//

domingo, 24 de noviembre de 2024

Gardel y un nuestro americano precedente de los videoclips

A inicios de los años 30 del pasado siglo, en Argentina se comenzaron a filmar los primeros cortometrajes musicales...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 23/04/2021
1 comentarios
Gardel
Se filmaron un total de quince cortos, uno para cada tema musical (Foto: tomada de Martin Wullich)

El eurocentrismo, y su extremo anglosajón, también marcan la historia del videoclip. Los historiadores de allá, creídos en el centro del mundo y en “la mata” de la modernidad, marcan el origen de este género audiovisual, ya el 30 de enero de 1967, fecha en la que comenzó la grabación del material para el vídeo de Strawberry Fields Forever de la legendaria banda británica The Beatles, o el 10 de noviembre de 1975, cuando los miembros de la también británica Queen filmaron en los estudios Elstree la interpretación de su Bohemian Rhapsody. Mientras otros, más yanqui-centristas, lo marcan el 24 de septiembre de 1957, día en que Elvis Presley presentó el disco y la película “Jailhouse Rock”, al considerar que el extracto del filme en el que Elvis baila al ritmo del tema principal es un videoclip en sí mismo.

Sin embargo, si nos atenemos al concepto más generalizado de videoclip, de un film corto hecho para mostrar una representación visual de un tema musical, deberíamos remontarnos a dos décadas antes y en el sur de la Patria Grande de Juárez y San Martín, en Nuestra América de Bolívar y Martí. Me refiero a los “films con Sketch” o “encuadres musicales” protagonizados por el cantante y compositor argentino Carlos Gardel.

Corrían los últimos años de la década del 20 del pasado siglo, cuando la novedosa tecnología del cine sonoro llegó a Buenos Aires. Mientras algunos cultivadores del tango creyeron que esto acarrearía la ruina para ellos, Gardel vio en tal desarrollo la posibilidad de promover sus canciones y, a la vez, su potencial en la actuación.

Así, el primero de octubre el año 30, Carlos Gardel, José Razzano y Francisco Canaro firmaron un contrato mediante el cual acordaban el nacimiento de la “Unión Argentina” que, como se explicaba en unos de sus párrafos, se constituía como “Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas” con el objeto de: “Representar, Administrar, Percibir y Adquirir obras musicales con o sin letra, difundir estas en discos fonográficos (por cualquier procedimiento mecánico o eléctrico), en ediciones impresas en papel, grabaciones en rollos para auto-piano y en todas las manifestaciones del cinematógrafo”.

Días después, en los estudios propiedad de Federico Valle (pionero del cine latinoamericano, quien trabajó con los Hermanos Lumière y tomó clases con Georges Méliès), se comenzaron a filmar lo primeros cortometrajes musicales. Fueron dirigidos por Eduardo Morera, y en algunos de ellos Gardel se presentaba acompañado de sus guitarristas, el trío Barbieri-Riverol-Aguilar, tal como lo hacía en el Teatro. Los estudios, ubicados en un humilde galpón en México 832, entre Tacuarí y Piedras, habían sido acondicionados para la nueva experiencia. Debido a que se trabajaba con grabación de sonido directo se tomaron algunas precauciones para asegurar el aislamiento sonoro; con soluciones tan primitivas como silenciar el ruido de la cámara de filmación con una almohada prestada por una vecina.

Los sketch se grabaron con el sistema Deforest Phonofilm, traído a Buenos Aires en 1927, por la Corporación Argentina de Films. Esta tecnología contaba con sonido óptico, es decir, con una banda de sonido grabada en la película misma, denominado sistema Movietone. La utilización de rollos pequeños solo permitía la filmación de noticieros, documentales y cortos musicales. Este sistema aventajaba al Vitaphone, que consistía en discos fonográficos que se ejecutaban en forma paralela a la proyección del filme, que a menudo presentaba problemas para su sincronización.

