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sábado, 23 de noviembre de 2024

Fernando Pessoa, las muchas caras de un autor

La obra del portugués se caracteriza por su reflexión sobre la identidad, la existencia, la sociedad y la crítica a la hipocresía …

Laydis Soler Milanés
en Exclusivo 30/11/2020
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Pessoa - heterónimos
Pessoa publicó su obra bajo la firma de varios heterónimos con diversas identidades (Foto: ncultura.pt)

Ricardo Pessoa es considerado entre los mejores poetas en portugués y de la literatura universal. Su personalidad enigmática junto a su prolífica obra, mayormente publicada después de su muerte,  llaman la atención sobre todo por la gran cantidad de heterónimos. Estos son autores ficticios creados por el autor, cada uno con personalidad y estilos diversos; una forma de expresión sus diferentes yo poéticos.

Entre ellos destacan tres: Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro; bajo sus nombres escribió la mayoría de su obra, no solo poemas sino también cuentos, cartas, ensayos y obras de teatro; excepto por Caeiro, quien solo se dedicó a la prosa.

Reis sería el rebelde, espontáneo y expresivo; Álvaro de Campos estaría más centrado en la perfección sintáctica y léxica; y Alberto Caeiro es el maestro de todos los heterónimos y del propio Pessoa, reflexivo y de estilo directo.

Entre ellos y el resto de los heterónimos, junto a Pessoa mismo, el ortónimo o el autor real, se establecen vínculos. Como expresara el escritor y crítico de arte brasileño,  Ferreira Gullar: “Los heterónimos jamás abandonan a Pessoa...ellos no habitan los poemas. Ellos habitan a Fernando Pessoa. Conviven con él, discuten con él, mezclan su voz con la de él, lo influencian”.

La obra del portugués se caracteriza por su reflexión sobre la identidad, la existencia, la sociedad, además de la crítica a la hipocresía y las máscaras. “¡Leches, estoy harto de semidioses!/ ¿Dónde hay gente en el mundo?”, decía en Poema en línea recta. Con sus múltiples personajes nos dejó una profunda creación literaria llena de matices  y estilos.

Después de esta pequeña introducción, les comparto algunos de sus poemas.Aquí pueden descargar otros.

No sé cuántas almas tengo (De Fernando Pessoa)

No sé cuántas almas tengo.
A cada instante cambié.
Continuamente me extraño.
Nunca me vi ni me hallé.
De tanto ser solo tengo el alma.
Quien tiene alma no tiene calma.
El que ve es solo es lo que ve,
quien siente ya no es quien es.
Atento a lo que soy y veo,
ellos me vuelvo, no yo.
Cada sueño o el deseo
no es mío si allí nació.
Yo soy mi propio paisaje,
el que presencia su paisaje,
diverso, móvil y solo,
no sé sentirme yo donde estoy.
Así, ajeno, voy leyendo,
como páginas, mi ser,
sin prever eso que sigue
ni recordar el ayer.
Anoto en lo que leí
lo que creí que sentí.
Releo y digo: "¿Fui yo?"
Dios lo sabe, porque lo escribió.

Autopsicografía (De Fernando Pessoa)


El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que verdaderamente siente.

Y los que leen lo que escribe
En el dolor leído sienten duro,
No los dos dolores que él tuvo,
Sino sólo el que ellos no tienen.

Es así como en los palos de la rueda
Gira, distrayendo a la razón
Ese juguete de cuerda
Que se llama corazón.

Poema en línea recta (Del heterónimo Álvaro de Campos)

Nunca he conocido a nadie a quien le hubiesen molido a
palos.
Todos mis conocidos han sido campeones en todo.

Y yo, tantas veces despreciable, tantas veces inmundo,
tantas veces vil,
yo, tantas veces irrefutablemente parásito,
imperdonablemente sucio,
yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme,
yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
que he tropezado públicamente en las alfombras de las
ceremonias,
que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que he sufrido ofensas y me he callado,
que cuando no me he callado, he sido más ridículo todavía;
yo, que les he parecido cómico a las camareras de hotel,
yo, que he advertido guiños entre los mozos de carga,
yo, que he hecho canalladas financieras y he pedido prestado
sin pagar,
yo, que, a la hora de las bofetadas, me agaché
fuera del alcance las bofetadas;
yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas
ridículas,
me doy cuenta de que no tengo par en esto en todo el
mundo.

Toda la gente que conozco y que habla conmigo
nunca hizo nada ridículo, nunca sufrió una afrenta,
nunca fue sino príncipe - todos ellos príncipes - en la vida...

¡Ojalá pudiese oír la voz humana de alguien
que confesara no un pecado, sino una infamia;
que contara, no una violencia, sino una cobardía!
No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan.
¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese que ha
sido vil alguna vez?
¡Oh príncipes, hermanos míos,
¡Leches, estoy harto de semidioses!
¿Dónde hay gente en el mundo?

¿Seré yo el único ser vil y equivocado de la tierra?

Podrán no haberles amado las mujeres,
pueden haber sido traicionados; pero ridículos, ¡nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin que me hayan traicionado,
¿cómo voy a hablar con esos superiores míos sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.

Nada queda de nada. Nada somos.  (Del heterónimo Ricardo Reis)

Nada queda de nada. Nada somos.
Al sol y al aire libre, un poco, nos atrasamos
Por lo irrespirable de la tiniebla que pesa sobre nosotros,
Por lo húmedo de esta tierra impuesta.
Cádaveres aplazados que procrean.
Leyes decretadas, estatuas vistas, odas ya escritas –
Todo tiene su color. Si nosotros, carne
Al que un íntimo sol brinda sangre, tendremos
Un ocaso, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.


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Laydis Soler Milanés

Periodista, amante de la literatura y de la buena música.


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