Entre el selfi y las fotos que le tiraron se encuadra: Debí tirar más fotos; entre el autorretrato -como debí tirar/decir, y el arrojado a una totalidad aplastante y con filtros, de la que el propio Bad Bunny es una muestra. Entre el esperado/moldeado y el sorprendente/rebelde (¿o revelado debí decir?). Entre el que puede incomodar, si se sale del sombrero, y el que se re-marcaba hit tras hit como el nuevo “Rey del Pop”.
Entre las propias pieles de su autor y las marcas de su carrera musical. Entre un desconocido empaquetador de supermercado y el “famoso” con éxitos como “Diles” y “Soy Peor”. Entre el muchachón aquel, nacido en Almirante Sur, zona ruralde Vega Baja, hijo de maestra jubilada y camionero,y el ícono del pop urbano, expareja de “celebrities” como Kendall Jenner, una de las Kardashian, y el que recién pagó más de 7.5 millones de euros por una casa en Los Angeles donde se refugiaba Ariana Grande.
Un recuadro sonoro y discursivo, con un borde sintético, muy del trap mainstream, con temas para “janguear” o “perrear” como “Kloufrens”, “Voy a llevarte pa PR” y “Eoo”; hasta otro extremo melódico y cuestionador, apuntalado con pistas como “Lo que le pasó a Hawaii” y “La mudanza”.
Estamos no solo frente una nueva propuesta discográfica, sino frente a otro Bad Bunny, aunque siga cantando igual de mal y “tirando” frases obscenas. Con un nuevo impulso político, con el que se adentra en terrenos que pocos representantes del género urbano han explorado, para retratar la gentrificación y la neocolonización que sufre su patria. El que se anunciaba entre "El Apagón" y “Una velita”. La resultante más positiva de un viaje a la semilla, de Norte al Sur, hacia sí mismo. Como él mismo ha expresado a la prensa:
“En el momento más alto de mi carrera y mayor popularidad quiero mostrarle al mundo quién soy yo, quién es BENITO ANTONIO, quién es PUERTO RICO”.
“Cada vez les muestro más de mí porque y a su vez yo también me voy conociendo más. Este álbum es el resultado de experiencias vividas que me han llevado a conocerme mejor, incluso a conocer cuáles son los ritmos en los que más disfruto cantar y crear”.
“Mami, ese no soy yo”, expresa en el melancólico tema “El Club”, justo antes de darse cuenta de que necesita volver a casa, con su gente y sus sonidos.
“El mejor de la nueva porque se crió en la vieja”; “Siempre fui ese, Benito”; “Millonario sin dejar de ser del barrio”, canta en la salsa que cierra el CD, “La Mudanza”. Donde también rapea: “Aquí mataron a la gente por sacar la bandera” y “De aquí nadie me saca, aquí nació mi abuelo”
- Consulte además: Debí tirar más fotos: ¿otro conejo o sombrero? (I) (+Video)
En definitiva, el nuevo álbum, como los anteriores causó furor y superó sus propias estadísticas, escaló la cima de casi todas las listas que informan de los éxitos comerciales. Las 17 canciones del álbum estuvieron en la lista Billboard Hot 100 de EE. UU., consiguiendo ser el primer artista latino en alcanzar más de 100 entradas de canciones en la lista.
Si debutó en el número dos en el top 10 del Billboard Global 200, detrás de “WHAM” de Lil Baby, para la semana siguiente alcanzó el número uno, ganando 203,500 unidades adicionales principalmente a través de la actividad de transmisión. Además, alcanzó en Spotify el número 1 en reproducciones globales.
Un éxito que abre las puertas a mensajes poderosos, que convocan a un retorno, a Puerto Rico y al pasado, que rompen con el ideolograma de “aldea global” y la eternización del presente en el que viven los más jóvenes, muchos de sus seguidores.
- Consulte además: Debí tirar más fotos: ¿otro conejo o sombrero? (II)
Se invita a los millennials a mirar hacia lo que ya sonó, no como algo pasado de moda o superado, sino con esperanza de renovación, a recordar quiénes somos y de dónde venimos, a buscar la velita de la abuela para encarar los actuales apagones. “Disfrutando de todas aquellas cosas que se pierden los que se van. 'Disfrutando la noche' de esas cosas que ya no pasan”. Una “vueltita a la playita” donde suenen canciones antológicas y donde puedan soñar un futuro más bonito, que brille como el blin blin.
Al samplear temas viejos, al conectar secuencias electrónicas con cuerdas y timbres analógicos, su habitual dembow con la plena y la salsa, con una tradición que ha definido la identidad del pueblo puertorriqueño. Una música lúdica, que tan sólo entretiene, con una posibilidad sonora y discursiva que reconforta, que revitaliza el orgullo y moviliza. Un giro hacia atrás, hacia un pasado que es memoria cultural del Caribe, que contrasta con la sumatoria “latina”, ahistórica y globalizadora que desde Miami se nos vende.
Un gesto que trasciende lo artístico, con ribetes políticos. Es lo que Enzo Traverso llama “nostalgia redentora”, que no es un anhelo romántico por un pasado perdido, sino una herramienta política que puede reorganizar las luchas presentes y revitalizar la esperanza en el futuro. Reactivar nuevos afectos con la felicidad de antes, la registrada o captada en fotografías o en pistas sonoras, las que cuentan los abuelos. Y a rectificar, a llenar los “boquetes”, los vacíos espirituales, con nuevos besos, abrazos a los que aún están y el disfrute de un baile, que resultará inolvidable.
Ciertamente el fonograma avanza “tanto hacia el costado como adelante”, “muestra a un artista en su independencia creativa máxima” y que al parecer “se tomó el trabajo de preguntarse a sí mismo cuál es su legado, la huella y la evolución real de su obra”.
¡Pero hasta ahí! Ni tendrá esta propuesta fonográfica, el impacto “revolucionario” que algunos auguraron. Ni Bad Bunny dejará de ser lo que es.
Reguetonero y no un salsero como el Rubén Blades de “Tiburón”. Porque para él es una marca, como una extensión inseparable de él mismo y de su tierra: “aquí nací yo y el reggeaton”. Es al que idolatran y el que llena los estadios. Ese público duro lo que esperaba eran temas nuevos para irse a divertirse/enajenarse. Y es lo que le seguirá pidiendo, manifestando por todas las plataformas.
Seguirá así, dentro del mismo sombrero, donde sus críticas se oscurecen/diluyen. Sujetado a su condición de marcosaurio y megaestrella del entretenimiento.
Y rodará, de este disco en adelante, entre el “famoso” que desea ser y el que le permitan, no el público ni sus seguidores, sino los mandamases de la Industria. Moviéndose en ese encuadre, entre el platanal y las sillas de plástico que aparecen en la portada.
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