Hasta Ceiba Mocha, poblado ubicado en la periferia de la ciudad de Matanzas, llegan hoy personas de muchos sitios, unos en coches tirados por caballos, en ómnibus, tractores, camiones y otros, a pie para no perderse ni un detalle de la celebración del Día de la Candelaria.
En la Iglesia local el tumulto impide el paso, la mayoría con velas en las manos esperan el momento para ofrendarla a la virgen y demandar deseos disímiles. Erlys Hernández acudió temprano, y antes de tomarse una cerveza, pidió salud y paz para el mundo – dijo- no se puede ser egoísta…
Desde el siglo XVIII comenzaron en Ceiba Mocha a celebrarse las fiestas que recuerdan a la Virgen de la Candelaria, como expresión de la cultura de nativos de la región de Alicante e Islas Canarias, que emigraron de la Península de La Florida, entonces colonia hispana donde se asentaban.
En torno al ritual religioso, emergieron con los años otras expresiones del imaginario popular y la cultura culinaria que constituyen hoy legítima expresión de identidad local, como la supuesta pertinencia de cortarse el pelo el dos de febrero para que crezca más sano, o la fama del “turrón de maní de la Mocha” por su exquisitez.
Este dos de febrero no fue la excepción, desde muchos sitios llegaron creyentes y no creyentes, la peregrinación con la Virgen en andas salió casi al mediodía, pero hasta la noche en las calles de Ceiba Mocha hay festejos. Vendedores ambulantes, gastronómicos, dulceros y peluqueras no pierden la oportunidad de prestar sus servicios.
Erlys, junto a su familia toma cerveza y festeja también la dicha de vivir en Cuba y formar parte de esta tradición cultural que se funde con la religiosidad del cubano cada dos de febrero, en Ceiba Mocha y otros lugares de la Isla.
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