La salud mental está conectada estrechamente con los padecimientos cardiovasculares. La ansiedad, el estrés crónico y la depresión pudieran perturbar de forma negativa el sistema circulatorio y el corazón. Estos disturbios del intelecto acrecientan la producción de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que acrecientan la frecuencia de los latidos del corazón, aumentan la presión arterial y originan inflamación en el organismo, elementos que refuerzan el empeoramiento y desarrollo de males del corazón como la arteriosclerosis, la hipertensión circulatoria y el infarto cardíaco.
Asimismo, los individuos con conflictos de salud mental acostumbran poseer costumbres menos sanas, como sedentarismo, una dieta inadecuada, consumo de alcohol o tabaco y poca adhesión a procedimientos médicos, lo que además aumenta el peligro cardiovascular. Por eso, atender a la salud mental no solamente mejora el satisfacción emocional, sino que es una porción fundamental del manejo de las enfermedades cardiovasculares y de su prevención. La suma de cuidados médicos y psicológicos es esencial para impulsar una mejor calidad de la vida y disminuir dificultades vinculadas con el corazón.
Qué formas tiene de influir la salud mental en las enfermedades cardiovasculares
La salud mental influye en las enfermedades cardiovasculares a través de varios mecanismos tanto biológicos como conductuales. Desde un punto de vista biológico, el estrés crónico, la ansiedad y la depresión pueden activar el sistema nervioso simpático, lo que provoca la liberación constante de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas aumentan la presión arterial, aceleran el ritmo cardíaco y fomentan la inflamación en las paredes de los vasos sanguíneos, factores que incrementan el riesgo de desarrollar hipertensión, aterosclerosis y otras enfermedades cardiovasculares.
Además, los trastornos mentales pueden afectar la regulación del sistema inmunológico, generando un estado inflamatorio crónico en el cuerpo. La inflamación sostenida contribuye a la formación de placas en las arterias y puede desencadenar eventos cardíacos agudos como infartos o accidentes cerebrovasculares. Este vínculo entre la salud mental y la inflamación sistémica es una de las razones por las que las personas con depresión o ansiedad presentan mayor incidencia de problemas cardíacos.
Por otro lado, la salud mental también influye en los hábitos de vida, que son determinantes para la salud cardiovascular. Las semejantes con estrés, tristeza o intranquilidad frecuentemente toman por vías poco saludables, como fumar, consumir alcohol de manera excesiva, mantener una alimentación desequilibrada y evadir la acción física. Estos comportamientos acrecientan el peligro cardiovascular y obstaculizan el adecuado manejo de enfermedades preexistentes, empeorando el pronóstico usual.
Finalmente, la salud mental puede afectar la adherencia a tratamientos médicos y recomendaciones de estilo de vida. Aquellos que sufren de perturbaciones de la mente presentan más problemas para adherirse a las indicaciones clínicas, concurrir a las citaciones médicas y tomar medicinas de manera regular. Esto puede empeorar el control de factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol y la glucosa, aumentando la probabilidad de complicaciones cardiovasculares. Por eso, un enfoque integral que incluya el apoyo psicológico es fundamental para la prevención y el tratamiento efectivo de las enfermedades del corazón.
- Consulte además: La relación entre el estrés crónico y la salud mental
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.