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lunes, 25 de noviembre de 2024

La alegría trae… alegrías

Un acercamiento a los beneficios y satisfacciones que trae consigo ese grato sentimiento...

Lourdes Ordeñana del Río en Exclusivo 10/06/2012
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Felicidad en las personas
“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”.

No se equivocó la escritora estadounidense Pearl Sydenstricker Buck (1892-1973) al afirmar: “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”.

Es que vivir sin tabúes, en armonía, con amor y alegría nos lleva a aligerar el diarismo y a deleitarnos con el placer de existir. Ocurren fenómenos diversos. Entre ellos dejarnos llevar por las opiniones de quienes nos rodean. A veces hasta dejamos de hacer cosas por “el qué dirán” y no disfrutamos como quisiéramos.

El pueblo cubano, por lo general, es muy alegre y afectivo. Así se nos caracteriza dentro y fuera de nuestras fronteras. Solo necesitamos un palo y una lata para armar una rumba, nos gusta reír, bailar, interrelacionarnos…

Cuando nos mantenemos satisfechos y optimistas, es posible que se nos abran muchas puertas. De lo contrario contrario, se cerrarán.

DISFRUTEMOS LA VIDA

La alegría es saber que creas el mundo a tu manera. Se considera un estado de regocijo interior fresco y luminoso, generador de bienestar, altos niveles de energía. Nos hace sentir vivos y equilibrados. Representa una emoción positiva, la acción constructiva, que puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos. Se expande… Necesita expresarse y compartirse con los demás. Produce placer, optimismo y felicidad. Se trata de algo grato que nos obliga a ver el lado risueño y gracioso.

Si nos encontramos gozosos, no existen celos, resentimientos, ni amarguras hacia otras personas; nos sentimos satisfechos y la vida, creatividad y sabiduría fluyen, convirtiendo lo que hacemos en una interesante aventura.

Ahora, en un mundo azotado por la crisis económica; en un planeta expuesto a diversas catástrofes climáticas, y en el cual suele aumentar la depresión e insatisfacción, no resulta fácil expandir este noble sentimiento.

Debemos ver siempre el lado positivo de cada momento, aún en las peores circunstancias. Si llueve, podemos recrearnos puertas adentro, y es bueno para la agricultura; si escasea algo material, tal vez nos reconforten las relaciones humanas con los demás; si se rompe un jarrón, ya se buscará otro; si carecemos de comodidades hogareñas y poseemos una armoniosa y linda familia, pues a disfrutar de nuestros seres queridos. En fin, en cada acción existe un matiz esperanzador.

El gozo resulta ser contagioso y transmite ganas de vivir, pero todavía existen quienes solo se quejan y no ponen un poco de empeño en vencer los obstáculos, y se aferran a su “mala suerte”. Esos, claro está, ni son alegres, ni pueden ser felices.

Vamos a reiterarlo: pese a las dificultades, aun cuando las circunstancias no sean las mejores, el hombre puede estar contento, entregarse a la realidad sin ponerse a la defensiva, ni intentar cambiarla.

MEJORA LA SALUD

Según estudios médicos la alegría ayuda al mejoramiento de la salud. Profesionales finlandeses y argentinos dedicados al estudio del tema emocional llegaron a la conclusión de que cuanta más se derrocha, más rápidamente aumenta el caudal de buenas ondas que repercute en los demás. Este fenómeno se produce aún en contextos muy diferentes, con condiciones culturales y económicas muy disímiles.

Razón tenía el escritor, filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson (1803-1882) cuando dijo: “La alegría, cuanto más se gasta más queda”.

Nos libera, permite volar con la imaginación e inventar cosas nuevas, disuelve rencores y resentimientos, facilita olvidar las penas y minimizar las adversidades.

Los especialistas también demostraron que acelera los procesos de curación, cicatriza más rápido las heridas, mejora las relaciones, favorece los vínculos, nos hace felices y ver el lado bueno que tienen todas las cosas.

No se agota aunque se malgaste; por el, se convierte en una ilimitada fuente de buen humor.

Bien lo describió el famoso poeta y dramaturgo alemán Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) en su frase:“El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio”.

Es cierto que en estos días, producto de los cambios sociales acaecidos, se ha destapado una tendencia negativa. La envidia, por su importancia, muy bien pudiera ser el tema de un próximo material.


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Lourdes Ordeñana del Río


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