Se filmaron un total de quince cortos, uno para cada tema musical, entre el 23 de octubre y el 3 de noviembre de 1930. De ellos, cinco resultaron arruinados en el laboratorio. Los diez cortos lanzados fueron: “El carretero”, “Añoranzas”, “Rosas de otoño”, “Mano a mano”, “Yira, yira”, “Tengo miedo”, “Padrino pelao”, “Enfundá la mandolina”, “Canchero” y “Viejo smoking”. En 1995 fue hallado uno de los cortos no lanzados, “El quinielero”, de Luis Cluzeau Mortet y Roberto Aubriot Barboza.

El primero se tituló “Viejo smoking”, como el homónimo tango con letra de Celedonio Flores y música de su guitarrista Guillermo Barbieri, interpretado por Gardel y acompañado por la orquesta de Francisco Canaro. Se inicia con un acto teatral, con guion de Enrique P. Maroni, donde se ve a Gardel fumando y jugando con cartas, cuando entra Manuela (la actriz Inés Murray) reclamando el pago del alquiler. También aparece el actor César Fiaschi. La breve interpretación actoral de Carlitos fue tan lograda que quienes le rodeaban —Morera, Razzano, Canaro, Leguisamo— le incentivaron a dedicarse de lleno al naciente cine sonoro, por cierto.

El corto titulado “El Carretero” fue protagonizado por El Zorzal Criollo y el autor de la canción, el uruguayo Arturo de Nava. En una charla Nava agradece al astro argentino que cante su tema, a lo que Gardel le responde que únicamente se ha limitado a interpretarlo, invitando al público a que juzgue su calidad. Acto seguido, el máximo exponente del tango despliega su arte ante la cámara.

Sobre algunas dificultades con Gardel y la filmación, contó el director de los films:

“Al comienzo no fue sencillo, más de una vez Razzano o Leguisamo lo tuvieron que traer de la ‘orejita’, porque si no, no venía. Nunca me enojé con él, salvo una vez que faltó a la filmación sin avisarme. Fue necesario ir a buscarlo a su casa de la calle Jean Jaurés donde vivía con su madre. Cuando entré lo ví en el baño haciéndose gárgaras. Me asusté porque pensé que estaba mal de la garganta y por eso no había asistido a la filmación. Le pregunté si estaba enfermo y me contestó que estaba bien, pero como al otro día corría su caballo, quería estar en buen estado para alentarlo”.

Estos “tangos teatralizados” permitieron el lucimiento de Gardel, de su talento y además sirvieron para promover el novedoso cine sonoro. A propósito, Gardel manifestó: “Aquí ando, hermano, dispuesto como siempre a defender nuestro idioma, nuestras costumbres y nuestras canciones con la ayuda del film sonoro argentino”. Dado el carácter promocional de los cortos se incluyeron figuras muy populares en la Argentina de entonces, como los ya mencionados Nava y Canaro, y el jockey Irineo Leguisamo, única salvedad extra-artística.

Los “encuadres musicales” se estrenaron en la capital rioplatense con el título de ‘Variedad Musical’, el 3 de mayo de 1931. Morera lo cuenta: “Gardel se encuentra en París cuando, en plena temporada 1931, los cortos comienzan a exhibirse en el cine Astral, de Corrientes angosta. Se exhibieron como acompañamiento a la proyección de la película ‘Luces de la Ciudad’, de Charles Chaplin”.

Otros estudiosos relacionan a otra estrella argentina y cultivadora del tango con los primeros antecedentes de los videomusicales. Se trata de la actriz de vodeveil, teatro, cine y cantante de tango Sofía “La negra” Bozán. Se dice que, con anterioridad a los de Gardel, se había utilizado el sistema Movietone (banda de sonido) para filmar clips musicales de Sofía con dirección del director de cine chileno José Bohr, en estudios de Nueva York.

Habría que profundizar si los realizadores anglosajones conocieron de estos antecedentes suramericanos. De todos modos, los historiadores no debieran olvidar estos esfuerzos pioneros, tanto del cine sonoro en Nuestra América, como del videoclip musical.


Compartir

José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural

Se han publicado 1 comentarios


Juan Carlos Subiaut Suárez
 23/4/21 13:30

Nada, que Carlitos cada día canta mejor.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos