta, ha desarrollado una tendencia al negativismo. Y claro está, resulta sorprendente el rencor que muestran algunos, incluso en la cima del éxito y el aplauso, con gestos de malhumor y amargura.

PROFUNDICEMOS EN EL TEMA

Se considera como envidia al fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas, tanto a los propios que la encarnan como a sus víctimas. Es un sentimiento de frustración insoportable ante algún bien de otro individuo, al que por ello se desea dañar. A veces es de forma hasta inconsciente. En otras ocurre todo lo contrario.

También contiene un matiz de antipatía o angustia por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo de poseerla. Según tendencias religiosas, dicha cualidad se opone al décimo mandamiento, y constituye uno de los siete pecados capitales.

El escritor español Francisco de Quevedo (1580-1645) la calificó de una forma algo distintiva: “La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come”.

Lo cierto es que dicho sentimiento se propaga, repercute en el medio social, se utiliza con preferencia a lo valioso y produce un efecto nocivo, aunque también posee límites reducidos y convive con otras actitudes bien distintas y aun opuestas.

Es esencial su carácter destructivo, no para el objeto, sino para el envidioso. Bien lo describe un refrán popular muy escuchado por estos días: “El que se alegra del mal del vecino, el suyo le viene de camino”.

OTRAS CONSIDERACIONES

Sus causas pueden ser infinitas. La persona envidiosa es aquella que se torna insatisfecha de la vida que lleva.

“Por ello siente consciente o inconscientemente mucho rencor contra aquellos que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad, entre otros) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar”, subrayó el psicoterapeuta y escritor español Luis Cano Gil en uno de sus artículos, en febrero de 2009.

No es fácil controlarla. Algunas veces se esconde detrás de una apariencia simpática, agradable y complaciente. Otras, se oculta en conductas de un respeto descomunal. El envidioso, lejos de entristecerse por los fracasos ajenos, pues tiende a alegrarse, sufre con los éxitos ajenos. En realidad malgasta tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos. Este sentimiento resulta perjudicial para quien lo siente, y muy peligroso para la persona envidiada.

FACTORES PREDOMINANTES

“Así, en vez de aceptar sus carencias o percatarse de sus deseos y facultades y darles curso, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. La envidia es, en otras palabras, la rabia vengadora del impotente que, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso, es una defensa típica de las personas más débiles, acomplejadas o fracasadas”, puntualizó el experto.

La envidia, según Cano, se puede expresar en forma de críticas, agresiones, venganzas, ofensas, rechazos, difamaciones, dominación, rivalidad, entre otras.

En nuestra opinión quienes se tornan así no disfrutan plenamente de la vida, se encuentran amargados, compitiendo con los demás. Condiciona además las relaciones sociales, tanto con la pareja, los compañeros de trabajo, amistades, vecinos… “Este sufrimiento condiciona su personalidad, su estilo de vida y su felicidad”, refleja el especialista.

Si poseemos consciencia de la prioridad de nuestras vidas, hallamos la identidad propia, la seguridad, sentimos el cariño y el apoyo de los seres queridos, desarrollamos el sentido del humor, toleramos los defectos, nos valoramos a nosotros mismos y las cualidades ajenas, pues no le temeremos, y nos encontraremos, en un gran porciento, exentos de dicho sentimiento.

Cinco frases célebres sobre la envidia
*Arthur Schopenhauer (1788-1860), filósofo alemán. "La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren".
* Victor Hugo (1802-1885), novelista francés. "¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta".
* Leonardo da Vinci (1452-1519), pintor, escultor e inventor italiano. "En cuanto nace la virtud, nace contra ella la envidia, y antes perderá el cuerpo su sombra que la virtud su envidia".
* Miguel de Unamuno (1864-1936), filósofo y escritor español. "La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual".
* François de La Rochefoucauld (1613-1680), escritor, aristócrata y militar francés. "A menudo se hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales; pero la envidia es una pasión cobarde y vergonzosa, que nadie se atreve nunca a admitir".

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Lourdes Ordeñana del Río


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